Mal momento para una buena noticia
La aprobaci¨®n ayer de la Estrategia Espa?ola de Seguridad (EES) es, sin ning¨²n g¨¦nero de dudas, una buena noticia. Por fin, nos dotamos de un documento clave en el que se definen nuestros intereses (aunque con una formulaci¨®n demasiado gen¨¦rica), los potenciadores de riesgos y las amenazas que nos afectan (mucho m¨¢s all¨¢ de los conflictos armados, el terrorismo, el crimen organizado o la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, para incluir ciberataques, emergencias y cat¨¢strofes, inseguridad econ¨®mica y financiera, flujos migratorios descontrolados o vulnerabilidad energ¨¦tica) y los instrumentos necesarios para hacerles frente.
Como resultado de un ejercicio impulsado en primera l¨ªnea por Javier Solana -incorporando a expertos civiles y militares, representantes de partidos pol¨ªticos y actores de la sociedad civil-, Espa?a asume el enfoque integral de la seguridad como una necesidad que lleva m¨¢s all¨¢ de la defensa. As¨ª hay que interpretar la decisi¨®n de crear un Consejo Espa?ol de Seguridad (que implica la desaparici¨®n del Consejo de Defensa Nacional). Tambi¨¦n se apuesta por una actitud anticipatoria y preventiva, que debe contaminar positivamente y con un alto grado de cooperaci¨®n a los instrumentos diplom¨¢ticos, econ¨®micos, de protecci¨®n civil, de cooperaci¨®n al desarrollo, as¨ª como a las Fuerzas Armadas y de seguridad y a los servicios de inteligencia. En esa misma l¨ªnea, la creaci¨®n de la Unidad de Respuesta Integrada Exterior (URIE) es una decisi¨®n acertada, aunque delicada si no se evita la tentaci¨®n gubernamental de intrusi¨®n en la esfera de responsabilidad de organizaciones l¨®gicamente celosas de su independencia.
La Estrategia Espa?ola de Seguridad se sit¨²a al nivel de pa¨ªses como Reino Unido o Francia
El reto es evidente: pasar de una cultura de defensa (b¨¢sicamente militar) a otra de seguridad en la que el componente militar pierda protagonismo -aunque siga siendo central en tareas de disuasi¨®n y como ¨²ltimo recurso-, para compartirlo con actores p¨²blicos y privados civiles, econ¨®micos y culturales, todos ellos poco acostumbrados a colaborar (y mucho menos a subordinarse) con otros. Aunque en teor¨ªa es ampliamente aceptada la necesidad de la coordinaci¨®n de esfuerzos en el mundo globalizado de hoy, en la pr¨¢ctica nadie quiere ser coordinado (por entender que eso equivale a plegarse a las directrices de otros). Para tratar de paliar esos problemas el Foro Social de expertos, que la EES contempla como ¨®rgano consultivo, puede resultar un mecanismo ¨²til.
Por otro lado, tambi¨¦n se asume que la frontera entre seguridad interior y exterior ha desaparecido y que, como corresponde a una potencia media con intereses globales, es obligado apostar por una mayor cooperaci¨®n en el marco de las organizaciones multilaterales (ONU, OTAN y UE) con las que se comparten valores e intereses. Solo cabe a?adir que si OTAN es una realidad inexcusable hoy, aunque su futuro es cada vez m¨¢s oscuro, la ONU debe ser un desider¨¢tum permanente, mientras que la UE debe constituir la referencia principal a potenciar.
Por decirlo de manera telegr¨¢fica, la EES se sit¨²a al mismo nivel que las existentes en pa¨ªses de nuestro entorno, como Reino Unido o Francia. Con su aprobaci¨®n, el Gobierno cumple su promesa de ponerla en marcha dentro de esta legislatura. Pero a partir de ah¨ª es inmediato concluir que nace en un contexto inequ¨ªvocamente negativo. Por un lado, porque la profundidad de la crisis econ¨®mica plantea enormes interrogantes sobre la posibilidad real de llevar a la pr¨¢ctica cualquier decisi¨®n que tenga implicaciones presupuestarias. Las urgencias que impone la delicada situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs absorbe la pr¨¢ctica totalidad del esfuerzo gubernamental, hasta el punto de que la aprobaci¨®n de la Estrategia haya sido una sorpresa, cuando al no haberse cumplido el calendario inicialmente previsto (noviembre de 2010) se lleg¨® a pensar que ya no ver¨ªa la luz p¨²blica.
Por otro, y esto es lo m¨¢s negativo, porque el clima preelectoral que vive Espa?a desde hace meses da a entender que ser¨¢ pr¨¢cticamente imposible contar con el apoyo de todas las fuerzas pol¨ªticas para evitar que se convierta de inmediato en papel mojado. No es f¨¢cil vislumbrar c¨®mo se lograr¨¢ en estas condiciones activar o potenciar el Consejo Espa?ol de Seguridad, el Sistema de Inteligencia Econ¨®mica, el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado o el Foro Social. No parece que estas vayan a ser prioridades claras en el corto tiempo que queda hasta la pr¨®xima cita electoral. Adem¨¢s, se?ales como las que emite el principal partido de la oposici¨®n tampoco contribuyen a hacer cre¨ªble lo que siempre deber¨ªa entenderse como una visi¨®n de Estado. La propia EES -que pretende fijar un marco a diez a?os vista- establece que se revisar¨¢ y se podr¨¢ modificar si las circunstancias lo aconsejan. Por tanto, resulta chocante que quien puede ocupar ma?ana las responsabilidades de gobierno se apure en desmarcarse de un documento que -si se cumplen sus expectativas electorales- puede reelaborar en su d¨ªa. Mientras eso no ocurra, lo que ahora corresponde es asumir que la EES es, como dice su t¨ªtulo, "una responsabilidad de todos".
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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