Un d¨ªa en la rep¨²blica de Sol
Los indignados acampados en el kil¨®metro cero construyen una peque?a sociedad espont¨¢nea y dan forma a su proyecto organizados de manera horizontal
Ni la Junta Electoral Provincial, que decidi¨® no autorizar la concentraci¨®n convocada a las 20.00 de ayer en el kil¨®metro cero, ni la lluvia, que hizo su aparici¨®n al caer la noche. Nada pudo con la multitud de los indignados. La Puerta del Sol ya era una ciudad en miniatura apenas 12 horas despu¨¦s de que los miles de asistentes a la primera concentraci¨®n del martes decidieran montar un campamento hasta el d¨ªa de las elecciones.
No es tarea f¨¢cil organizar la espont¨¢nea convivencia de cientos de personas, de procedencias diversas, desconocidas entre s¨ª, en el centro de la ciudad, sin que la cosa se descontrole. Hay que comer, ir al ba?o, dormir, limpiar, protegerse del fr¨ªo, comunicarse con los medios y aprovechar el momento hist¨®rico para intentar elaborar un discurso com¨²n. Y todo ello, sin jerarqu¨ªas y sin reproducir los m¨¦todos del sistema que se rechaza.
Un mapa sit¨²a a todo el que accede a la plaza por la calle Preciados. D¨®nde est¨¢ la zona de dormir, el puesto de comida o el de objetos perdidos. Ocho comisiones, divididas en m¨²ltiples subcomisiones y formadas por voluntarios, organizan la vida de los indignados. A veces centenares, como a primera hora de la ma?ana, a veces miles, como pas¨® ayer por segundo d¨ªa consecutivo al caer la tarde y acercarse la hora de la concentraci¨®n.
Las lonas para proteger del sol, o de la lluvia, fueron cubriendo los distintos puestos a lo largo de la ma?ana. "Informaci¨®n, s¨¦ que falt¨¢is vosotros, no me olvido", dice un miembro de la comisi¨®n de infraestructuras, encargada de los cobertizos, al ver a sus compa?eros bajo el sol del mediod¨ªa. Los cartones del suelo tambi¨¦n fueron dejando paso a algunos sof¨¢s y colchones. La vida en el campamento se fue haciendo cada vez m¨¢s confortable.
Los acampados, muchos con caras de sue?o, pasaron el primer d¨ªa en la plaza reunidos en las ocho comisiones -creadas el pasado lunes antes del desalojo policial- para tomar las primeras medidas. Los grupos est¨¢n abiertos a todo el mundo. Un moderador se encarga de dar el turno de palabra y algunas citas se prolongan durante horas porque todo el mundo quiere hablar. Y a nadie se le niega la palabra.
- Comunicaci¨®n. "Eso h¨¢blalo con prensa". En el peque?o nuevo Estado, bautizado seg¨²n las bocas de metro como Plaza de la Soluci¨®n, son pocos los que se atreven a hablar en su nombre y muchos los que derivan a los periodistas a la subcomisi¨®n de prensa. De comunicaci¨®n tambi¨¦n es la subcomisi¨®n manifiesto, pero la asamblea que se celebr¨® en la madrugada del martes los dej¨® sin trabajo al decidir que, en lugar de crear uno nuevo, se continuaba con el discurso redactado el pasado lunes. La pegada de mensajes sobre la c¨²pula de metro de Sol tambi¨¦n es una acci¨®n suya. Todo el mundo puede dejar su frase bajo un cartel gigante que advierte: "Si no nos vais a dejar so?ar, no os vamos a dejar dormir".
- Informaci¨®n legal. Sobre la mesa del puesto est¨¢n todos los peri¨®dicos del d¨ªa. Un hombre ha prometido llevarles a diario y de forma gratuita toda la prensa nacional. En una farola est¨¢ pegado un cartel con el nombre del abogado de guardia, que va rotando. Los miembros de la comisi¨®n legal no se cansan de repetir a los acampados la importancia que tiene recordar su nombre por si les detiene la polic¨ªa.
- Informaci¨®n. Como a media tarde a¨²n no les ha llegado un toldo, en informaci¨®n hace falta, por encima de todo, protector solar. Aguantando el sol como se puede, los miembros atienden a todo el que se acerca a informarse del movimiento. A los que les gusta la idea pueden firmar un documento de apoyo. A¨²n no han contado las firmas, pero a media ma?ana cre¨ªan que ya llevaban "m¨¢s de 2.000". La asamblea, como siempre, tendr¨¢ que decidir si las presenta en el Congreso o simplemente se quedan como respaldo a su iniciativa.
- Infraestructuras. Hacen falta lonas, cuerdas, latas de conservas y una o m¨¢s neveras para conservar los alimentos. Un cuadrado rojo se?ala la urgencia de la demanda. En amarillo o verde, menos importante, est¨¢n las cartulinas, las mantas o los rotuladores. Y con un doble rojo, necesario por encima de cualquier bien material, los j¨®venes han escrito la palabra democracia.
La comisi¨®n de infraestructuras inform¨® durante la asamblea que celebraron a primera hora de la tarde de que un empresario ha decidido dejarles cuatro ba?os qu¨ªmicos. Todo el mundo estalla en un aplauso. Los cuatro puntos construidos con contenedores sin fondo sobre alcantarillas no resultaban muy c¨®modos.
Adem¨¢s de colocar las lonas, de hacer un inventario de sus cada vez m¨¢s numerosos bienes y de gestionar el puesto de objetos perdidos, los miembros de infraestructuras tendr¨¢n que v¨¦rselas tambi¨¦n con la lluvia, que ayer cay¨® con fuerza durante unos minutos antes de la concentraci¨®n y que hoy podr¨ªa repetirse. "Haremos dos aguas con las lonas, impermeabilizaremos...", improvisa uno de los chicos mientras duda. Pero remata seguro: "Si la poli no nos echa, no lo va a hacer la lluvia".
- Cuidados. El martes por la noche se llamaba limpieza, pero ayer se decidi¨® cambiar su nombre por cuidados. Es de las comisiones m¨¢s activas. Da igual que sean las cinco de la ma?ana o de la tarde, en la plaza siempre hay alguien enganchado a una escoba. Aseguran sus miembros que algunos vecinos hasta les han ofrecido los ba?os de sus casas.
- Alimentos. Lolo dice, no se sabe si en broma o no, que ven¨ªa a Sol a ligar y que sin querer acab¨® tras una puerta en horizontal que hace de mostrador en el puesto de alimentaci¨®n. "Si quieres comer bien hay que estar cerca de la cocinera", dice con sorna. En el puesto se amontonan centenares de bocadillos que se reparten en cajas por la plaza. Todo son donaciones de vecinos y comerciantes de la zona. Hay agua y refrescos y nada de alcohol, al menos hasta que llega Javier Celda?a con su furgoneta. La Sidrer¨ªa, dice en el lateral. En un momento monta una mesa y saca tres cacerolas enormes: fabada y macarrones. Y para beber, sidra. La plaza se llena de platos de fabes. "Me he levantado y he pensado, empieza la revoluci¨®n, acabo de abrir el restaurante y ando mal de pasta, pero me importa un bledo, algo est¨¢ cambiando", dice Celda?a acompa?ado por cuatro de sus trabajadores.
- Acci¨®n. Los indignados de acci¨®n apenas se dejaron ver ayer. Pero entre sus cometidos est¨¢ uno de los m¨¢s duros, el de hacer un cord¨®n de personas alrededor del campamento para protegerlo en caso de una carga policial.
- Extensi¨®n. La comisi¨®n, dividida en 10 subcomisiones, se encarga de seguir y recoger todo lo que sale en Internet sobre ellos y transmitir a trav¨¦s de la red todo lo que pasa en la plaza. Se trata de extender el movimiento y hacerlo llegar lejos. A todo el mundo, dicen, para que la iniciativa no muera cuando se levante el campamento. "Aunque eso sea el domingo", apunta uno de los miembros, "o en un a?o".
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