De museo
Vivo en un sitio bastante raro: vivo aqu¨ª, donde pasan cosas poco veros¨ªmiles, irreales en otras partes. Pienso en la crisis (ya resuelta, por fortuna) del Museo Picasso de M¨¢laga a prop¨®sito de una exposici¨®n que se llama Vi?etas en el frente. La muestra ha estado en el Museo Picasso de Barcelona hasta hace unas semanas, sin que turbara a nadie su contenido arqueol¨®gico en torno a dos aguafuertes que Picasso grab¨® el 8 de enero de 1937, cuando la Guerra Civil espa?ola, 18 vi?etas de tebeo, anticipaci¨®n del Guernica, acompa?adas por obras de otros artistas, fondos de otras colecciones y museos, m¨¢s los Desastres de la guerra goyescos, lo normal, lo muchas veces repetido sin esc¨¢ndalo, contra la guerra y la tiran¨ªa, as¨ª, en general, algo contra lo que dicen estar hoy d¨ªa incluso los tiranos belicosos.
Se eludi¨® en el t¨ªtulo de la exposici¨®n el nombre que Picasso dio a sus dos p¨¢ginas de tebeo, Sue?o y mentira de Franco, aunque la mayor¨ªa de las piezas se oponen al levantamiento militar de Franco o a los amigos nazifascistas de Franco. Se mencione o no al general¨ªsimo, im¨¢genes como las de Vi?etas en el frente siempre resultar¨¢n repulsivas, o por lo menos molestas, a los posfranquistas que no pasaron por el antifranquismo y que seguramente est¨¢n ahora contra las guerras y las tiran¨ªas. Lo poco veros¨ªmil es que reunir a artistas como Picasso, John Heartfield, Georg Grosz, Goya o Josep Renau, ocup¨¢ndose de las distintas batallas que les toc¨® vivir, le pareciera el lunes pasado a la presidenta y donante del Museo Picasso de M¨¢laga, Christine Ruiz-Picasso, una intolerable utilizaci¨®n pol¨ªtica del Museo.
El punto de partida de la exposici¨®n, que ha tenido como comisarios a Salvador Haro e Inocente Soto, son las vi?etas de Sue?o y mentira de Franco, propiedad del Museo de M¨¢laga. Exponerlas en este momento, sin embargo, no parece oportuno, sino "pol¨ªtico", como si los artistas expuestos no hubieran sido pol¨ªticos. Digo que fueron grandes artistas pol¨ªticos de su tiempo porque quisieron conmover y mover al p¨²blico a la acci¨®n pol¨ªtica como cartelistas, dibujantes, fot¨®grafos, fotomontadores, caricaturistas dedicados a la risa y mofa de los capitostes de las iglesias, las milicias, los negocios, las burocracias estatales de los a?os treinta del siglo pasado. Pertenecen a la historia, a los museos, no a la actualidad callejera. Ya no son peligrosos, pero M¨¢laga es una ciudad que no soporta la historia. Prefiere las novelas hist¨®ricas, la arqueolog¨ªa fant¨¢stica, una fortaleza medieval ¨¢rabe levantada en el siglo XX, o un teatro romano del siglo IV construido en el XXI, por ejemplo.
Interviniendo pol¨ªticamente en la vida del Museo Picasso, su presidenta de honor se sent¨ªa inc¨®moda el otro d¨ªa con Vi?etas en el frente por la actual coyuntura electoral, pol¨¦mica y delicada, a su juicio. Pero ?c¨®mo podr¨ªa intervenir esa colecci¨®n de viejas estampas en las elecciones que se acercan??A qu¨¦ partido perjudicar¨ªa hoy el recuerdo de que Franco y Hitler contaron con enemigos colosales e inofensivos en el frente art¨ªstico? ?A¨²n podr¨ªan verse estas im¨¢genes como propaganda negativa contra la derecha, con la que quiz¨¢ deba entenderse la familia Ruiz-Picasso despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones?
Hay una coincidencia que parece contradecir esta perspectiva: la Fundaci¨®n Pablo Picasso, dependiente del Ayuntamiento de M¨¢laga que gobierna el PP, programa estos d¨ªas una exposici¨®n de obra gr¨¢fica de Joan Mir¨®, de los a?os setenta, en torno al Ub¨² rey, de Alfred Jarry, otro armatoste de museo, de 1896. Ub¨² es un militarote usurpador con ¨ªnfulas regias, inmensa caricatura irrisoria y brutal, que Mir¨® ve reencarnado en Franco, como Picasso pens¨® en Ub¨² casi cuarenta a?os antes para su Franco de Sue?o y mentira...
Vivo en un lugar incoherente y caprichoso.
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