Muebles tricotados
Fabricaci¨®n industrial y aspecto artesano para invocar el aire de la manufactura
Cada vez son m¨¢s los dise?adores que se apuntan a recuperar lo que parece hecho a mano. El problema est¨¢ en el verbo: parecer es una manera pobre de crecer. Por no hablar de innovar. A la polivalente y omnipresente Patricia Urquiola hay que reconocerle una inagotable capacidad de invenci¨®n y trabajo que la lleva a multiplicar su despliegue de novedades en tiempos como los que corren. Para la empresa Moroso ha ideado la butaca Biknit, una especie de tumbona con base de madera y metal, tejida, o trenzada, con calcetines. No es esta la primera vez que Urquiola recurre a su biograf¨ªa, y a los recuerdos de su infancia en Oviedo, para idear un nuevo producto. Si las mangas de los jers¨¦is que tej¨ªa su abuela le sirvieron para dise?ar alfombras y pufs para la empresa Gand¨ªa Blasco, ahora el juego de los calcetines atados en tira infinita consigue un respaldo c¨®modo y ergo-n¨®mico producido con bajo impacto ambiental. Espec¨ªficamente en este producto, la arquitecta ha dicho adi¨®s a la tradicional resina de pl¨¢stico de las carcasas de los asientos. Pero la "revoluci¨®n verde" de Urquiola es adem¨¢s de parcial, pr¨¢ctica: se suma a la tendencia de producir muebles que pueden utilizarse en interior y exterior.
El caso de Tord Boontje es distinto. Rom¨¢ntica y personal, como todos los trabajos del dise?ador holand¨¦s, su silla Stitched (Pespunteada) tiene un aire entre ingenuo y tribal. Y tambi¨¦n incluye biograf¨ªa en las puntadas. Boontje cuenta que fueron las clases de su madre las que le llevaron a la idea de coser muebles. "La costura es una t¨¦cnica antigua y universal. Uno podr¨ªa empezar por una silla y terminar cosi¨¦ndose toda una casa", asegura. ?l ha comenzado agujereando contrachapado de madera y firmando sillas, mesillas y hasta una l¨¢mpara. Lo de menos en estos objetos es la funci¨®n. El mensaje est¨¢ en su producci¨®n low tech, en la posibilidad de que se puedan construir en cualquier parte del mundo, al margen del desarrollo tecnol¨®gico, y en la evocaci¨®n del trabajo manual que reflejan. Pero el problema est¨¢ en ese mensaje: si cualquiera lo puede hacer, ?por qu¨¦ habr¨ªa de pagar una suma notable a la empresa Moroso para adquirirlo? ?No hubiera sido m¨¢s coherente venderlo como un kit y que cada cual se las cosiera en casa? Las sillas, adem¨¢s, tienen la pega del uso. Aunque Boontje experiment¨® durante un a?o hasta lograr solidez estructural con esta t¨¦cnica de punteado, no tuvo ojo para cuidar con las agujas la segunda parte fundamental de los asientos: preferimos estar c¨®modos.
?Y por qu¨¦ insistir en parecer lo que no se es? El mundo se ha dado la vuelta, pero sigue sin vivir tranquilo. Si la revoluci¨®n industrial se empe?¨® en que los objetos m¨¢s econ¨®micos parecieran lujosos, con la consiguiente aparici¨®n de lo kitsch, ahora dise?adores y empresarios se muestran dispuestos a hacer pasar por rudimentario lo que, en realidad, venden como exclusivo. ?C¨®mo bautizaremos el cambio?
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