Una dictadura personal
Francisco Franco ejerci¨® una ampl¨ªsima gama de poderes ejecutivos, legislativos y judiciales. A lo largo de su r¨¦gimen, la facultad ¨²ltima de decisi¨®n qued¨® siempre en sus manos. Extracto de un libro de Enrique Moradiellos
La fotograf¨ªa [reproducida en estas p¨¢ginas] refleja fielmente el final del proceso de encumbramiento del general Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, 1892-Madrid, 1975) al poder pol¨ªtico omn¨ªmodo en Espa?a, despu¨¦s de su victoria contra el bando republicano durante la Guerra Civil espa?ola (17 de julio de 1936-1 de abril de 1939). Permanecer¨ªa en el poder como "Caudillo de Espa?a por la Gracia de Dios" hasta su fallecimiento en Madrid por muerte natural el 20 de noviembre de 1975, a los 84 a?os de edad, despu¨¦s de una dolorosa y prolongada agon¨ªa de casi mes y medio.
Cuando la crisis sociopol¨ªtica espa?ola alcanz¨® su coyuntura cr¨ªtica en el primer semestre de 1936, Franco fue una de las piezas b¨¢sicas de la amplia conjura militar que se fragu¨® contra el Gobierno del Frente Popular surgido de la victoria electoral de las izquierdas en febrero de dicho a?o. Y cuando esa conjura desemboc¨® en la sublevaci¨®n del 17 de julio de 1936, Franco cumpli¨® su cometido con presteza: asegur¨® su ¨¦xito en las islas Canarias (donde el Gobierno le hab¨ªa desplazado) y pas¨® a Marruecos para ponerse al frente de las m¨¢s combativas y eficaces tropas espa?olas disponibles. Era un triunfo considerable puesto que la insurrecci¨®n hab¨ªa fracasado en la mitad m¨¢s poblada y urbanizada de Espa?a y hab¨ªa devenido en una guerra civil.
Los casi tres a?os de duraci¨®n de la contienda (1936-1939) fueron una etapa crucial en la vida de Franco y crearon el contexto ¨²nico para su fulgurante ascensi¨®n pol¨ªtica a la cumbre del Estado. En un primer momento fue uno m¨¢s de los generales sublevados que formaron en Burgos una Junta de Defensa Nacional que asum¨ªa "todos los poderes del Estado". Esa configuraci¨®n de un poder militar exclusivo en la Espa?a insurgente fue paralela a un intenso proceso de involuci¨®n social y pol¨ªtica que revelaba el sentido autoritario, reaccionario y contrarreformista del movimiento de fuerza en curso. Los sublevados se hab¨ªan alzado en armas con un doble objetivo: para frenar el ambicioso programa reformista aplicado por el Gobierno (cuyo santo y se?a era la reforma agraria en el sur latifundista, la descentralizaci¨®n y secularizaci¨®n del Estado, y un amplio abanico de medidas sociales progresistas); y para atajar el espectro de revoluci¨®n social que cre¨ªan percibir tras la movilizaci¨®n popular que hab¨ªa acompa?ado la victoria electoral de las izquierdas.
La prolongaci¨®n de la Guerra Civil y el crispado contexto internacional contempor¨¢neo exigieron que la junta militar colegiada asumiera la necesidad de concentrar el mando en una ¨²nica persona que pudiera actuar como comandante en jefe de las fuerzas insurgentes. Franco, que contaba entonces 43 a?os, recibi¨® de sus compa?eros de armas ese encargo porque ten¨ªa prestigio suficiente, carec¨ªa de competidores (Sanjurjo hab¨ªa muerto al inicio del golpe), dirig¨ªa las tropas que m¨¢s victorias lograban (los moros y legionarios que avanzaban hacia Madrid) y hab¨ªa logrado el vital apoyo militar y diplom¨¢tico de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini. En consecuencia, a finales de septiembre de 1936 la Junta le nombr¨® "General¨ªsimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire" y "Jefe del Gobierno del Estado Espa?ol", traspas¨¢ndole "todos los poderes del Estado". La dictadura militar colegiada se convert¨ªa as¨ª en una dictadura militar de poder personal cuyo ¨²nico y absoluto titular era Franco.
A partir de entonces, comenzar¨ªa propiamente a configurarse el r¨¦gimen pol¨ªtico denominado "Franquismo". Porque Franco no se content¨® con mantenerse como un simple primus inter pares y portavoz corporativo con relaci¨®n a sus compa?eros de armas que le hab¨ªan elegido para el cargo. Muy al contrario, al Ej¨¦rcito como pilar originario de su poder le sum¨® otras dos fuentes de legitimidad que apuntalaron a¨²n m¨¢s su incipiente autoridad omn¨ªmoda. Por un lado, la Iglesia cat¨®lica, que sancion¨® su esfuerzo b¨¦lico como una "Cruzada por Dios y por Espa?a" y proporcion¨® un catolicismo militante y beligerante que habr¨ªa de ser hasta el final la ideolog¨ªa suprema y omnipresente del regimen. Por otro lado, la Falange Espa?ola Tradicionalista, el partido ¨²nico configurado por amalgama y fusi¨®n forzosa de todas las fuerzas derechistas, que se convertir¨ªa en el instrumento clave para organizar a sus partidarios, suministrar fieles servidores administrativos y encuadrar a la sociedad civil (Organizaci¨®n Sindical, Secci¨®n Femenina, Frente de Juventudes).
El consecuente r¨¦gimen caudillista erigido sobre esos tres pilares, con el inexcusable apoyo germano-italiano, lograr¨ªa un triunfo incontestable en la Guerra Civil en abril de 1939. El "Caudillo de la Victoria" asentar¨ªa sobre ese triunfo absoluto las bases de la legitimidad de su "magistratura vitalicia y providencial" (con poderes ejecutivos, legislativos y judiciales), que se prolongar¨ªa durante casi cuarenta a?os, hasta su propia muerte en noviembre de 1975.
Ciertamente, a pesar de todos los cambios m¨¢s o menos profundos operados en el franquismo durante su larga existencia de casi cuarenta a?os, hubo un elemento permanente y constante que nunca sufri¨® menoscabo alguno: el enorme grado de concentraci¨®n de la autoridad omn¨ªmoda en una sola mano y persona. La realidad persistente es que el franquismo constitu¨ªa sobre todo una dictadura personal y as¨ª qued¨® recogido tempranamente en la legislaci¨®n que otorgaba al Caudillo una ampl¨ªsima gama de poderes ejecutivos, legislativos y judiciales. Como establecer¨ªa la Ley de Reorganizaci¨®n de la Administraci¨®n Central del Estado firmada por el propio Franco el 8 de agosto de 1939, correspond¨ªa al Caudillo "la suprema potestad de dictar normas jur¨ªdicas de car¨¢cter general" y radicaba en ¨¦l "de modo permanente las funciones de gobierno".
(...) Preservando siempre su condici¨®n de dictadura personal y el equilibrio entre sus tres pilares institucionales y sus "familias" pol¨ªticas, el franquismo experiment¨® una evoluci¨®n notable a lo largo de sus cuarenta a?os de existencia hist¨®rica. En cada una de esas etapas evolutivas predominaron una u otra de dichas instituciones y "familias", sin menoscabo del poder ¨²ltimo y decisorio del propio Caudillo. En el plano ideol¨®gico, sus dos principales se?as de identidad doctrinaria est¨¢n presentes en la imagen pintada en la pared de la fotograf¨ªa comentada: la "Patria", un nacionalismo espa?ol extremado y excluyente de la "anti-Espa?a" (los vencidos); y "Dios", un catolicismo integrista y fan¨¢tico; la simbiosis del nacionalcatolicismo del que Franco fue siempre celoso guardi¨¢n y beneficiario principal (como Cruzado de la Fe de Cristo). Desde 1936 y hasta el final de sus d¨ªas, casi cuarenta a?os despu¨¦s del inicio de la Guerra Civil, Franco fue un dictador carism¨¢tico cuya legitimidad sigui¨® residiendo en su victoria militar inapelable, en la sanci¨®n religiosa otorgada por el catolicismo espa?ol y en la identificaci¨®n de su persona y el inter¨¦s de la Patria.
La historia contempor¨¢nea en sus documentos, de Enrique Moradiellos. RBA Libros. Se publica el 23 de junio. Precio: 30 euros.
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