?Qui¨¦n teme a la eutanasia?
El PSOE prometi¨® en 2004 que legalizar¨ªa la 'muerte digna' cuando ganase las elecciones - La presi¨®n de la jerarqu¨ªa cat¨®lica consigue retrasar una legislaci¨®n que avalan grandes te¨®logos
La muerte no suele ser tema de conversaci¨®n, a pesar de que el hombre conoce que, tan pronto como llega a la vida, tiene ya una edad suficiente para morir. Lo sab¨ªan los predicadores del m¨¢s all¨¢ con su predilecci¨®n pl¨¢stica o ret¨®rica por las calaveras. Memento mori, recuerda que has de morir. En cambio, el retraso de la muerte ha sido un esfuerzo permanente del desarrollo de la humanidad, con avances cient¨ªficos espectaculares en los ¨²ltimos cien a?os. Pero la lucha por la vida -por la salud- tiene sentido mientras sea posible sanar. Es el miedo a sufrimientos insoportables o innecesarios lo que ha impuesto el debate sobre la "eutanasia m¨¦dica" -como mitigaci¨®n de los dolores de la muerte-. Tiene siglos de antig¨¹edad, pero nunca hab¨ªa merecido una atenci¨®n tan apasionada y pol¨¦mica.
El Gobierno sostiene que la sociedad no est¨¢ madura para legalizar la eutanasia
"Quienes no est¨¢n maduros son los pol¨ªticos", replica el fil¨®sofo P¨¢niker
La realidad es que la eutanasia -la esperanza del hombre en tener al final de la vida un buen morir- se va abriendo camino en muchos pa¨ªses porque, pese a las execraciones de los jerarcas del catolicismo, aparece en el imaginario popular en positivo, como una palabra hermosa y sin tacha moral. Lo son casi todas las que llevan el prefijo griego eu, como euforia (bien estar) o eucarist¨ªa (buena gracia). Por encima del 60% de los espa?oles la despenalizar¨ªa y el porcentaje se eleva al 62,2% entre los j¨®venes. Son datos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) y del informe J¨®venes Espa?oles 2010, de la Fundaci¨®n Santa Mar¨ªa, respectivamente.
"En su cama de enfermo mi padre daba la impresi¨®n de que acababa de pelear cien asaltos con Joe Louis", escribi¨® Philip Roth en 1991. Novelistas y poetas deber¨ªan contar m¨¢s en el debate sobre la eutanasia, y no solo los juristas, los obispos o los m¨¦dicos. Finalmente, el famoso escritor se plant¨® ante los m¨¦dicos que atend¨ªan la agon¨ªa de su padre y le dijo a este, ya inconsciente: "Pap¨¢, creo que te tengo que dejar marchar", antes de negarse a que lo tuvieran conectado a un aparato de respiraci¨®n asistida. Lo cuenta en Mi vida como hijo.
Roth es uno m¨¢s de los escritores que se han ocupado de la eutanasia, desde Tolstoi a Cesare Pavese, pasando por los existencialistas Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, y sobre todo Albert Camus. A este debe la literatura la descripci¨®n m¨¢s cruel de un ser humano en el trance de morir: la del ni?o atendido en La peste por el doctor Rieux.
Otro cantar se ensaya en el campo de la pol¨ªtica, donde habita el miedo o la lentitud. Un ejemplo se vivi¨® en Francia en enero pasado, cuando el Senado tumb¨® a ¨²ltima hora una ley que iba a legalizar la eutanasia, prolongando un debate que nunca ha dejado de enredarse en ese pa¨ªs.
Ahora ocurre en Espa?a. Despu¨¦s de largas comisiones de estudio en el Senado o de disputas en el Congreso, el PSOE hizo una solemne promesa en la campa?a electoral de 2004: legalizar¨ªa la eutanasia si ganaba las elecciones. No ha cumplido. Incluso, hace esfuerzos para que se note su intenci¨®n de alejarse de esa promesa. El viernes pasado, la ministra de Sanidad, Leire Paj¨ªn, present¨® un informe al Consejo de Ministros sobre el tema y anunci¨® el nombre del proyecto que ahora empieza su andadura: Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso Final de la Vida. Cuando hace medio a?o lo anunci¨® el vicepresidente primero, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, iba a llamarse "ley de cuidados paliativos y muerte digna. "No es una ley de eutanasia", precis¨® entonces el n¨²mero dos y portavoz oficial del Ejecutivo.
En realidad, el Gobierno socialista se conforma con una norma que garantice el cumplimiento de la legislaci¨®n actual sobre cuidados paliativos, ¨²ltimas voluntades, autonom¨ªa del paciente o de testamento vital, que as¨ª se llaman las muchas leyes aprobadas por las Cortes y los Parlamentos auton¨®micos en la ¨²ltima d¨¦cada.
El PSOE se hac¨ªa eco en 2004 de una opini¨®n p¨²blica muy favorable a la legalizaci¨®n de la eutanasia. La tendencia al alza no para de moverse. Estudios realizados por la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente (DMD) sit¨²an esos porcentajes en el 77%. Sin embargo, el Gobierno se justifica diciendo que la sociedad a¨²n no est¨¢ madura para legalizar la eutanasia. "Quienes no est¨¢n maduros son los pol¨ªticos", replica uno de los fundadores de DMD, el fil¨®sofo y escritor Salvador P¨¢niker.
P¨¢niker lo reitera siempre que se recuerda la muerte del gallego Ram¨®n Sampedro, tetrapl¨¦jico tras un accidente y postrado en una cama durante 32 a?os hasta su muerte en 1998 tras ingerir cianuro diluido en un vaso de agua que le hab¨ªa acercado a su boca una mano amiga. Antes hab¨ªa librado -y perdido- una larga batalla para que los tribunales le concediesen su derecho a la eutanasia.
La historia de Sampedro se cuenta en la pel¨ªcula Mar adentro, de Alejandro Amen¨¢bar, con Javier Bardem de protagonista. Cuando se present¨® en la Navidad de 2004, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero acudi¨® con seis de sus ministros al estreno con gran estruendo medi¨¢tico, para subrayar el compromiso de legalizar la eutanasia.
?Qu¨¦ ha pasado para un cambio tan radical? La respuesta hay que buscarla en la posici¨®n de los obispos, una vez m¨¢s erigidos en poder f¨¢ctico capaz de torcer compromisos electorales solemnes. Pese a todo, la jerarqu¨ªa cat¨®lica sigue expres¨¢ndose con tremendismo. "[El Gobierno] quiere aniquilar a ancianos o enfermos inservibles", ha escrito el semanario Alfa y Omega, propiedad del Arzobispado de Madrid. El pont¨ªfice de la archidi¨®cesis que edita ese bolet¨ªn es el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco Varela.
La tesis del episcopado es que la vida es creaci¨®n exclusiva de Dios y el hombre debe aguantar hasta el fin dispuesto. "Ning¨²n poder puede autorizar, ni menos imponer, la supresi¨®n de la vida, sea un embri¨®n, un feto o un enfermo incurable". Pese a todo, la Conferencia Episcopal ha aprobado un llamado testamento vital en el que los enfermos pueden expresar, en un documento de ¨²ltimas voluntades, su oposici¨®n a determinados tratamientos, pese a que su ausencia u omisi¨®n supongan el seguro acortamiento de la vida.
Esta modalidad es conocida en la literatura cient¨ªfica como eutanasia pasiva. Denota c¨®mo la Iglesia cat¨®lica puede acabar cambiando de opini¨®n, aunque tarde a veces siglos. Tambi¨¦n se opuso al pararrayos cuando lo invent¨® Benjamin Franklin -argumento: ?qui¨¦n es el hombre para desviar el rayo que Dios te env¨ªa para castigarte?-; y antes contra el parto sin dolor porque Dios impuso a la mujer la penitencia del "parir¨¢s con dolor".
Son legi¨®n los te¨®logos que refutan la posici¨®n de la jerarqu¨ªa romana. "Hay que levantar un puente entre las dos orillas", aconsejan los jesuitas en uno de los editoriales de su revista Raz¨®n y Fe. El argumento es que no siempre lo legal y despenalizado tiene que coincidir con la ¨¦tica cristiana. "No llegamos a encontrar razones definitivas que impidan a una persona, cuya vida en opini¨®n de los m¨¦dicos no tiene futuro y est¨¢ expuesta a la amenaza de muy fuertes dolores, acudir a la eutanasia, que deber¨ªa estar regulada con precisi¨®n y rodeada por serias garant¨ªas legales", sentencia.
Hans K¨¹ng, uno de los grandes te¨®logos del siglo, sostiene que tras "los argumentos de soberan¨ªa [de Dios sobre el hombre] se esconde una imagen distorsionada de Dios, basada en textos unilateralmente seleccionados de la Biblia, interpretados a la letra, es decir, Dios como el creador que dispone del hombre, propietario no sujeto a traba alguna, su absoluto amo, y ¨²ltimamente tambi¨¦n verdugo".
En esta visi¨®n vaticana no hay nada del Dios padre de los d¨¦biles, dolientes y extraviados, seg¨²n K¨¹ng. A partir de esa descripci¨®n, proclama: "Nuestra tarea teol¨®gica para con los moribundos no es la espiritualizaci¨®n del sufrimiento, o, peor a¨²n, su aprovechamiento pedag¨®gico, como purgatorio sobre la tierra, sino m¨¢s bien, siguiendo la huella del Jes¨²s sanador de enfermos, reducir en lo posible y eliminar el sufrimiento, que en ocasiones ense?a a los hombres a rezar, pero en otras tambi¨¦n a maldecir".
Fue la Ley General de Sanidad de 1986 (conocida como ley Lluch en referencia al ministro Ernest Lluch, asesinado por ETA en 2000), la que regul¨® primero esta materia, aunque sin rozar el asunto de la eutanasia. Pero proclamaba ya el derecho "a la libre elecci¨®n entre las opciones que le presente el responsable m¨¦dico".
Ah¨ª ya est¨¢ la tesis de que la lucha por la salud arma de coraje al enfermo mientras es posible sanar. Despu¨¦s, la batalla contra la muerte puede convertirse en un martirio insoportable, que admite el derecho de un paciente a decidir sobre los tratamientos que se le ofrecen. La bio¨¦tica lo expresa de esta sutil manera: nunca es l¨ªcito hacer el mal, pero a veces no es l¨ªcito hacer el bien. En esa idea anida el derecho del paciente a rechazar un tratamiento, aunque le vaya en ello la vida.
La cuesti¨®n es discernir por qu¨¦ merece un juicio penal y moral diferente la llamada eutanasia pasiva de la eutanasia activa. K¨¹ng lo explica as¨ª: "El Papa no tiene nada en contra de que en casos en que no queda ninguna esperanza se omitan o interrumpan medidas destinadas a mantener la vida (por ejemplo, un respirador artificial). La pregunta es: ?por qu¨¦ ha de merecer un juicio moral diferente la desconexi¨®n de un aparato de respiraci¨®n asistida, con consecuencias mortales (eutanasia pasiva), que la administraci¨®n de una dosis sobreelevada de opio con consecuencias mortales (eutanasia activa)? ?Puede una acci¨®n ser pasiva? Es algo inescrutable".
Glosario sobre una misma acci¨®n
La palabra eutanasia proviene del griego eu (bueno) y thanatos (muerte), es decir, la buena muerte.
- Eutanasia activa. Es la acci¨®n que tiene por objetivo poner fin a la vida de una persona con un mal avanzado o terminal, o que padece sufrimientos vividos como intolerables. La solicitud ha de hacerla el propio enfermo y no los familiares o el personal que le atiende, y al m¨¦dico le ha de constar que es una solicitud meditada y consistente. En Espa?a est¨¢ penada con tres a?os de c¨¢rcel.
- Eutanasia pasiva. Es la acci¨®n de administrar f¨¢rmacos mitigadores del dolor u otros s¨ªntomas aunque tengan como efecto el acortamiento de la vida. Tambi¨¦n contempla la interrupci¨®n u omisi¨®n de acciones terap¨¦uticas que prolonguen la vida de una persona con una enfermedad terminal o irreversible, o en estado vegetativo persistente. No est¨¢ penada.
- Testamento vital. Recoge (documento de voluntades anticipadas) la decisi¨®n de una persona, con plena capacidad mental, sobre el final de su vida o una intervenci¨®n m¨¦dica, con derecho a rechazar tratamientos aunque se precipite la muerte.
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