Un cinismo hist¨®rico
?Por qu¨¦ pa¨ªses occidentales que han firmado la Convenci¨®n contra la Tortura imponen, de hecho, una situaci¨®n de aut¨¦ntica tortura a sus ciudadanos al prohibir las diferentes formas de eutanasia. La respuesta tiene que ver con el reparo consciente de los Gobiernos a enfrentarse al poder eclesi¨¢stico. Tambi¨¦n guarda relaci¨®n con un cierto rechazo inconsciente de la sociedad a hablar abiertamente de una muerte buena. Se ha injertado en la cultura una especie de tab¨² que percibe la muerte como intocable, como un mal, como un castigo divino. La influencia del cristianismo ha sido y es determinante.
Para la Iglesia cat¨®lica, entre otras iglesias cristianas, que una persona decida sobre el momento de su muerte resulta sencillamente un crimen. Esta convicci¨®n marca la psicolog¨ªa colectiva. La eutanasia ser¨ªa un crimen nefasto contra un Dios que es se?or de la vida y de la muerte. Este lenguaje, que consagr¨® Tertuliano, no fue, sin embargo, el primitivo cristiano. Pero Agust¨ªn de Hipona lo complet¨® de forma rotunda: sufrir pasivamente esperando el momento final de la decisi¨®n reservada solo a Dios es imitar el sacrificio doloroso de Jes¨²s en su pasi¨®n y cruz.
El "no matar¨¢s" del cristianismo ha coincidido con el cinismo hist¨®rico m¨¢s variado. Millones de personas han sido muertas cuando la muerte era buena. Aut¨¦nticas eutanasias acompa?an a la iglesia cristiana desde el comienzo: los m¨¢rtires, las Cruzadas, la Inquisici¨®n, las guerras de religi¨®n entre cat¨®licos y protestantes, las persecuciones contra infieles y herejes, las v¨ªctimas de las guerras justas o de la pena de muerte.
Jes¨²s de Nazaret no dijo eso. M¨¢s bien habl¨® en sentido contrario: predic¨® el amor, en una triple dimensi¨®n indisoluble: Dios, los dem¨¢s, uno mismo. Defendi¨®, en contra del legalismo, la sinceridad espiritual ¨ªntima. Proclam¨® la conciencia como ¨¢mbito de la ¨²nica decisi¨®n v¨¢lida frente a normas impuestas desde fuera. Repiti¨® que hab¨ªa venido para traer la libertad a los oprimidos y proclamar la liberaci¨®n frente al sarcasmo de los poderosos. Esta forma de pensar, visible en los Evangelios, es anterior a la interpretaci¨®n cristiana dominante y se opone a la apolog¨ªa del sufrimiento y el dolor hasta el final de la vida.
Ante casos como el de Ram¨®n Sampedro, Eluana Englaro o Terry Schiavo, la imagen del Jes¨²s extra¨ªda de los Evangelios es la de alguien que ama, comprende y libera. Nunca aparece como un juez que deja sufriendo a quien acude a ¨¦l en busca de auxilio. No conden¨® por la decisi¨®n de un momento, sino que habl¨® de un juicio final sobre la conducta de toda una vida. Adelant¨¢ndose a la modernidad, estableci¨® en la conciencia libre y personal el ¨¢mbito para decidir sobre la vida.
Los Gobiernos que ceden a la presi¨®n de una doctrina eclesi¨¢stica deber¨ªan saber que ceden ante una interpretaci¨®n dominante, pero determinada. El mensaje del Jes¨²s de los Evangelios, en cambio, es el de la liberaci¨®n ante la opresi¨®n. Y la eutanasia es una forma de liberaci¨®n frente a la opresi¨®n de personas indefensas ante la angustia y la tortura.
Antonio Moncl¨²s Estella es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense y autor del libro La eutanasia, una opci¨®n cristiana.
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