El apocalipsis seg¨²n Lars von Trier
A diferencia de tanto amante incondicional del cine de Lars von Trier (en el Festival de Cannes le consideran hijo predilecto como si le hubieran inventado ellos, y sospecho que no est¨¢n desencaminados), me enfrento a cada nueva pel¨ªcula suya con temblores pregunt¨¢ndome qu¨¦ tipo de experimento se le ha ocurrido esta vez a este dan¨¦s tan zumbado pero de una innegable posesi¨®n de un talento extra?o y perturbador. A veces, pocas, me sorprende con relatos poderosos, imprevisibles y estremecedores como en el caso de Rompiendo las olas y Bailar en la oscuridad. Lo normal es que me ponga de los nervios con sus provocaciones sin sentido y sus delirios baratos, entre las cuales, aquella pretenciosa estupidez titulada Anticristo ocupa un lugar de honor.
Crea un clima tan inquietante que te resulta dif¨ªcil desentenderte
Nada bueno ni malo que contar de la contemplativa 'Hanezu'
El arranque de Melancholia se parece mucho al de El ¨¢rbol de la vida, de Terrence Malick. Existe una cascada de im¨¢genes con aroma a sue?os y ciencia ficci¨®n. Y te planteas la man¨ªa com¨²n que les ha dado ¨²ltimamente a los artistas m¨¢s raros del cine con el rollo planetario. La diferencia estriba en que Malick pretende contar el nacimiento del mundo y Lars von Trier, que es m¨¢s pesimista y tenebroso, est¨¢ empe?ado en que a la corrompida Tierra le quedan dos suspiros para desaparecer.
Temes que ese pr¨®logo denso y con hechizo visual no se acabe nunca, que esta vez el caprichoso experimentador se limite a acumular visiones surreales, pero al cabo de un rato empieza una historia que otorgar¨¢ sentido final a las largas premoniciones iniciales. Y esta, c¨®mo no, es enfermiza y morbosa, el terreno en el que mejor se desenvuelve su director. Est¨¢ protagonizada por la boda de una mujer bipolar, una persona tan profundamente deprimida que hace que su exaltante alegr¨ªa te parezca sospechosa. Y esa boda l¨®gicamente acaba en tragedia, en la apoteosis del reverso tenebroso de la novia derramando hiel y enloquecida transgresi¨®n sobre todos los presentes. La segunda parte se ocupa de la generosa hermana de la autodestructiva, que acoge a esta en su c¨¢lida familia para intentar cuidarla. Tambi¨¦n est¨¢n esperando el momento prodigioso en el que se va a acercar a la tierra un planeta aparentemente inofensivo denominado Melancholia.
La empanada mental de Von Trier est¨¢ en su apogeo, pero consigue crear un clima tan inquietante que te resulta muy dif¨ªcil desentenderte de lo que est¨¢ narrando. Te engancha su misterio, te contagia la ansiedad, el desequilibrio y los terrores que dominan a esos personajes. El clima de amenaza est¨¢ muy bien descrito mediante una c¨¢mara en continuo movimiento, utilizada frecuentemente a mano, no ya siguiendo las directrices est¨¦ticas del movimiento Dogma, apadrinado en su bautizo por el gur¨² Von Trier, sino en el inmediatamente identificable estilo visual del creador de Dogville. Ese lenguaje magn¨¦tico logra que el tiempo corra r¨¢pido aunque haya cosas que no entiendo. El apocalipsis personal y colectivo que plasma Trier no me conmueve especialmente, pero durante m¨¢s de dos horas me tiene en tensi¨®n, me introduce en la angustiosa trama. Y se agradece, ya que lo m¨¢s habitual que me ocurre con su cine es la irritaci¨®n, el bostezo y las ganas de salir corriendo.
Nada bueno ni malo que contar de la contemplativa pel¨ªcula japonesa Hanezu, dirigida por Naomi Kawase, se?ora que hace furor entre los vanguardistas con sed de trascendencia. Ellos sabr¨¢n. No llego al final de las historias de amor de varias generaciones en unas monta?as muy espirituales que seg¨²n la leyenda fueron habitadas por los dioses. Y la excesiva cuota de cine franc¨¦s sigue resultando fatigosa. Lo es L'Apollonide, ambientada en un burdel de lujo a principios del siglo XX. O la insufrible verborrea pretendidamente ingeniosa de Pater, en la que el anciano director Alain Cavalier y el actor Vincent Lindon hablan de todo lo divino y lo humano interrog¨¢ndose sobre el tipo de pel¨ªcula que quieren hacer juntos.
Babelia
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