Procesados 20 cargos militares de El Salvador por matar a Ellacur¨ªa
El juez les acusa de asesinato y cr¨ªmenes de lesa humanidad
El rector de la Universidad Centroamericana (Uca), el jesuita espa?ol Ignacio Ellacur¨ªa, se hab¨ªa convertido en una amenaza para los sectores m¨¢s reaccionarios del Gobierno y el Ej¨¦rcito de El Salvador. Su talante de di¨¢logo y sus esfuerzos para conseguir la paz entre la guerrilla revolucionaria del Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN) y el Ejecutivo fueron percibidos como un intento de acabar con la influencia de la Tandona, como se conoc¨ªa al grupo de militares que copaban los puestos de m¨¢xima responsabilidad en el Ej¨¦rcito durante la guerra que asol¨® el pa¨ªs entre 1982 y 1992. As¨ª que varios de sus miembros organizaron toda una campa?a de desprestigio contra ¨¦l y prepararon y ejecutaron su asesinato y el de otros cinco jesuitas, cuatro de ellos tambi¨¦n espa?oles. En la operaci¨®n militar muri¨® adem¨¢s la mujer y la hija del guardi¨¢n de la universidad.
Los soldados trataron de culpar de la matanza a la guerrilla del FMLN
Casi 11 a?os despu¨¦s de estos hechos, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ha procesado y ha ordenado la captura internacional del que era ministro salvadore?o de Defensa cuando se produjeron los hechos, Rafael Humberto Larios, y los 19 militares que idearon, organizaron y perpetraron la matanza. El magistrado considera que todos ellos habr¨ªan cometido los presuntos delitos de asesinato, terrorismo y cr¨ªmenes de lesa humanidad al haber aprovechado un "contexto inicial de guerra" para culminar una "vulneraci¨®n de derechos humanos" de car¨¢cter "xen¨®fobo" que tuvo como ¨²nico objetivo a los jesuitas de la Uca. En total, les corresponder¨ªan hasta 270 a?os de c¨¢rcel, de los que el juez exonera al expresidente Alfredo Cristiani, al que los querellantes apuntaban como encubridor de la masacre.
La resoluci¨®n de Velasco cuenta c¨®mo el plan para acabar con el jesuita espa?ol comenz¨® tras la ruptura de las negociaciones entre el Ejecutivo y la guerrilla y la posterior vuelta a las armas, a finales de octubre de 1989. El Ej¨¦rcito lanz¨® entonces una "operaci¨®n psicol¨®gica" consistente en emitir amenazas a trav¨¦s de todas las emisoras de radio, muchas de las cuales iban contra Ellacur¨ªa, al que se acusaba de "cerebro del FMLN", lo que, seg¨²n el juez, ten¨ªa por objeto "crear el clima adecuado para matar a los sacerdotes retrat¨¢ndolos como el enemigo".
El siguiente paso, concluido cuatro d¨ªas antes de los asesinatos, consisti¨® en registrar la Universidad Centroamericana, jaleada desde el Gobierno salvadore?o como "centro de planificaci¨®n" y "refugio seguro del FMLN" a trav¨¦s de las ondas, y en apostar un grupo de soldados a sus puertas para controlar a todos los que entraban o sal¨ªan. A pesar de lo infructuoso del registro, el ministro Larios orden¨® una nueva entrada en el centro en busca de "terroristas". Esta segunda intervenci¨®n fue ejecutada por la unidad de ¨¦lite del batall¨®n Atlacatl, la misma que finalmente perpetr¨® los cr¨ªmenes tres d¨ªas despu¨¦s, el 16 de noviembre. El juez cree que solo era la preparaci¨®n de la matanza.
El relato de su ejecuci¨®n es estremecedor. En su camino hacia la residencia de los sacerdotes, los soldados se encontraron con la esposa y la hija del guardi¨¢n de la universidad, que trataron de protegerse junto a los religiosos. Estos salieron alarmados del edificio, pero los miembros del comando les obligaron a tirarse en el suelo. Entonces, uno de los soldados dispar¨® contra Ellacur¨ªa y sus compa?eros Ignacio Mart¨ªn Bar¨® y Segundo Montes con un fusil AK-47 de fabricaci¨®n sovi¨¦tica, para tratar de simular que los asesinatos hab¨ªan sido cometidos por la guerrilla. "Esto es una injusticia. Eres escoria", es lo ¨²ltimo que acert¨® a decir Mart¨ªn Bar¨®, seg¨²n un testigo de su muerte.
Al mismo tiempo, otro militar disparaba contra la esposa y la hija del guardi¨¢n "mientras se agarraban la una a la otra". Cuando el sargento que estaba al mando descubri¨® que a¨²n segu¨ªan vivas, orden¨® a otro soldado que se asegurase de su muerte. Este descarg¨® por completo sobre ellas el cargador de su fusil M-16.
Adem¨¢s del exministro Larios, Velasco imputa estos delitos al exjefe de Estado Mayor Ren¨¦ Emilio Ponce; a los exviceministros Juan Orlando Zepeda e Inocente Orlando Montano; al exjefe del Estado Mayor Ren¨¦ Emilio Ponce; al responsable de la brigada de Infanter¨ªa Francisco Elena y a varios miembros del comando de ¨¦lite del batall¨®n Atlacatl que se encargaron de apretar el gatillo. Despu¨¦s de hacerlo, echaron la culpa a sus adversarios al dejar escrito en la pared: "El FMLN ejecut¨® a los enemigos esp¨ªas".
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