Un marciano duro y sentimental
Contador gana la cronoescalada y se emociona al dedicar la victoria a Tondo
El otro d¨ªa, en Gardeccia, le preguntaron si la consciencia de que una decisi¨®n pr¨®xima y negativa del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) sobre su positivo por clembuterol en el pasado Tour podr¨ªa hacer que este Giro fuera su ¨²ltima carrera en cierto tiempo, de ah¨ª su rabia, su excelencia, su bulimia... Contador respondi¨® que para nada. "Tengo siempre motivaciones suficientes en mi carrera como para necesitar otra", dijo con palabras de campe¨®n, de aquel para quien la victoria es la principal obligaci¨®n.
El ciclista de Pinto ha convertido el Giro de su exhibici¨®n en una sucesi¨®n de cronoescaladas, de ascensiones en solitario -y hay tantas etapas que acaban en alto: ya van seis y quedan dos- en las que acumula ventaja sobre sus rivales -y ya van 4m 58s sobre el segundo, Scarponi, duro, resistente-.
Por ello, para ¨¦l, para el mejor, el que la subida al Nevegal se hiciera oficialmente como cronoescalada no deber¨ªa tener un significado especial. Otra oportunidad, sin m¨¢s, para ganar segundos al ritmo casi constante de seis-siete por kil¨®metro. Un d¨ªa m¨¢s. As¨ª, sin matices, de Contador saldr¨ªa el retrato de un marciano mec¨¢nico, sin altibajos, una m¨¢quina o as¨ª.
Y no es eso. Hab¨ªa m¨¢s razones posibles.
Tambi¨¦n podr¨ªa pensarse que, como Contador nunca hab¨ªa ganado vestido de rosa, le hac¨ªa ilusi¨®n el detalle o quiz¨¢ que, como tampoco, curiosamente -o no: tampoco ha habido tantas en los ¨²ltimos a?os-, se hab¨ªa impuesto en una cronoescalada, necesitaba una victoria del g¨¦nero para rellenar m¨¢s su historial y, de paso, borrar de su boca el regusto amargo de la ¨²ltima gran cronoescalada disputada y perdida, aquella de la Vuelta de 2008 en la que se empe?¨® en subir Navacerrada con la cabra y fue superado por su compa?ero Leipheimer. Quiz¨¢, pero no o... no del todo.
Terminada la corta carrera, apenas media hora de esfuerzo, Lastras, compa?ero de equipo, amigo, de Tondo, el ciclista fallecido el lunes aplastado por su propio coche contra la puerta del garaje, contaba que el d¨ªa siguiente era peor, mucho peor. "Me met¨ª en la cama pensando que lo hab¨ªa asimilado, pero a las seis me despert¨¦ y no pude sino dar vueltas en la cama, dar vueltas en la cabeza a todo", dijo Lastras, cuyo Movistar pelea por la victoria por escuadras; "es que en poco tiempo vi que me llevaba muy bien con ¨¦l. Daba gusto hablar con ¨¦l...".
Contador no convivi¨® tanto con el de Valls, pero no importaba. Nada m¨¢s conocer la noticia, tom¨® una decisi¨®n. "Decid¨ª ganar la etapa para dedic¨¢rsela a Xavi", dijo ayer. Lo dijo, lo hizo y, con sus miradas al cielo y la manera tan triste de descorchar la botella de prosecco sin regar de espuma al respetable, carg¨® de emoci¨®n, ¨¦l, el marciano inmune al fr¨ªo o al calor, la ceremonia del podio, seguida en apasionado silencio por los aficionados.
Aparte de eso, de la forma sentida de celebrar el triunfo que permite afirmar que este Giro es el m¨¢s espa?ol -seis triunfos de etapa hasta ahora, como en 1974, cuando Tarangu [Fuente] gan¨® cinco y Lazcano una, pero con el a?adido de una casi segura victoria en Mil¨¢n-, el resto fue rutina con una excepci¨®n que afecta a la imagen que la afici¨®n italiana, la m¨¢s amante del ciclismo, pueda tener de Contador. Nibali, al margen de proclamar "marciano" al madrile?o, dijo que era un honor ser "segundo" tras ¨¦l, Scarponi no dijo nada -pero seguir¨¢ peleando por ser segundo- y el presidente del jurado expuls¨® al mec¨¢nico favorito de Cantador, Faustino Mu?oz, fogoso t¨¦cnico, por abrir la puerta del coche en marcha, a dos kil¨®metros de la cima, y golpear con ella a un muchacho que, en su opini¨®n, molestaba.
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