La hora del arquitecto joven y la vivienda ¨²til
La crisis acaba con el culto a las construcciones de las grandes estrellas - Las nuevas generaciones copan hoy los premios internacionales - Frente al genio y la osad¨ªa, se demanda eficacia
Un mill¨®n de pisos vac¨ªos y 300.000 familias desahuciadas. Algo no cuadra en las cuentas de las viviendas espa?olas. La crisis del ladrillo se llev¨® por delante al propio Ministerio de la Vivienda (ahora bajo Fomento). Y ha despertado un entramado de rentables desajustes entre inmobiliarias y bancos que ha dejado a buena parte de la poblaci¨®n consciente de su inconsciencia al aventurarse a firmar una hipoteca que nunca debieron contratar. Con todo, m¨¢s all¨¢ de poner en cuesti¨®n la costumbre nacional de comprar vivienda en lugar de alquilarla, y de plantear por qu¨¦ sucede eso, la crisis tambi¨¦n ha servido para poner en crisis tipos de construcci¨®n y para preguntarse si son los arquitectos de m¨¢s renombre los que han firmado las mejores viviendas.
Investigar en pisos sociales exige tiempo y el famoso no lo tiene
Solo el portugu¨¦s ?lvaro Siza ha hecho VPO en varias ciudades del mundo
"Hay que ajustarse en todo, incluidos los honorarios", dice un Premio Nacional
"Durante a?os", cree un joven, "hemos hecho arquitectura de objetos"
Los profesionales piensan que est¨¢n reconectando con la sociedad
Se valora lo necesario por encima de lo anecd¨®tico
Por lo visto, en los ¨²ltimos a?os la respuesta es que no. En Espa?a, equipos j¨®venes y nacionales concentran los m¨¢s recientes galardones de arquitectura en los que han competido con profesionales galardonados con el premio Pritzker. Ha quedado claro que la osad¨ªa arquitect¨®nica, el genio o la b¨²squeda de cualidades p¨²blicas no hace las mejores viviendas. En los bloques de los barrios, el trabajo no se ve. Se vive dentro. Apenas sale en las revistas, pero cambia la vida de los ciudadanos. ?Por qu¨¦ los arquitectos m¨¢s reconocidos no firman las mejores viviendas?
"Lo que requiere la investigaci¨®n en vivienda social es tiempo, tiempo para conocer las condiciones locales: los materiales, los sistemas constructivos, los clientes y las costumbres", explica el arquitecto Jaume Coll (Palma de Mallorca, 1964), ganador con Judith Leclerc (Montreal, 1967) del ¨²ltimo Premio Nacional de vivienda de Catalu?a. Y, al parecer, son muchos los arquitectos estrella con poco tiempo para pisar el solar. En la lista de los Pritzker, de Frank Gehry a Norman Foster pasando por Rafael Moneo, solo el portugu¨¦s ?lvaro Siza ha levantado vivienda social en varias ciudades del mundo. Pero no deja de ser curioso que ni siquiera el arquitecto comunista Oscar Niemeyer se haya preocupado nunca por levantar vivienda social. "Se trata de ajustarse en todo, incluidos los propios honorarios", continua Coll. As¨ª las cosas, ?A qu¨¦ obedeci¨® la fiebre por contratar estrellas de la arquitectura como el brit¨¢nico David Chipperfield, el norteamericano Thom Mayne o los holandeses MVRDV para transformar barrios como los madrile?os Carabanchel y San Chinarro?
Miguel ?ngel Prieto, arquitecto y director de proyectos y obras en la Empresa Municipal de la Vivienda y el suelo de Madrid (EMV) reconoce que las intervenciones de esos proyectistas de ¨¦xito mundial no han sido siempre aplaudidas por los ciudadanos. Cree que a veces incluso han muerto de ¨¦xito, "generando un turismo arquitect¨®nico que al final molesta a los usuarios". Explica que la idea de contactar a estrellas internacionales quer¨ªa contaminar su producto de excelencia: "Era un momento en que pod¨ªamos buscar otras f¨®rmulas no solo para contentar al usuario sino tambi¨¦n para colaborar en la construcci¨®n de otra imagen de la ciudad". Aunque muchas de esas estrellas eran invitadas (frente a la participaci¨®n en concurso que se les exige a los espa?oles) asegura que no trabajaban con presupuestos m¨¢s holgados. Hoy, el edificio Carabanchel 21 que se est¨¢ concluyendo, es el ¨²ltimo de esa serie. Lleva la firma del autor del Isozaki Atea de Bilbao o del Palau Sant Jordi de Barcelona, el japon¨¦s Arata Isozaki, y el presupuesto por metro cuadrado es, indica Prieto, de 500 euros.
En Sevilla, el soci¨®logo y urbanista Luis G. Tamarit no opina lo mismo. ?l estuvo a cargo de la pol¨ªtica de vivienda en Andaluc¨ªa. Y, entre 1988 y 2008, potenci¨® la vivienda de autoconstrucci¨®n que daba trabajo a los j¨®venes, resultaba un 40% m¨¢s barata que la de promoci¨®n p¨²blica y enlazaba con la tradici¨®n de la zona. Levant¨® 3.500. Pero algo ocurri¨®. "Cuando lleg¨® la ola neoliberal, la autoconstrucci¨®n rechinaba con una pol¨ªtica "moderna" de vivienda. Parec¨ªa algo antiguo, poco eficaz. Fue sustituida por nada", se lamenta. Hoy Tamarit se dedica a la cooperaci¨®n internacional. En Marruecos y en Sudam¨¦rica no les parece que la autoconstrucci¨®n sea una manera poco eficaz de levantar viviendas.
Si funcionaron las estrellas, ?por qu¨¦ no se ha vuelto a contar con ellas? "Los tiempos han cambiado y sentimos que debemos apoyar a los arquitectos con concursos abiertos y puestos de trabajo", responde Prieto, de la EMV. ?l considera que los arquitectos j¨®venes "son los que tienen mayor empuje y m¨¢s ganas de innovar y romper pautas", pero asegura que eso no siempre se traduce en mejores viviendas. Los ¨²ltimos premios no le dan la raz¨®n.
"El trabajo en la vivienda social es muy dif¨ªcil. Tiene presupuestos y honorarios ajustados y requiere una gran dosis de ilusi¨®n, dedicaci¨®n y austeridad, par¨¢metros m¨¢s vinculados a los estudios j¨®venes que a los establecidos", explican los arquitectos David Casino (Santander, 1975) y Bernardo Angelini (Caracas, 1973). Ellos han ganado este a?o el mayor premio de la Bienal Espa?ola de Arquitectura por unas viviendas sociales en Mieres (Asturias) tras haber pasado por los estudios de Zaha Hadid y Alejandro Zaera. Por eso sostienen que el hecho de que la vivienda social sea uno de los campos en los que la Administraci¨®n ha organizado m¨¢s concursos de acceso libre ha supuesto una v¨ªa para que los estudios j¨®venes pudieran emprender su carrera profesional. Ellos lo han hecho. Pero su f¨®rmula no ha sido la de "construir la imagen de la ciudad" que mencionaba Prieto. Se han concentrado en repararla. As¨ª, al describir sus viviendas ganadoras en Mieres, hablan de "romper el patio tradicional". ?Romper, desencajar nos retrata como sociedad? "Es m¨¢s inteligente cambiar las cosas a partir de lo existente y conocido, pues sabemos c¨®mo funciona. Eso es aplicable a una sociedad, pero nosotros remodelamos un urbanismo r¨ªgido que no funcionaba. Lo hicimos dialogar con el paisaje e introdujimos el sol en la plaza interior de las viviendas". Eso fue todo.
Jaume Coll cuenta que el t¨¦rmino indio jugaad significa "la improvisaci¨®n creativa con recursos limitados". Se trata de un tipo de creatividad que surge de abajo a arriba: "El operario es el que sabe c¨®mo hacer una pieza m¨¢s barata". Y recuerda que el propio Vikas Swarup, diplom¨¢tico y autor del gui¨®n de ?Quiere ser millonario? lo explica en la pel¨ªcula. "Hay que impregnarse de esta actitud para desarrollar vivienda social novedosa que apunte al futuro", insiste. Experto en vivienda social, el a?o pasado sus pisos en Pardinyes, el barrio trasero de la estaci¨®n del AVE en Lleida, fueron premiados por acercarse a la gente. Los pisos, de alquiler y 58 metros cuadrados, fueron considerados la mejor vivienda social levantada en Catalu?a por estar dise?ados con las ventajas de los espacios abiertos pero evitando sus sacrificios. As¨ª, sin desperdiciar un cent¨ªmetro, Coll y su socia, Judith Leclerc, demuestran que es posible vivir sin estrecheces f¨ªsicas -gracias a un juego de puertas correderas que permite sumar espacios-, pero a la vez consiguen rincones para la intimidad. La clave est¨¢ en que han sabido dividir los metros sin romperlos.
Tambi¨¦n en Parla (Madrid) los proyectistas Oscar Rueda y Mar¨ªa Jos¨¦ Pizarro viven en una vivienda de protecci¨®n oficial y han aprendido en carne propia las ventajas de aprovechar el espacio. Por eso, los pisos que ellos mismos han dise?ado con amplias zonas comunitarias, protecci¨®n solar y recogida de agua en cubiertas son espacios transformables, como la propia vida de sus j¨®venes habitantes.
Son muchos los proyectistas que coinciden en que el problema estriba en que lo que cambia la vida de la gente no es solo el edificio donde se encuentra su vivienda. Es clave c¨®mo se relaciona este con el barrio. "Hemos pasado muchos a?os preocupados por una arquitectura de objetos en lugar de preocuparnos de dise?ar la ampliaci¨®n de la ciudad. Ahora nos toca reparar", explica Luis Diaz-Mauri?o. ?l, M¨®nica Alberola y Chinina Martorell ganaron el premio a la mejor vivienda social en la ¨²ltima Bienal de Arquitectura espa?ola, el term¨®metro que juzga dos a?os de arquitectura nacional. Con todo, Casino y Angelini son m¨¢s optimistas: "Empezamos a vislumbrar algunos cambios que hacen pensar que despu¨¦s de muchos a?os de culto al edificio autista, la arquitectura comienza a reconectar con la sociedad y tambi¨¦n con el lugar; sin embargo, todav¨ªa hay un ADN urban¨ªstico previo que dificulta este cambio. Ser¨ªa interesante plantear propuestas que modifiquen ese patr¨®n (que diferencia radicalmente lo p¨²blico y lo privado) y que permitieran generar espacios intermedios que retomen el di¨¢logo con la calle".
Desde Barcelona, tambi¨¦n Emiliano L¨®pez (Buenos Aires, 1971) sostiene que el problema principal es el urbanismo. "Los planeamientos con los que se est¨¢n proyectando las periferias de las ciudades no est¨¢n poniendo en valor la calle. Plantean densidades demasiado bajas para que existan comercios que animen la calle. No tienen escala de peat¨®n, funcionan a la escala del veh¨ªculo y con un centro comercial que aglutina servicios, comercio, ocio, y hasta cultura. Un disparate", opina. ?l y M¨®nica Rivera (San Juan de Puerto Rico, 1972) ganaron el premio FAD de arquitectura con un edificio de viviendas de alquiler para menores de 35 a?os, en Sant Andreu (Barcelona) en el que construyeron un espacio flexible de terrazas-corrala que hac¨ªa posible desayunar al sol para invitar a la convivencia entre vecinos.
Una f¨®rmula parecida fue utilizada en Huesca por Alejandro San Felipe y Francisco Lacruz cuando dise?aron un edificio, con puertas de acceso a los pisos por la terraza, que tambi¨¦n se hizo con el galard¨®n a la mejor vivienda de protecci¨®n oficial en el a?o 2006. Todos esos premios de vivienda social hablan en voz alta. Se valora lo necesario por encima de lo anecd¨®tico. Se aplaude la obra de unos arquitectos desconocidos por encima de trabajos de otros proyectistas, incluso arquitectos con el Premio Pritzker, autores de viviendas peor resueltas. De la misma forma que un gran chef no tiene tiempo de pelar patatas, puede que una estrella de la arquitectura se haya alejado ya, irremediablemente, de la vida en 50 metros cuadrados.
"Los arquitectos compiten a ver qui¨¦n hace el bloque m¨¢s divertido, colorido y banal que no deja de ser entendido como un objeto. Y la suma de objetos no hace ciudad", sostiene L¨®pez. La antigua preocupaci¨®n por la calle, discutida desde los a?os sesenta, ha vuelto con la crisis al debate arquitect¨®nico. Y los que mejor conocen la calle est¨¢ claro que son los que la patean a diario.
No todas las VPO tienen que ser iguales
A pesar de que sigue sin haber casa para todos, las viviendas de protecci¨®n oficial (VPO) son hoy m¨¢s sostenibles que nunca. Una directiva de la Uni¨®n Europea fija que, para 2020, los pisos tengan un consumo de energ¨ªa casi nulo y que esa energ¨ªa provenga de fuentes renovables. El Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitaci¨®n trabaja para adaptar el c¨®digo t¨¦cnico espa?ol a esas normas. Pero adem¨¢s, el ¨²ltimo aprobado en 2008 por la entonces ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, defini¨® pisos a la carta: dise?ados seg¨²n las necesidades de cada familia. As¨ª, los pisos ya no tienen que tener una dimensi¨®n espec¨ªfica, aunque el Estado financie hasta 90 metros cuadrados. Y existen alojamientos protegidos, de alquiler, para colectivos vulnerables (mayores, v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero, familias monoparentales, personas con discapacidad) y colectivos espec¨ªficos (de la comunidad cient¨ªfico-universitaria). "La diferencia respecto a las viviendas comunes es que los alojamientos disponen de una parte de usos privados para las personas y de otra de servicios comunes como lavander¨ªa, salas de ocio o estudio", explica la hoy secretaria de Estado de Vivienda y Actuaciones Urbanas.
Los actuales planes estatales de VPO incluyen la rehabilitaci¨®n y en su redacci¨®n participan representantes de los ciudadanos: "Uno de cada sindicato, uno del Consejo de la Juventud, uno del Consejo Estatal de las Personas Mayores, otro del Consejo de Consumidores y Usuarios, del Foro para la Integraci¨®n Social de los Inmigrantes y del Consejo de la Discapacidad", explica Corredor.
Tambi¨¦n asegura que el dise?o es competencia exclusiva de las comunidades aut¨®nomas y que no todas han legislado sobre este tema: "Algunas son muy flexibles y facilitan la innovaci¨®n, otras adolecen de una excesiva regulaci¨®n que dificulta la adaptaci¨®n a nuevas situaciones y usos", asegura sin querer especificar m¨¢s. "Ser¨ªa deseable una mayor homogeneidad y flexibilidad en estas normas", sostiene. La exministra valora las nuevas VPO como "adaptadas a la austeridad y a las necesidades de quienes las habitan". "Nuestra arquitectura sigue cosechando importantes premios pero quiz¨¢s ya no tanto por la espectacularidad de los dise?os como por su adaptaci¨®n a las necesidades de los usuarios", dice. La recuperaci¨®n de la vida en la calle y la reactivaci¨®n del comercio de proximidad son hoy, sostiene, ejes estrat¨¦gicos de la pol¨ªtica estatal de vivienda: "La idea es avanzar hacia el modelo europeo de ciudad, frente al desarrollo extensivo de barrios perif¨¦ricos que primero a¨ªslan a sus vecinos y exigen despu¨¦s nuevas infraestructuras y equipamientos", dice.
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