La armada brit¨¢nica conquista el Dcode
A lo largo de sus cinco d¨¦cadas y media de historia, el rock se ha labrado algunos axiomas inmutables. Por ejemplo, la segunda canci¨®n de la cara A es la mejor del disco. Solo sobreviven las bandas que no sufren un gatillazo con su segundo ¨¢lbum. Y New Musical Express, el semanario londinense, descubre cada tres meses un nuevo grupo que cambiar¨¢ el curso de la m¨²sica popular.
Los (pen)¨²ltimos en esa lista de salvadores se llaman The Vaccines, unos jovenzuelos de Londres que se dieron a conocer con un tema sobre practicar sexo despu¨¦s de una ruptura sentimental y que ahora hacen estragos con un salivazo de adrenalina post-punk, Wreckin' bar (Ra ra ra), que dura la friolera de, ejem, 81 segundos. La curiosidad en torno a ellos era enorme anoche en la praderita universitaria de Cantarranas, as¨ª que el cantante, Justin Young, intent¨® esforzarse con la seducci¨®n de masas: "Sois mucho mejores que esos jodidos ingleses para los que solemos tocar".
Los londinenses The Vaccines son buenos pero a¨²n les falta un hervor Los suecos
The Hives llevaron 'trajes de ping¨¹ino' y sombreros de copa
Algunas conclusiones urgentes: son buenos pero a¨²n les falta un hervor; no tienen claro si quieren ser The Strokes, The Clash o Arctic Monkeys; Young se parece a Morrissey en su estudiada pose insolente y en que desafina sobre el escenario, y quiz¨¢s les defenestren antes de que puedan afianzarse. Pero encabezaron una avalancha brit¨¢nica que ya hab¨ªa contado con el d¨²o Blood Red Shoes (la chica m¨¢s fiera y sexy del festival) y luego consolidar¨ªan, al filo de la medianoche, The Ting Tings y los esperad¨ªsimos Kasabian.
La armada isle?a atrajo a m¨¢s p¨²blico (unas 13.500 personas) que la alineaci¨®n del pasado viernes, en la que predominaban las bandas de origen estadounidense. El representante de la organizaci¨®n, Roberto Grima, de Live Nation, admiti¨® que en Madrid "hay m¨¢s p¨²blico que este para un festival", pero se felicit¨® de poder trabajar "de menos a m¨¢s, pasito a pasito" y de haber encontrado en esta explanada de la Ciudad Universitaria "un espacio inmejorable". Por amplitud, limpieza y ausencia de incidentes, lo parece. Aunque los precarios bocadillos (a cinco eurazos) se terminan agotando y las madrugadas se convierten en un ejercicio colectivo de ayuno.
Frente a la avalancha inglesa hubo un par de sabrosas infiltraciones europeas. El tr¨ªo parisiense Jamaica ofreci¨® un pop poderoso, con pegada y en ingl¨¦s, siguiendo la estela de sus estupendos paisanos Tahiti 80 y Phoenix. Y los suecos The Hives tuvieron las santas narices de personarse con "trajes de ping¨¹ino" y sombreros de copa. Su cantante, Pelle Almqvist, un teatrero demente que maneja el cable del micro como si fuera un domador de leones, fue capaz de sentar o levantar a la multitud a su antojo.
Las primeras horas, las del sol a plomo sobre la tarde de la capital, sirvieron para confirmar las buenas impresiones de Mucho (los herederos de Sunday Drivers), las excelencias de Manel y la moda de los manguerazos al p¨²blico: severos y por decreto ley. Y tan ineludibles que ya no sabemos si el intimidante agente de seguridad que los ejecut¨® durante el concierto de los guardiolas del pop en catal¨¢n no ser¨ªa un agente secreto del presidente del Real Madrid, Florentino P¨¦rez.
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