Adolescentes caldeando Internet
Una 'charla de ciencias' destripa entre escolares el chat y las redes sociales
Los dos investigadores de Grandiant, el Centro Tecnol¨®xico de Telecomunicaciones de Galicia, Lilian Adkinson y Andr¨¦s Est¨¦vez, cumplieron como era de esperar, destripando de cabo a rabo todos los ingredientes que intervienen en el uso de Internet, su mara?a de resortes y canales. Pero no midieron bien ellos los tiempos ni los anfitriones, en la sede de la Fundaci¨®n Barri¨¦ en Vigo, la temperatura del aire acondicionado. Los estudiantes de ESO y Bachillerato convocados para esta charla de ciencia se engancharon a la oportunidad de chateo que se les abri¨® a la media hora de la disertaci¨®n y as¨ª pasaron la hora y media restante, tan ajenos al fr¨ªo ambiente como a la lecci¨®n.
La Fundaci¨®n Barri¨¦ ha programado estas Charlas de Ciencias como un ciclo de encuentros dirigidos a centros educativos, para abundar en la orientaci¨®n did¨¢ctica y complementaria del curr¨ªculo escolar. Ayer acudieron 37 alumnos de los institutos Chan do Monte, de Mar¨ªn, y Santa Irene, de Vigo, con sus profesores de inform¨¢tica.
De los 37 chavales que asistieron solo uno no dispon¨ªa de ordenador en casa
Las prevenciones de seguridad parecieron no calar en ninguno
Apenas hubo otro di¨¢logo con los ponentes, j¨®venes y brillantes, que las t¨ªmidas respuestas a mano alzada que suced¨ªan perezosamente a sus requerimientos: esa suerte de displicencia de los adolescentes, todos ellos de 17 a?os. No son f¨¢ciles de llevar, es cosa bien sabida, y por lo com¨²n sufrida, por padres y profesores. Todos los que asistieron a la charla, menos uno, cuentan con ordenador en sus casas, ninguno para su uso exclusivo. Tampoco lo tuvieron en la charla: 15 pantallas para compartir en grupos.
"En Internet la comunicaci¨®n es fr¨ªa, no sabemos el estado de ¨¢nimo de quien manda el mensaje, contra lo que sucede con la comunicaci¨®n telef¨®nica, por ejemplo, y por eso se crearon los emoticonos", avanzaba el investigador Est¨¦vez en un terreno trillado para su audiencia: casi todos disponen ya de e-mail, de messenger e incluso, un tercio de ellos, de m¨¢s de un buz¨®n. As¨ª que dieron un respingo participativo cuando los ponentes anunciaron unas pr¨¢cticas de correo electr¨®nico a partir de usuarios num¨¦ricos generados en Gmail. Ah¨ª estall¨® la cosa, m¨¢xime cuando comprobaron que el asunto de cada mensaje saltaba a la pantalla que presid¨ªa el acto: "Desde que te vi entrar por la puerta..." fue el primero, que extendi¨® la risa tonta y anim¨® participaci¨®n y di¨¢logo entre los n¨²meros repartidos.
"Compra patatitas", ped¨ªa uno (o una). "Viva Chesco", propon¨ªa otro, a los que luego se sum¨® un "Viva Francesco y Xavi", "Visca Bar?a", "La cuarta ser¨¢ en Wembley", enunciados tan pretenciosos como "Soy el mes¨ªas" o "Soy tu dios" y proclamaciones tan expl¨ªcitas como "Estoy enamoradinho", o la s¨²plica de "Venga, dime que s¨ª". "Sois todos unos cuates", reprob¨® otro. Las turbulencias de Internet, al cabo, en las mentes de los mozalbetes, riendo y disfrutando con el ordenador como adolescentes.
Este ¨¢gora qued¨® sepultado en la pantalla central por sucesivas secuencias de esquemas y datos de usuarios -m¨¢s de 500 millones en todo el mundo, m¨¢s de 30 billones de contenidos diferentes- y de los diversos soportes que componen las redes sociales, donde cada usuario de las mismas dispone de una media de 130 "amigos", que Est¨¦vez se entretuvo en diferenciar de los amigos reales y conocidos presencialmente para tratar de sentar algunos principios b¨¢sicos: "No aceptes solicitudes de amistad de personas desconocidas" o "Los avisos sobre el lugar donde te encuentres pueden ser peligrosos".
No parec¨ªa que esas invocaciones a la seguridad, as¨ª como la de las propias comunicaciones a partir del cambio de contrase?as, surtieran mucho efecto. Los chavales segu¨ªan con su tiza, m¨¢s pendientes de teclear subrepticiamente, engordar su propio enredo y taparse las risas que les suscitaban, hasta que una pregunta de Est¨¦vez, elevando la voz al repetirla, les arrancaba de su distraci¨®n: "?C¨®mo, qu¨¦?"... "Que si alguien sabe lo que es un virus", insist¨ªa el investigador. Nadie encontraba respuesta...
"Lo analizaremos el lunes, pero creo que ha sido una experiencia positiva", valor¨® al final Francisco Garc¨ªa, profesor del Santa Irene, un punto quejoso de las condiciones en que se desarroll¨® el acto por las dificultades de visi¨®n de la pantalla com¨²n y de audici¨®n. Y por el fr¨ªo, aunque ninguno de los chavales lo expres¨® m¨¢s all¨¢ de los frecuentes frotamientos que se aplicaban a los brazos desnudos para combatirlo. "Creo que sobr¨® la ¨²ltima media hora de recapitulaci¨®n". Todo lo hab¨ªan tocado ya en clase, "pero est¨¢ muy bien que vean que no queda en mera teor¨ªa, sino que tiene plasmaci¨®n y utilidad", concluy¨® Garc¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.