El proceso es el mensaje
La salida de Dominique Strauss-Kahn como jefe del Fondo Monetario Internacional ha supuesto para el G-20 de las econom¨ªas avanzadas y emergentes una oportunidad y un desaf¨ªo mientras rivalizan por seleccionar un nuevo dirigente. Es un momento de transici¨®n cr¨ªtico porque las econom¨ªas en ciernes que han permanecido eclipsadas durante la mayor parte de la existencia del FMI ser¨¢n las que dominar¨¢n en un futuro no muy lejano. Por tanto, la apertura del proceso de selecci¨®n para encontrar un nuevo director del FMI ser¨¢ clave no solo para la futura legitimidad de la instituci¨®n, sino tambi¨¦n para la noci¨®n misma de gesti¨®n econ¨®mica mundial basada en la cooperaci¨®n.
El FMI siempre ha tenido una enorme profundidad anal¨ªtica. Gracias al prodigioso liderazgo de Strauss-Kahn, ha cobrado fuerza como una instituci¨®n mejor capitalizada, m¨¢s motivada y con un alto rendimiento. En el periodo posterior a la crisis, sus funciones se han ampliado para abarcar una mayor "vigilancia" de la salud econ¨®mica de los pa¨ªses importantes para el sistema. Ha sido decisiva su transformaci¨®n en un secretariado experto que presta sus servicios al G-20 mientras este se esfuerza por coordinar la pol¨ªtica en un intento de lograr estabilidad, crecimiento y sostenibilidad en un mundo en el que a¨²n se imponen los intereses nacionales.
Merece la pena hacer esto colectivamente y como es debido, en vez de cumplir un plazo arbitrario
Hay algunos candidatos de pa¨ªses avanzados y emergentes con experiencia y extraordinarias aptitudes en los aspectos pol¨ªtico y de liderazgo. La macrogesti¨®n de las econom¨ªas emergentes no solo ha mejorado con el tiempo, sino que es claramente excelente. Su ¨®ptima situaci¨®n antes de la reciente crisis financiera, la eficaz respuesta en plena crisis y el control de los d¨¦ficits fiscales y la deuda soberana despu¨¦s, por no mencionar el restablecimiento del crecimiento, respaldan esta opini¨®n. La resistencia de estas econom¨ªas durante el periodo posterior a la cat¨¢strofe financiera mundial de 2008-2009 es la envidia de los pa¨ªses avanzados.
Esta cantera puede proporcionar un dirigente de primera categor¨ªa si las negociaciones internacionales no desembocan en acuerdos que dejen los m¨¦ritos en segundo lugar, como ha sucedido en el pasado en otros contextos. Esto deber¨ªa evitarse.
Pero hay mucho m¨¢s en juego que el hecho de terminar con uno de los varios candidatos perfectamente capaces. El proceso en s¨ª tiene una importancia cr¨ªtica. Los pa¨ªses avanzados necesitan a los emergentes como socios para gestionar la econom¨ªa mundial ya mismo, no solo dentro de unos a?os cuando las tornas hayan cambiado. Una buena gobernanza ahora constituir¨¢ un ejemplo.
Impedir un proceso abierto en el que se tenga en cuenta a todos los candidatos altamente cualificados transmitir¨¢ un mensaje equivocado -y de hecho destructivo- a un grupo de pa¨ªses en desarrollo grandes y en r¨¢pido crecimiento cuya importancia para el sistema es notable y va en aumento.
Concretamente, Europa no debe hacer valer su tradicional prerrogativa "una vez m¨¢s", porque el problema de la deuda soberana es un factor de riesgo considerable para la UE y la econom¨ªa mundial. El campo de b¨²squeda tampoco debe restringirse a los candidatos de las econom¨ªas emergentes simplemente porque "ahora son importantes para el sistema" o porque "quiz¨¢ con retraso, es su turno". Ninguno es el mensaje adecuado. Ambas opciones impiden avanzar en la construcci¨®n de la capacidad de gestionar conjuntamente el equilibrio econ¨®mico, el crecimiento y la equidad mundiales.
Los pa¨ªses del G-20, donde se encuentra la mayor parte de los votos del FMI, se enfrentan, por tanto, a un problema delicado. Aunque proyecten con toda la raz¨®n su creciente influencia, el mensaje que deben enviar es que los m¨¦ritos importan m¨¢s que el pa¨ªs de origen o el hecho de qui¨¦n gane el debate del "derecho al cargo" en esta ocasi¨®n. Si la discusi¨®n se centra en lo segundo, nadie saldr¨¢ ganando en lo que respecta al programa m¨¢s amplio de construir un gobierno mundial basado en la cooperaci¨®n.
El nuevo director gerente del FMI se estrenar¨ªa en el cargo con la certeza y la sensaci¨®n de que el apoyo y el entusiasmo de los interesados es desigual. Eso solo servir¨ªa para debilitar al nuevo l¨ªder y la instituci¨®n.
Aqu¨ª el problema es el marco. La se?al principal tiene que ser la calidad del proceso, no el resultado. En esencia, el proceso tiene que evaluar a los candidatos objetivamente en relaci¨®n con una serie de criterios de tipo t¨¦cnico y pol¨ªtico. En las actuales circunstancias, ser¨ªa leg¨ªtimo que uno de estos criterios fuese el conocimiento del contexto europeo y la capacidad para trabajar en ¨¦l. Pero es solo uno de ellos. Abordar firmemente, pero con realismo, los problemas fiscales y de deuda soberana similares que existen al otro lado del Atl¨¢ntico es otro. Reequilibrar y restaurar la demanda mundial con consecuencias positivas para el crecimiento y la sostenibilidad, la regulaci¨®n financiera eficaz y la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas monetarias y de tipo de cambio en torno a un nuevo conjunto de principios todav¨ªa por desarrollar son otros. Ser¨ªa un error centrarse exclusivamente en uno de ellos.
Las autoridades de algunos pa¨ªses han insinuado que merece la pena dedicar alg¨²n tiempo a hacer esto como es debido y colectivamente, en vez de cumplir un plazo arbitrario. Sin duda, es lo correcto. El FMI tiene suficiente profundidad t¨¦cnica y fuerza de liderazgo para seguir adelante, incluso sin un nuevo director gerente en el cargo (en gran parte, debido al legado de Strauss-Kahn). No ser¨¢ f¨¢cil hacer que la calidad del proceso sea el mensaje, independientemente del resultado en cuanto a la nacionalidad. Pero merece la pena hacer el esfuerzo. Si llega a buen puerto, transmitir¨¢ el poderoso mensaje de que, al menos en algunos ¨¢mbitos, la gesti¨®n de la integraci¨®n y la interdependencia mundiales no se ve arrollada por intereses nacionales, regionales o relacionados con el Estado de desarrollo.
Lo que se necesita es tiempo, y un proceso en el que intervengan todos los interesados del FMI, grandes y peque?os, y que desemboque en un consenso sobre el pr¨®ximo dirigente que tenga unas bases razonablemente objetivas. No todo ese proceso puede o debe llevarse a cabo en p¨²blico. La transparencia tiene sus l¨ªmites. Pero al final, el resultado deber¨ªa contar con un fuerte respaldo por parte de las econom¨ªas avanzadas y emergentes. Esa ser¨¢ la se?al de que el proceso ha funcionado. Tambi¨¦n ser¨¢ la s¨®lida y crucial base de apoyo inicial para el nuevo l¨ªder del FMI.
Michael Spence recibi¨® el Premio Nobel de Ciencias Econ¨®micas en 2001 y es asesor del 21st Century Council. ?Global ViewPoint. Traducci¨®n de News Clips.
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