Diario Chino
Leo en los diarios de S¨¢ndor M¨¢rai el siguiente apunte: "Comida en restaurante chino cercano. Se sabe que es chino no tanto por lo que sirven como por lo que no ofrecen. No hay pan, ni mantequilla, ni ensalada, ni cuchillo".
Algo as¨ª puede aplicarse no s¨®lo a muchos restaurantes (y a muchas culturas), sino a la vida misma: se sabe lo que es precisamente por lo que no ofrece. Ni seguridad, ni certezas, ni esperanza. Ni pan, ni mantequilla, ni ensalada. Lo cual no significa nada intr¨ªnsecamente malo, como ese restaurante chino de M¨¢rai no era en absoluto criticado. La vida es, a pesar de tales ausencias, extra?amente feliz, tal vez por lo que no ofrece.
A todo esto, quiz¨¢ por todo esto, he decidido empezar un diario chino, no en chino, s¨®lo chino, como ese restaurante cercano de M¨¢rai que se define por lo que no ofrece.
"Un hombre que se tenga por libre no puede evitar, a menudo, ser cruel"
Un diario sin conclusiones, que no sin ideas. Nebuloso. ?No son as¨ª los d¨ªas? Lo que teje la ara?a, ?qu¨¦ es si no una trampa? As¨ª se justifican casi todas las conclusiones; est¨¢n formidablemente tejidas sin ser por ello ciertas.
Apunto en mi diario chino de estos d¨ªas algunas entradas:
Visita a la Feria del Libro, los libros devueltos parecen p¨¢jaros muertos.
La muleta del rey tiene claxon.
Todas las exageraciones a¨²pan una mentira.
Veo por la noche la pelea por el t¨ªtulo de los pesos pesados entre Rocky Marciano y Jersey Joe Walcott de 1952. La televisi¨®n es un invento formidable.
El ejercicio de la opini¨®n, aunque uno no la tenga, agota. Las apariencias, en cambio, son f¨¦rtiles.
Iracundo es una palabra muy fea, y sin embargo nos obligamos a ella. El enfado no es gran cosa. ?Me he enfadado mucho!, -dijo la se?orita T, sin saber que a nadie le importaba.
Todo el mundo se enfada, se enfada con otra gente que a su vez se enfada, no es posible que todos tengan la raz¨®n todo el tiempo. Ya lo avisaba Lincoln.
Lo fundamental, cabr¨ªa pensar, es no discutir. Discutir es en esencia confirmar las razones por las que los dem¨¢s nos detestan.
Si tuviese un cerebro, resolver¨ªa los enigmas m¨¢s grandes de la existencia, dec¨ªa el espantap¨¢jaros de El mago de Oz, y nos lo tom¨¢bamos a broma.
Lewis Carroll recomendaba llenar el primer borrador de una misiva de insultos, para borrarlos despu¨¦s. Cuando se dice algo, hay que apuntar hacia lo sensato, tirar el lastre de la ofensa por la borda.
Lo ¨²nico que no admite duda alguna en esta vida es el agotamiento. Y sin embargo, cuesta tanto defenderlo, carece de estructura... Se ignora el cansancio hasta que es demasiado tarde y por entonces el cansancio, lejos de reconfortar, nos consume.
El cansancio no es, en contra de la opini¨®n general, una excusa, m¨¢s bien una s¨®lida raz¨®n.
Antes am¨¦ a mujeres que ten¨ªan planes m¨¢s importantes que el amor. Ni que decir tiene que esos planes se cumplieron. Saber que mi mujer est¨¢ cerca me ayuda mucho a quererla. Nadie deber¨ªa ir muy lejos para besar lo que m¨¢s quiere.
La muleta del Rey tiene claxon. (Lo he apuntado dos veces porque me parece una noticia sorprendente, un enunciado imposible y tal vez por eso perfecto).
Entre la justa y a veces ?o?a celebraci¨®n del premio m¨¢s reciente otorgado a Leonard Cohen, he echado en falta que alguien recuerde la profunda crueldad de sus mejores versos:
"Lo que le ha sucedido a tu belleza le ha sucedido a mis ojos".
Un hombre que se tenga por libre no puede evitar, a menudo, ser cruel.
Que nadie se enfade. En el diario chino que imagino no hay que explicar nada, ni hay lugar para el enfrentamiento. Mi diario chino, tal como lo sue?o, es un lugar sin conflictos, ni pan, ni mantequilla, ni ensalada, ni cuchillo...
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