Lois en Sol
Como un sentimiento el¨¦ctrico, como una complicidad subterr¨¢nea, como una ola de reconocimiento en el mar del desarraigo celebro que nuestro peque?o pa¨ªs dedique un d¨ªa a las letras y que la fiesta de este a?o le haya correspondido a la memoria subversiva de Lois Pereiro.
Lois pertenece a esa secreta hermandad de los que miran la revoluci¨®n desde el m¨¢s all¨¢ y siguen reivindicando el verso atronador de los desamparados. Los que siguen albergando el sue?o hu¨¦rfano de la modernidad, como un Rimbaud del Lemos, al que Madrid fue su ?frica, su colza, su chatarra, su desgracia. En Lois habita ese ¨¦xtasis destructivo, el gesto punk que radicaliz¨® las aceras de la d¨¦cada de los ochenta con su qu¨ªmica d¨®nde se mezclaron The Clash, Rosal¨ªa y la dexidrina.
Estaba en esa hermandad, jugaba en esa liga de perdedores orgullosos
Precisamente desde ah¨ª, desde ese prospecto, hablo y no puedo evitar pensar que Lois y Rimbaud estar¨ªan tambi¨¦n acampados en la Puerta del Sol llamando a las puertas del cielo sin otra esperanza que la escritura de ese cartel quiz¨¢s in¨²til pero brillante como el aullido de una generaci¨®n sin esperanza. ?Es triste pedir!
En este malec¨®n de la gram¨¢tica y la pol¨ªtica he meditado estos d¨ªas sobre la caduca ideolog¨ªa de los grandes partidos, sobre la servidumbre voluntaria con que nos entreguemos en cuerpo y alma a las mollejas del sistema capitalista, sobre la extra?a cordura con que alimentamos la esperanza de ir pagando a plazos la impostura que unos y otros han impuesto sobre el trazado de nuestras vidas. Tambi¨¦n sobre ese desenga?o sobre el que han ca¨ªdo r¨¢pidamente las formaciones sedientas de votos. Ya se sabe que donde hay descontento hay alternativa. Ya se sabe que todo movimiento acaba convirti¨¦ndose en una instituci¨®n.
Los poetas sirven quiz¨¢s para alimentar la erupci¨®n de una revoluci¨®n amorfa, para calentarnos la sangre con otra alteridad posible, para poner un hemistiquio en el dazibao de la plaza, para incendiar con un discurso los balcones de la Rep¨²blica. Lois estaba en esa hermandad, jugaba en esa liga de perdedores orgullosos.
Est¨¢ bien que Galicia celebre a sus m¨¢rtires y no cabe duda de que el D¨ªa das Letras es una fiesta que une. Este a?o, en plena campa?a electoral, muchos han esbozado un perfil cordial del menos "cordial" de los poetas, pero se supone que la buena intenci¨®n y las flores suplen la descortes¨ªa y que la ignorancia puede atreverse incluso a teorizar sobre un jazm¨ªn encendido.
En cualquier caso, es mayo, mes de las flores, de los arados y las revoluciones, y en ¨¦ste del a?o en curso han coincidido varios estribillos revolucionarios en los libros que se llevar¨¢ el viento o que ser¨¢n catalogados en bibliotecas y archivos. Pereiro, ya digo, se une al campamento de la Puerta del Sol, kil¨®metro cero de nuestra paranoia. Curiosamente bajo el luminoso del T¨ªo Pepe cuyo edificio pronto ser¨¢ convertido en sede de esa pecaminosa manzana de una multinacional inform¨¢tica ?Ser¨¢ pecado sustituir al fino por la fruta del para¨ªso? ?Una herej¨ªa subvertir el s¨ªmbolo? ?Qu¨¦ dir¨ªa Lois entre tanto twitter? ?D¨®nde ir¨ªan a dar sus 140 caracteres?
El banquete de los mendigos tiene la complejidad de un sue?o. Suele pasar que cuando los comensales sacian el apetito el fest¨ªn acaba en reyerta. Tambi¨¦n en que los l¨ªderes del condumio son fichados por la multinacional de la inform¨¢tica para seguir controlando el movimiento desde dentro de la m¨¢quina. En ese canto perpetuo a la desesperanza, en ese devenir de las revoluciones, hay todav¨ªa esp¨ªritus puros que han pagado su valent¨ªa con la toxicidad del mundo. Lois es uno de ellos.
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