La gobernanza que la UE necesita
Dos lecciones han surgido de la crisis financiera de Europa. La primera es que no hay sustituto para la acci¨®n oportuna y coordinada cuando la moneda ¨²nica se encuentra bajo presi¨®n. En segundo lugar, todos los pa¨ªses de la eurozona est¨¢n en el mismo barco. Si el barco se desfonda, todos se hunden. Una respuesta m¨¢s r¨¢pida y concertada podr¨ªa haber limitado la gravedad de la crisis y, por tanto, su costo. El Fondo Europeo de Estabilizaci¨®n Financiera (EFSF), creado a toda prisa en mayo de 2010 en un esfuerzo por detener el desastre, pronto podr¨¢ tener la facultad de reunir cerca de 500.000 millones de euros en caso de que m¨¢s pa¨ªses de la eurozona enfrenten serios problemas de liquidez. Y los Estados miembros de la eurozona han acordado perpetuar este mecanismo de estabilidad financiera despu¨¦s de 2013, e incluso modificar el Tratado de Lisboa para evitar toda ambig¨¹edad jur¨ªdica.
La UE se concibi¨® como un proyecto de soberan¨ªa compartida, no de renuncia a la prosperidad
A pesar de todo esto, los mercados siguen sin estar convencidos de las muestras de solidaridad de la eurozona. La deuda soberana griega ha recibido una calificaci¨®n por debajo de la de Egipto. Portugal ha tenido que pedir ayuda al EFSF y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Los bancos irlandeses presuntamente necesitan 24.000 millones de euros adicionales para mantenerse a flote. Y Espa?a est¨¢ haciendo todo lo posible para evitar el contagio.
La iron¨ªa es que el euro ha sido un proyecto de gran ¨¦xito que ha dado una estabilidad considerable a los pa¨ªses participantes. De hecho, sin la moneda ¨²nica muchos de estos pa¨ªses habr¨ªan sucumbido a una espiral de devaluaciones, impagos y peticiones de ayuda al FMI. El Banco Central Europeo ha desempe?ado un papel crucial en la prevenci¨®n del peor de los escenarios, pero se mantiene el vac¨ªo evidente en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria europea (UEM): la UEM cre¨® solo una uni¨®n monetaria y, en gran medida, omiti¨® la uni¨®n econ¨®mica que ha demostrado estar tan estrechamente ligada a los puntos fuertes y las debilidades del euro.
La verdadera crisis que enfrenta Europa es de gobernanza econ¨®mica. Los Estados miembros de la eurozona han seguido cada vez m¨¢s su propio camino, incluso defendiendo abiertamente pol¨ªticas econ¨®micas nacionalistas que perjudican a la zona del euro en su conjunto.
Esto no quiere decir que se deba imponer una pol¨ªtica econ¨®mica a todo el mundo, pero Europa necesita un mayor grado de coordinaci¨®n y convergencia para garantizar que todos por lo menos vayan en la misma direcci¨®n. Como los coches en una carretera, algunos pueden conducir m¨¢s despacio que otros, pero hay velocidades m¨ªnimas y m¨¢ximas, y todos deben ir con el flujo del tr¨¢fico. M¨¢s a¨²n, todos los conductores deben respetar las reglas de la carretera y quien las viole debe ser obligado a rendir cuentas, y posiblemente recibir sanciones, ya que es probable que incluso un solo conductor que no las respete termine por provocar un gran choque en cadena si no se detiene. Lo mismo ocurre con la gobernanza econ¨®mica: la anarqu¨ªa ser¨ªa devastadora.
Es necesario un acuerdo tanto acerca de las normas como del ¨®rgano imparcial a cargo de hacerlas cumplir. En las ¨²ltimas cumbres, los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea han dado pasos para la identificaci¨®n de una serie de ¨¢reas de pol¨ªtica econ¨®mica en las que una coordinaci¨®n m¨¢s estrecha mejorar¨ªa la competitividad, incluyendo la sostenibilidad de las pensiones, las tasas de salarios en relaci¨®n con la productividad, la fiscalidad de las empresas, la inversi¨®n en investigaci¨®n y desarrollo, y la financiaci¨®n de grandes proyectos de infraestructura.
Sin embargo, los mismos miembros de la UE no han logrado dotar a la Comisi¨®n Europea de la responsabilidad general de hacer que los Gobiernos miembros se atengan a sus compromisos y, de ser necesario, imponer sanciones en caso de infracciones. Este enfoque intergubernamental est¨¢ detr¨¢s del fracaso de la Agenda de Lisboa para obtener los resultados necesarios para hacer a Europa m¨¢s competitiva y din¨¢mica para el a?o 2010, y las mismas deficiencias aquejar¨¢n a su sucesora, la nueva estrategia Europa 2020.
De hecho, lo que ha caracterizado al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, dise?ado -en gran parte por Alemania- para asegurar una s¨®lida pol¨ªtica macroecon¨®mica mediante la limitaci¨®n de la deuda nacional y las relaciones de d¨¦ficit, es un fracaso de gobernabilidad. La mayor¨ªa de los miembros de la eurozona infringen hoy el Pacto, pero ninguno ha sido sometido a las sanciones previstas por sus arquitectos. Los cambios aprobados recientemente crean un sistema m¨¢s sensible y gradual de sanciones para los pa¨ªses recalcitrantes, pero todav¨ªa dejan la decisi¨®n de iniciar un procedimiento de d¨¦ficit excesivo a los Estados miembros, en lugar de establecer el mecanismo m¨¢s autom¨¢tico que pide la Comisi¨®n Europea.
Mientras tanto, la Comisi¨®n ya vigila el mercado interior -uno de los ¨¦xitos de pol¨ªtica m¨¢s importantes de Europa- mediante el control del cumplimiento por parte de los Estados miembros de las normas del mercado ¨²nico. Tambi¨¦n pone en marcha procedimientos de infracci¨®n contra los Estados miembros que no hayan implementado normativas v¨¢lidas a tiempo, o de la manera correcta.
Del mismo modo, la pol¨ªtica de competencia de la UE se ha mantenido firme durante muchos a?os contra los monopolios y abusos de posici¨®n dominante en el mercado. Tambi¨¦n en este caso, la Comisi¨®n desempe?a el papel de juez neutral. Puede haber diferencias en algunos casos, pero el sistema ha introducido un grado de seguridad jur¨ªdica en el mercado ¨²nico que los Estados miembros de la UE no podr¨ªan haber logrado por s¨ª solos.
Ahora, el reto para los l¨ªderes de la UE no es volver a empaquetar las viejas pol¨ªticas, sino expresar una visi¨®n y una voluntad colectivas de actuar en conjunto. He argumentado a favor de un Proyecto de Normativa Comunitaria que re¨²na todos los elementos de la gobernanza econ¨®mica en un marco ¨²nico, con la Comisi¨®n Europea en su centro. Al igual que con el programa de mercado ¨²nico de la d¨¦cada de 1980, la Comisi¨®n podr¨ªa estar a cargo de supervisar la convergencia de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales en toda la UE, dentro de ciertos par¨¢metros.
Apartarse de esos par¨¢metros dar¨ªa origen a advertencias y sanciones, pero habr¨ªa una cierta flexibilidad para que los Estados miembros persigan metas colectivas de la UE a un ritmo adaptado a sus circunstancias nacionales. Incluso se podr¨ªa hacer responsable de guiar el proceso a un grupo de comisarios de la UE que posean carteras relacionadas con el ¨¢mbito econ¨®mico, d¨¢ndole direcci¨®n e impulso. Para que los pa¨ªses europeos salgan fortalecidos de la crisis actual es necesario pensar en grande y poner m¨¢s fe, no menos, en la empresa colectiva que es la UE. Despu¨¦s de todo, la unificaci¨®n europea se concibi¨® como un proyecto de soberan¨ªa compartida, no de renuncia a la prosperidad.
Guy Verhofstadt, ex primer ministro de B¨¦lgica, es l¨ªder del Grupo Liberal y Dem¨®crata del Parlamento Europeo. @ Project Syndicate/Europe's World, 2011. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
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