Indignados y pac¨ªficos
El 15-M desborda las previsiones y saca a la calle a 100.000 personas contra los recortes - El movimiento pasa p¨¢gina de los incidentes del Parlament
El 15-M en Barcelona se sacudi¨® ayer, de golpe, el fantasma de la violencia que amenazaba con absorber la energ¨ªa y la credibilidad de los indignados. Lo hizo con una manifestaci¨®n pac¨ªfica que desbord¨® todas las previsiones y se transform¨® en un nuevo desaf¨ªo ciudadano los recortes en sanidad y educaci¨®n, la corrupci¨®n pol¨ªtica y el sistema financiero global. Todos los mensajes de malestar cupieron en una protesta transversal que discurri¨® en un ambiente festivo.
La marcha, en la que participaron 98.000 personas seg¨²n los c¨¢lculos de este diario, supone tambi¨¦n un varapalo para quienes, como el consejero de Interior, Felip Puig, pretendieron socavar la imagen del movimiento por los incidentes que una minor¨ªa causaron frente al Parlament. Puig asegur¨® que la "resistencia pac¨ªfica" de los indignados solo es una tapadera para los violentos y pidi¨® que se les retirase el respaldo social y la simpat¨ªa ciudadana que hab¨ªan acumulado.
El intento de bloquear la C¨¢mara catalana, que el pasado mi¨¦rcoles deriv¨® en agresiones y coacciones a algunos diputados, estuvo ayer muy presente en el imaginario colectivo. En la l¨ªnea de rechazo a la violencia ya expresada por portavoces del colectivo, los indignados lucieron pancartas a favor de la paz. "Menos porrazos y m¨¢s abrazos", gritaba una chica mientras corr¨ªa por la Via Laietana repartiendo sonrisas.
No fue una protesta contra Puig ni contra los Mossos d'Esquadra, por m¨¢s que se exigiera la dimisi¨®n del consejero y que el helic¨®ptero policial fuera abucheado toda la tarde. Fue, como la manifestaci¨®n primigenia del 15 de mayo, un grito transversal de miles de voces contra los estragos que causa la crisis, sobre todo entre los trabajadores, una muestra de indignaci¨®n colectiva a pesar de que, como rezaba una de las pancartas, "m¨¢s que indignaci¨®n, ya es cabreo".
Hubo, como siempre, baile de cifras, aunque lo cierto es que la cita fue multitudinaria y supone un renacer del 15-M, aletargado las ¨²ltimas semanas por las divisiones internas -producidas por el desalojo de la plaza de Catalunya, que sigue ocupada por grupos antisistema- y por los incidentes en el cerco al Parlament. El movimiento demostr¨® su vigencia y su capacidad para movilizar a grupos sociales con intereses dispares. Seg¨²n los organizadores, esa permeabilidad atrajo a 260.000 personas a la plaza de Catalunya; el Ayuntamiento de Barcelona dej¨® la asistencia en 75.000 personas y los Mossos d'Esquadra la rebajaron a 50.000. En el resto de capitales catalanas tambi¨¦n hubo protestas: Tarragona (6.000, seg¨²n la Guardia Urbana), Girona (3.000) y Lleida (2.000).
La manifestaci¨®n arranc¨® con la mirada puesta en los incidentes. Pero acab¨® olvid¨¢ndolas por completo porque no hubo incidentes y el servicio de orden interno estuvo al quite ante los conatos de tensi¨®n. La discreta presencia policial tambi¨¦n ayud¨® a mantener calmados los ¨¢nimos. El movimiento hab¨ªa pedido a los violentos que no se presentasen a la cita. Y as¨ª fue. A ¨²ltima hora, unas 1.000 personas se situaron frente al Parlament, aunque finalmente abandonaron el lugar sin m¨¢s, informa Joan Foguet.
La protesta empez¨® a las cinco de la tarde en la plaza de Catalunya, donde confluyeron grupos de los barrios. Participaron muchas familias y, de hecho, los m¨¢s peque?os disfrutaron, subidos a hombros de sus padres, de las mejores vistas de una Via Laietana atestada de personas, pancartas y banderas como la de Grecia, pa¨ªs duramente azotado por la crisis. La afluencia fue tal que la cola de la marcha no se movi¨® hasta pasadas dos horas del inicio, cuando la cabecera ya hab¨ªa alcanzado el Pla de Palau. En la cara de los indignados se le¨ªa satisfacci¨®n por ver las calles a rebosar y orgullo por el resurgimiento del 15-M.
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