El fin del ciclo municipal progresista
El fin del largo ciclo de gobiernos progresistas en el Ayuntamiento de Barcelona ha superado el ¨¢mbito estricto de la ciudad y ha provocado un cambio del signo general de las elecciones municipales en Catalu?a, que hasta ahora ganaban las izquierdas. Se ha puesto punto final as¨ª al modelo catal¨¢n de comportamiento electoral vigente desde 1977, seg¨²n el cual la izquierda ganaba siempre en las elecciones municipales y generales, y el centro derecha nacionalista ganaba en las auton¨®micas. Este modelo se sustentaba sobre la idea de que en cada una de estas convocatorias se votaba seg¨²n su espec¨ªfica l¨®gica de ¨¢mbito local, catal¨¢n o espa?ol, que arrojaba distintos resultados en cada caso.
En Barcelona la inflexi¨®n se produjo cuando Portabella dej¨® en minor¨ªa al gobierno local
Esto ha pasado a la historia. El 22 de mayo se impuso una l¨®gica pol¨ªtica m¨¢s amplia que la local, impulsada con gran eficacia por las derechas interesadas en convertir unas elecciones municipales en otras cosas: en un castigo para el Gobierno socialista de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en el caso del PP; en una ratificaci¨®n del apoyo al reci¨¦n instaurado Gobierno de Artur Mas, en el caso de CiU.
Les ha salido redondo. Les ha permitido recoger una gran cosecha en forma de concejales, alcaldes, diputados y Gobiernos de casi todas las comunidades aut¨®nomas. Por una parte, la apuesta derrib¨® Gobiernos de izquierdas cuya gesti¨®n en sus respectivas comunidades contaba con muy amplia aprobaci¨®n, como en el caso de Arag¨®n, por ejemplo; por otra parte, aval¨® pol¨ªticas y Gobiernos de derechas con trayectorias indefendibles, es el caso de Valencia, por ejemplo. En Catalu?a, liquid¨® la mayor¨ªa de izquierdas que gobernaba el Ayuntamiento de Barcelona desde nada menos que 1979 y valid¨® el reparto desigual e injusto de los costes de la crisis emprendido desde la Generalitat por el Gobierno de Artur Mas en beneficio de las clases altas y adineradas.
La izquierda municipal estaba en retroceso en Catalu?a desde 2003 y en retirada desde 2007. En la ciudad de Barcelona, que marca el tono al conjunto, el punto de inflexi¨®n se produjo hace cuatro a?os, cuando Jordi Portabella, de Esquerra Republicana (ERC), decidi¨® dejar en minor¨ªa al gobierno municipal de Jordi Hereu. Abri¨® as¨ª un periodo de debilidad de la alcald¨ªa con la ilusoria idea de que eso le reforzar¨ªa a ¨¦l. Se equivocaba, lo que dinamitaba era la estabilidad y la imagen de buen gobierno acreditada durante tres d¨¦cadas, como pronto se vio y ahora se ha comprobado en las urnas. Luego, las izquierdas fueron ya derrotadas en las auton¨®micas de 2010. El voto de castigo a los socialistas por la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica por el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha sido, en Catalu?a, el segundo en medio a?o. Sin ¨¢nimo alguno de minusvalorar otras causas de ambas derrotas, puede afirmarse con justicia que el primer castigo a Zapatero lo pag¨® el presidente Jos¨¦ Montilla y el segundo lo ha pagado el alcalde Jordi Hereu.
Ahora queda por ver si ya basta con ambos castigos y cuando lleguen las pr¨®ximas elecciones legislativas el electorado catal¨¢n retorna, o no, a su comportamiento habitual y mantiene la mayor¨ªa de izquierdas en las elecciones a Cortes. La l¨®gica del momento pol¨ªtico apunta a un tercer castigo. Si se produce, colocar¨¢ a las derechas catalanas en un cuasi monopolio del poder. Ser¨¢, si llega, una situaci¨®n bastante mejor que la disfrutada por los socialistas cuando, en 2003, accedieron al Gobierno de la Generalitat al tiempo que participaban en el Gobierno de Espa?a y dirig¨ªan todos los principales Ayuntamientos catalanes. La diferencia est¨¢ en que el PSC lleg¨® a esa cima de su poder institucional apoyado en una alianza con una Esquerra Republicana que tra¨ªa, en s¨ª misma, algunas de las condiciones esenciales para las futuras derrotas, como el mantenimiento de la radiotelevisi¨®n de la Generalitat en manos nacionalistas. En cambio, en el caso de CiU todo apunta a que los apoyos del PP en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Parlament no ser¨¢n en esta nueva fase tan onerosos para los nacionalistas como lo fueron para el PSC los que recibieron de los independentistas.
Lo que se ha configurado con las elecciones del d¨ªa 22 es, pues, la apertura de un ciclo de hegemon¨ªa pol¨ªtica total de las derechas, basada por vez primera en el dominio absoluto de las Administraciones locales y auton¨®micas, y en la perspectiva de ser completado con un retorno del PP al Gobierno de Espa?a en el plazo de un a?o o menos. Que eso suceda sobre el fondo de una crisis econ¨®mica no debiera sorprender.
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