Arrastro en bastos
Cuenta la historia familiar que mi bisabuelo paterno -un furibundo republicano nacido en Cartagena- ten¨ªa por vecino y amigo a un tendero italiano, que a su vez sent¨ªa una desaforada admiraci¨®n por un dictador principiante apellidado Mussolini. Enfrentados por sus ideas, ambos eran igualmente aficionados a sacar la mesa y las sillas a la calle, y a echarse unas partidas de naipes en las noches calurosas. En aquellas veladas todo iba bien hasta que se hablaba de pol¨ªtica. En cuanto uno de los dos sacaba el tema ya estaban enzarzados en violentas discusiones, que siempre terminaban con gruesos insultos y con la rotura de las cartas, cuyos pedazos acababan tirados por el suelo. Picados en su orgullo, pasaban unos d¨ªas sin hablarse. Pero el aburrimiento pod¨ªa m¨¢s que la ideolog¨ªa. Mi pariente compraba una nueva baraja, y con cualquier excusa le propon¨ªa una partida a su amigo; y vuelta a empezar. As¨ª pasaron los ¨²ltimos 20 a?os de su vida.
En la calle del Carme hab¨ªa una imagen de la Virgen de la Pu?alada, patrona de los jugadores de cartas
Al parecer, los juegos de naipes proceden de Oriente. Sebasti¨¢n de Covarrubias cita a un impresor galo -Nicol¨¢s Papin- como su inventor, y llega a decir que la palabra naipe es el acr¨®nimo de su nombre. Pero fue en Italia donde se hicieron populares y saltaron al resto del mundo. Barcelona -que tiene m¨¢s de rep¨²blica condotiera que de capital afrancesada-, fue uno de los primeros lugares de Europa en adoptar este entretenimiento. En el siglo XVI, la ciudad contaba con cuatro impresores de cartas y solo con dos impresores de libros. Y en el siglo XVIII las barajas fabricadas en nuestra ciudad gozaban de fama internacional. Prueba de ello es el ¨²nico superviviente f¨ªsico de lo que fue un gran negocio local. Si se acercan hasta el n¨²mero 29 de la calle del Carme ver¨¢n que sobre el dintel a¨²n resulta visible un letrero decimon¨®nico de color rojo y negro cuyas letras doradas rezan: "F¨¢brica de Naipes de Espa?a"; nombre comercial del taller "Sucesores de Francisco Torras i Lle¨®".
La situaci¨®n de esta estamper¨ªa -hoy convertida en tienda de complementos- no ten¨ªa nada de casual. Desde el siglo XVII al XIX, en esta calle hubo tantas timbas y locales de juego que en la fachada del desaparecido convento del Carme exist¨ªa una imagen pintada de la Virgen de la Pu?alada, que era la patrona de los jugadores de cartas. Solo en la calle del Hospital hab¨ªa cinco obradores, y otros tantos en la calle de Montju?c del Carme, Gign¨¤s, Jonqueres, Nou de la Rambla y Mercaders. No muy lejos, aproximadamente en lo que hoy es la calle de Jaume I, estaba la sede del gremio de fabricantes de naipes. Y seg¨²n Joan Amades, exist¨ªa incluso una leyenda propia sobre su invenci¨®n, atribuida a un tal Joan Vila, el propietario de un hostal barcelon¨¦s de la Edad Media que dise?¨® una manera infalible de sacarles los cuartos a sus hu¨¦spedes y acab¨® colgado por falsificar moneda. De ¨¦l se cuenta que las espadas representaban a sus clientes nobles, los bastones a los plebeyos, las copas al vino que serv¨ªa y los oros al dinero que ganaba.
As¨ª estaban las cosas cuando en 1868 Heraclio Fournier fund¨® su famosa empresa. Y 20 a?os despu¨¦s, el catal¨¢n Augusto Rius realiz¨® el dise?o definitivo de las barajas vitorianas. Y las populariz¨® hasta el punto de que las que se encuentran en las tiendas de los chinos son una copia disimulada de las suyas. De aquella industria tan barcelonesa solo queda ese peque?o cartel de la calle del Carme, solitario y despojado de significado para los cientos de personas que a diario se cruzan con ¨¦l. En cuanto al amigo italiano de mi bisabuelo, cuenta la tradici¨®n familiar que llor¨® desconsoladamente en su entierro. Y que jam¨¢s volvi¨® a jugar.
![Dintel del comercio del n¨²mero 29 de la calle del Carme, con el nombre de un viejo taller de naipes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H3YOIQZXJXICUHXBAEY4PL3CQQ.jpg?auth=c799d4d8007a99f7cfae961421b8833e44789e567ccd64bd4209bee128bbda49&width=414)
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