Balenciaga se hace Museo
Getaria, un id¨ªlico pueblo guipuzcoano, se despierta sin nubes, y los ni?os juegan a la pelota en el front¨®n. En estas mismas calles que bajan hasta el Cant¨¢brico naci¨® en 1895 un ni?o llamado Crist¨®bal. Se pas¨® sus primeros a?os observando a su madre, una costurera que ten¨ªa que ayudar a su marido marinero para poner un plato de comida en la mesa. Entre dobladillos, hilvanes y agujas, Crist¨®bal imagin¨® princesas, arist¨®cratas y se?oras finas a las que vestir. Y a?os despu¨¦s logr¨® que todos le llamaran maestro. Revolucion¨® la alta costura con sus dise?os, hoy atemporales. La fama global le vino en Par¨ªs, adonde march¨® por la Guerra Civil espa?ola, pero ¨¦l ya se hab¨ªa esforzado lo suyo. En San Sebasti¨¢n, donde fue aprendiz de sastre y cre¨® sus talleres de costura, pero tambi¨¦n antes, en Getaria, bot¨®n a bot¨®n, fantas¨ªa a fantas¨ªa. El pr¨®ximo 7 de junio, oteando el mar, se inaugura el Crist¨®bal Balenciaga Museoa, un centro que alberga la mayor colecci¨®n del dise?ador expuesta hasta la fecha y que pretende ser un laboratorio de ideas para la moda. Un final de cuento para una vida de cuento.
Una sala analiza las innovaciones t¨¦cnicas de Balenciaga, que evolucion¨® hacia formas abstractas y se inspir¨® en Zuloaga Las piezas se muestran en maniqu¨ªes vaciados sin extremidades. La idea es que aparezcan como obras de arte Ahora se ver¨¢n los primeros 80 trajes. Cada a?o rotar¨¢n para preservarlos y mostrar los 1.200 que hay en los fondos
Pero no todo han sido rosas y vino. El proyecto actual lo puso en marcha en septiembre de 2010 un nuevo equipo creado por la Fundaci¨®n Crist¨®bal Balenciaga, donde est¨¢n representados el Ayuntamiento de Getaria, la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa, el Gobierno vasco y el Ministerio de Cultura. ?La raz¨®n? La pol¨¦mica con aires rocambolescos que rode¨® al museo con la anterior directiva. Las supuestas irregularidades est¨¢n centradas en el antiguo alcalde de Getaria, Mariano Camio (PNV), acusado de falsificaci¨®n de documentos, expolio y malversaci¨®n de fondos. En la historia aparecen piezas de Balenciaga que Camio regal¨® y un antiguo amor cubano del exregidor que se hizo pasar por arquitecto y se benefici¨® del proyecto. El coste total del museo ha pasado de los 6 millones de euros estimados inicialmente a 20 millones. Todo eso est¨¢ en manos de la justicia. "La figura de Balenciaga no tiene ninguna sombra y queremos apartar toda duda de su nombre", incide la consejera de Cultura del Gobierno vasco, Blanca Urgell. La directiva actual quiere actuar con transparencia.
Hoy los cristales del edificio reflejan el sol y alguien se afana en sacarles brillo. La nueva construcci¨®n es una sinuosa estructura cuyo interiorismo es obra de los arquitectos Victoria Garriga y To?o Foraster, del estudio barcelon¨¦s AV62. Est¨¢ unida con el palacio de Aldamar, antigua residencia de los marqueses de Casa Torres, padres de la reina Fabiola de B¨¦lgica. En un espacio di¨¢fano sobrevuelan tres enormes cubos con una celos¨ªa de motivos florales que se ilumina por la noche. En su interior se encuentran las salas que protegen las primeras 80 piezas del modisto que se expondr¨¢n al p¨²blico, ya que cada a?o los trajes ir¨¢n rotando con el objetivo de preservarlos y ense?ar los 1.200 que componen los fondos de la fundaci¨®n. La visita tiene la estructura de un desfile de moda.
Miren Arzalluz, curator del centro y autora del libro Crist¨®bal Balenciaga, la forja del maestro, ejerce de gu¨ªa. Chaqueta y labios rojos, Arzalluz habla del dise?ador con la pasi¨®n de una amiga, como si lo hubiese conocido: "Hemos recalcado m¨¢s los hitos profesionales que personales, porque Crist¨®bal era un hombre sobrio, reservado, muy trabajador". Iluminaci¨®n tenue e intimista. Impactan las piezas. Se presentan sobre maniqu¨ªes vaciados sin brazos, cabezas ni piernas, obra de Carmen Luccini. La idea es que los trajes aparezcan como obras de arte en s¨ª mismas. La primera sala est¨¢ dedicada a los comienzos del modisto, que casi no se conocen, pero sentaron las bases de lo que fue el Balenciaga de Par¨ªs. Aun as¨ª, en esta sala hay rarezas, como dos trajes de mediados de la d¨¦cada de 1920 que podr¨ªa haber dise?ado Chanel y un vestido de novia de 1936 de color azul marino que fue un esc¨¢ndalo. El genio, en experimentaci¨®n.
El 'glamour' contin¨²a. El resto de los fondos son de las d¨¦cadas de 1950 y 1960. En la sala de trajes de d¨ªa se aprecia la importancia del corte, cuya t¨¦cnica domin¨® Balenciaga como nadie. Hay un vestido beis y otro con capa. Ambos pertenecieron a Grace Kelly. La exposici¨®n va ganando en espectacularidad. En la sala de trajes de c¨®ctel y la de noche priman los encajes, los bordados, los abullonados, las mangas mel¨®n, las faldas globo y los vestidos saco, t¨²nica y baby doll que le hicieron famoso. Brillan el negro y los colores atrevidos. Estos dise?os pertenecieron a sus musas, como la condesa Mona Bismarck, la sofisticada Bunny Mellon y las actrices Marlene Dietrich y Greta Garbo. El tambi¨¦n dise?ador de alta costura Hubert de Givenchy, amigo incondicional y pupilo de Balenciaga, ha donado 109 piezas a los fondos y es presidente fundador de la fundaci¨®n. En la sala Novias est¨¢ el vestido de una de sus mayores clientas, Sonsoles D¨ªez de Rivera, que tambi¨¦n ha aportado sus fondos al museo. Una de las piezas estrella es el traje de boda de la reina Fabiola. La sala Esencial analiza las innovaciones t¨¦cnicas de un dise?ador que evolucion¨® hacia formas abstractas y puras, y que lo mismo encontr¨® inspiraci¨®n en Zuloaga, Vel¨¢zquez o el quimono japon¨¦s.
El centro, como Balenciaga, tiene su ambici¨®n. En la planta cero se organizar¨¢n exposiciones temporales y arriba acoger¨¢ un centro de documentaci¨®n sobre la figura del dise?ador y una escuela de formaci¨®n en moda con vocaci¨®n internacional. Lo explica Mar¨ªa Jes¨²s Aramburu, diputada foral del Departamento de Cultura y Euskera: "Ser¨¢ un foco de formaci¨®n continua para impulsar la investigaci¨®n y el conocimiento con seminarios y cursos, adem¨¢s de un nexo de uni¨®n con otros centros de moda de Londres, Mil¨¢n, Par¨ªs y Barcelona". Las instituciones involucradas tienen tanto inter¨¦s en demostrar que las pol¨¦micas forman parte de otro equipo del pasado que incluso la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, accede a realizar unas declaraciones: "Los juicios siguen avanzando y no deben detenernos. Cuando llegu¨¦ al Ministerio de Cultura, puse en orden todo lo que estaba pendiente y era fundamental conseguir la implicaci¨®n de todas las Administraciones que hoy est¨¢n involucradas. El sector de la moda en Espa?a vive un momento importante a nivel internacional y Balenciaga fue un gran creador con una influencia muy clara hoy d¨ªa".
Las expectativas son altas. En un pueblo de 2.700 habitantes, con vi?edos, buen pescado y olas para surfistas, su alcalde, Andoni Aristi (PNV), est¨¢ ilusionado con los futuros visitantes: "Colocaremos a Getaria en el mapa". Mientras, tendr¨¢n que perfilar la experiencia Balenciaga. La casa natal del dise?ador est¨¢ casi abandonada. La diputada Aramburu aconseja que, al menos, le den una capa de pintura. Alguien del museo dice que m¨¢s vale echar un ojo a la tumba de Crist¨®bal, fallecido en 1972 y enterrado en el cementerio municipal. Givenchy quiere visitar a su amigo el 7 de junio.
Disparando Balenciaga Por Manuel Outumuro
El encargo del Ministerio de Cultura y el Museo Balenciaga de fotografiar los trajes de este gran maestro de la moda supuso una enorme ilusi¨®n y un reto profesional. Hay en la obra de Crist¨®bal Balenciaga algo imperceptible, algo dif¨ªcil de captar con una c¨¢mara y que va m¨¢s all¨¢ de las formas, las texturas y los colores. Algo que, partiendo de patrones innovadores, nos revela el concepto que ¨¦l ten¨ªa de la silueta femenina: un concepto de mujer escultura, nunca de mujer escultural.
Imagino a las mujeres que vest¨ªan Balenciaga, sobrias en su silueta y controladas en sus movimientos. Mujeres pioneras en el arte de vestir, orgullosas de compartir con el creador de su traje formas y l¨ªneas vanguardistas que anticipaban las tendencias de la historia de la indumentaria.
Hay muy pocos vestidos vaporosos en esta colecci¨®n. Proliferan los tejidos recios y gruesos que confieren al traje una sofisticada armadura, un elegante caparaz¨®n. Por eso, al plantearme c¨®mo fotografiar estas piezas pens¨¦ que su rigidez -unida al condicionante de disparar sobre un maniqu¨ª y no sobre una persona- aportar¨ªa una apariencia demasiado est¨¢tica. Despose¨ªdos del lenguaje corporal, situados en un decorado propicio e iluminados con esmero, descubr¨ª que esa rigidez proporcionaba a estos vestidos una gran fotogenia.
A trav¨¦s del objetivo, tuve el placer de observar en profundidad aut¨¦nticas obras de arte. Evocadoras esculturas capaces de emocionar y de transportarnos al misterio del cuerpo que un d¨ªa envolvieron.
Vislumbrar un ej¨¦rcito de maniqu¨ªs inm¨®viles, vestidos con sus mejores galas, haciendo cola a la entrada del plat¨® que construimos en San Sebasti¨¢n, fue inspirador y emocionante.
Estas sesiones se convirtieron en un enriquecedor recorrido, no solo a trav¨¦s de la historia de la indumentaria en la sociedad europea de mediados del siglo XX, sino tambi¨¦n a trav¨¦s de la vida y obra de un gran creador, de un gran maestro.
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