La primavera ¨¢rabe se ti?e de sangre
Las revueltas populares que desataron la ola de cambio en T¨²nez y Egipto se encallan en un proceso largo y violento en Libia, Siria y el golfo P¨¦rsico
La primavera ¨¢rabe ha costado ya mucha sangre. Y todo apunta a que este es solo el principio de un proceso largo y violento. Libia sufre una guerra civil que la intervenci¨®n extranjera no ha decantado hacia los rebeldes; Siria permanece encallada en un c¨ªrculo de protestas y represi¨®n y corre el riesgo de una implosi¨®n sectaria de tipo liban¨¦s; Bahr¨¦in ha sido tomada por tropas saud¨ªes; Yemen se hunde en el caos. Incluso Egipto, cuya revoluci¨®n result¨® relativamente mod¨¦lica, padece convulsiones sociales y econ¨®micas de consecuencias imprevisibles.
Los mismos factores que propiciaron la revuelta obstaculizan un desenlace m¨¢s o menos pac¨ªfico de la misma. La explosi¨®n demogr¨¢fica y la falta de expectativas de una juventud numeros¨ªsima, el declive econ¨®mico, la ausencia de l¨ªderes en la oposici¨®n y de instituciones s¨®lidas (algo que s¨ª tiene Egipto) y la voluntad de perpetuaci¨®n de unos reg¨ªmenes tir¨¢nicos hacen dif¨ªcil que las reivindicaciones b¨¢sicas de la poblaci¨®n ¨¢rabe, resumibles en dignidad y libertad, puedan verse satisfechas.
Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª son los que mueven su dinero y sus peones en la regi¨®n
Erdogan, h¨¦roe en El Cairo, prefiere ahora "preservar la unidad de Siria"
Los Gobiernos se han apresurado a atribuir la revuelta a grupos terroristas de inspiraci¨®n religiosa "extranjera". En Bahr¨¦in, la familia real vio en las manifestaciones una conspiraci¨®n chi¨ª (las protestas eran mayoritariamente chi¨ªes porque estos musulmanes constituyen la clase menos privilegiada) y pidi¨® ayuda militar al Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, es decir, a Arabia Saud¨ª, la gran potencia regional sun¨ª. Ya se ha anunciado que las tropas saud¨ªes seguir¨¢n en el pa¨ªs incluso si el 1 de junio se levanta, como est¨¢ previsto, el estado de emergencia. Eso es algo que Ir¨¢n, el gigante chi¨ª y principal enemigo de los saud¨ªes, califica de "ocupaci¨®n". Religi¨®n e intereses geoestrat¨¦gicos suelen ir unidos.
Por encima de las batallas callejeras y de los disparos de las fuerzas de seguridad se libra otro conflicto, diplom¨¢tico, por el control de la regi¨®n. Con Estados Unidos casi en fuera de juego (sin alternativas para Libia o Siria, sin otro inter¨¦s aparente que respaldar a saud¨ªes e israel¨ªes y preservar su base naval en Bahr¨¦in, sin credibilidad tras abandonar a su suerte a un aliado tan fiel como el egipcio Hosni Mubarak), Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª son quienes mueven su dinero y sus peones: los Hermanos Musulmanes en el caso saud¨ª, grupos como Hezbol¨¢ o Yihad Isl¨¢mica en el caso iran¨ª.
Turqu¨ªa, modelo de "islamismo democr¨¢tico", ven¨ªa desarrollando una h¨¢bil diplomacia acerc¨¢ndose al d¨²o Ir¨¢n-Siria sin da?ar sus relaciones con EE UU y Arabia Saud¨ª y sin romper del todo con Israel. Ahora no sabe qu¨¦ hacer. El temor a una ruptura del vecino sirio que diera alas a las aspiraciones nacionalistas de las minor¨ªas kurdas en Siria y Turqu¨ªa empuj¨® ayer al primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, a expresar su apoyo a El Asad porque lo fundamental era, dijo, "preservar la unidad e integridad de Siria". No era lo que quer¨ªan o¨ªr las masas ¨¢rabes, que ve¨ªan a Erdogan como un h¨¦roe desde que patrocin¨® la flotilla contra el bloqueo de Gaza.
Siria constituye un caso paradigm¨¢tico del abismo al que puede asomarse la regi¨®n si, en efecto, la revuelta adquiere tonos religiosos y sectarios. El poder de la familia El Asad pudo consolidarse gracias a la fragmentaci¨®n religiosa y social del pa¨ªs, que imped¨ªa la formaci¨®n de movimientos opositores de ¨¢mbito nacional. La mayor¨ªa sun¨ª mantiene una tradici¨®n de tolerancia hacia las minor¨ªas (al menos en comparaci¨®n con las matanzas perpetradas en pa¨ªses como Turqu¨ªa o L¨ªbano), pero cuesta creer, pese al cuidado de los manifestantes en no enarbolar banderas religiosas, que una eventual ca¨ªda del r¨¦gimen no desembocara ahora en conflictos con los chi¨ªes alau¨ªes y los cristianos que respaldan al Gobierno. El fantasma de la libanizaci¨®n podr¨ªa hacerse realidad.
Los asaltos con tanques y artiller¨ªa a las ciudades de Deraa, Banias y Homs no impidieron que ayer, en un nuevo viernes de ira popular, se reprodujeran las manifestaciones y los disturbios. El Gobierno de Bachar el Asad hab¨ªa anunciado que las fuerzas de seguridad no iban a disparar esta vez contra la multitud, pero al menos tres personas murieron en Homs. Fue un viernes, pese a ello, menos sangriento que los anteriores.
Tambi¨¦n Egipto es una inc¨®gnita. La econom¨ªa se ha desplomado (el Gobierno estima que desde el inicio de la revuelta se han perdido 3.500 millones de d¨®lares por la ca¨ªda del turismo y el aumento de los intereses sobre la deuda), las continuas huelgas mantienen la producci¨®n semiparalizada y reafloran las viejas inquinas entre sun¨ªes salafistas y cristianos coptos. La ca¨ªda de Mubarak proporcion¨® m¨¢s libertad (incluso bajo una dictadura militar de transici¨®n), pero ha complicado las condiciones de vida.
El ¨²ltimo gran interrogante es el palestino, cuyas dos grandes facciones te¨®ricamente reconciliadas incorporan la batalla estrat¨¦gica regional (Fatah est¨¢ con los saud¨ªes, Ham¨¢s con los iran¨ªes) y cuya aspiraci¨®n de conseguir, a partir de septiembre, un Estado propio, podr¨ªa degenerar en frustraci¨®n y violencia en caso de concluir, como parece posible, en un fracaso.
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