Cuando los grupos se hacen grandes
No se puede decir que no est¨¢bamos avisados. Las cr¨®nicas del S¨®nar barcelon¨¦s ya advert¨ªan de que el directo de Janelle Mon¨¢e era una cosa muy seria. Pero, afortunadamente, el factor sorpresa no es lo que hace de la estadounidense algo tan especial. Tampoco la puesta en escena, con los m¨²sicos, o m¨¢s bien la troupe, hasta 17 personas se juntaron en el escenario en alg¨²n momento, de riguroso blanco y negro. La secci¨®n de cuerdas y los coristas embutidos en monos imposibles, y dos bailarinas disfrazadas como para una funci¨®n escolar. Pero eso es parte de la gracia de Mon¨¢e: no es una diva de lentejuelas y permanente a lo Beyonc¨¦, tan solo una menuda cantante de 26 a?os con una voz potente como un hurac¨¢n y el esp¨ªritu juguet¨®n de una ni?a. En su m¨²sica, para nada nost¨¢lgica, se nota la huella del soul de los sesenta. Sin disimulo, ayer se enfund¨® una capa antes de retirarse del escenario, como hac¨ªa James Brown; adem¨¢s, ofreci¨® una versi¨®n de los Jackson 5, confirmando que su timbre de voz es inquietantemente similar al de Michael Jackson de adolescente. Mucho tendr¨ªan que torcerse las cosas para que ella no sea tambi¨¦n una estrella en poco tiempo
Propuestas 'indies' de gran calado art¨ªstico cierran la segunda jornada
Fue el momento culminante de una tarde que se hab¨ªa sacudido los problemas organizativos y la flojera art¨ªstica del s¨¢bado. En la segunda y ¨²ltima jornada del festival, todo fue mucho m¨¢s divertido e interesante. Para ser un certamen debutante; haberse celebrado en dos d¨ªas de sol plomizo; y tener que lidiar con las peculiaridades de una ciudad como Madrid, que parece desconfiar todav¨ªa de este tipo de eventos (cosas como que haya que cerrar a las dos de la ma?ana o que no se sirvan copas en el recinto no pasan en otras ciudades), el balance es positivo.
La prueba de que el cartel del domingo era m¨¢s atractivo y menos dependiente de un solo nombre que el del s¨¢bado es que la afluencia de p¨²blico desde primera hora fue mayor. A las cinco, John Grant desgran¨® sus tristes y elegantes canciones en una sala abarrotada. En su reciente gira brit¨¢nica le escoltaba Midlake, el grupo tejano que le sac¨® pr¨¢cticamente del arroyo y le volvi¨® a situar en el mapa; pero a Madrid acudi¨® acompa?ado tan solo por un teclista y unos sintetizadores de space opera de los setenta. Un sonido que podr¨ªa resultar c¨®mico en otras manos, pero que en las suyas es extra?amente conmovedor. Al mismo tiempo en el escenario ?Madrid!, un pabell¨®n cubierto convertido en un horno por culpa del sol, el quinteto estadounidense Yuck presentaba su pop deudor de Pavement, s¨ªntoma inequ¨ªvoco de que el revival de los noventa es inminente. Justo despu¨¦s aparec¨ªa la sueca Lykke Li, bell¨ªsima y feroz como una diosa n¨®rdica, con una banda en la que los teclados y las percusiones se sumaban y el resultado era ¨¦pico, vigorizante y sensual. Destroyer confirm¨® la conversi¨®n de su l¨ªder, el canadiense Dan Bejar, de cantautor a cantante pop. Su propuesta con un saxo furioso, solos de guitarra y eventuales excentricidades ruidistas es una versi¨®n del pop org¨¢nico de los ochenta de bandas como Lloyd Cole and The Commotions. M¨²sica barroca y bonita.
La madrile?a Russian Red tambi¨¦n ha crecido. De su propuesta m¨ªnima de voz y guitarra ha pasado a otra mucho mayor, con banda uniformada de traje y hasta neones con su nombre. A la hora de cerrar esta cr¨®nica, los escoceses Glasvegas tocaban su ¨²ltimo tema. Cierto que no son esa banda elegante que pens¨¢bamos sino un cuarteto de macarras proletarios, pero aun as¨ª su rock de estadio es mucho m¨¢s digno de lo habitual.
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