Tres de cuatro. Hacia un nuevo modelo fiscal
Ya tenemos tres de las cuatro instituciones que mandan en el tema de Hacienda regidas por un partido distinto. Solo falta conocer lo que pase en Araba y, si no repite el PNV, tendremos un magn¨ªfico ejemplo de descoordinaci¨®n potencial, con cada Diputaci¨®n funcionando por su cuenta.
El modelo actual de Hacienda vasca es el que impuso el PNV a comienzos de la autonom¨ªa, cuando gobernaba con solo mayor¨ªa relativa, pero que gracias a la ausencia voluntaria de HB en el Parlamento vasco se convert¨ªa en mayor¨ªa absoluta. Consiste en un complejo sistema de toma de decisiones que tiene dos caracter¨ªsticas b¨¢sicas: su opacidad y su falta de control parlamentario.
La opacidad se basa en que las normas son elaboradas por un herm¨¦tico y desconocido ?rgano de Coordinaci¨®n Tributaria (OCT), formado por funcionarios del Gobierno y de cada una de las tres Diputaciones. Nadie sabe c¨®mo toman sus decisiones, nadie conoce los informes en los que "justifican" sus propuestas, pero todo el mundo sabe que ese organismo es el para¨ªso de los lobbys empresariales vascos, quienes han conseguido introducir siempre sus peticiones sin que sean sometidos a ning¨²n contraste con otros sectores de la sociedad.
La falta de control parlamentario es evidente. Euskadi es el ¨²nico pa¨ªs de la OCDE que no aprueba sus normas fiscales en el Parlamento. Lo hace formalmente a trav¨¦s de tres votaciones separadas en cada una de las tres Juntas provinciales, a las que algunos foralistas quieren llamar "Parlamentos provinciales". Como es sabido, en las Juntas no residen precisamente los pol¨ªticos m¨¢s importantes del pa¨ªs y, por lo tanto, su capacidad real de incidir en esta materia es ¨ªnfima. Pero es que adem¨¢s si en una Junta General se modificara alguna de las propuestas elaboradas por la OCT, entonces habr¨ªa una desarmonizaci¨®n del sistema interno fiscal vasco, lo que todo el mundo reconoce que llevar¨ªa al caos. En consecuencia, salvo excepciones sonadas, todo el mundo aprueba sin rechistar lo que proponen los funcionarios del OCT.
Pero, como dec¨ªa Machado, no hay Gobierno que perdure ni mal que 100 a?os dure y el modelo puede saltar por los aires. En la pr¨®xima OCT, y en el Consejo Vasco de Finanzas, se pueden sentar tres o cuatro partidos, y el PNV estar¨¢ en clara minor¨ªa, con uno (o dos) votos sobre seis. Es por lo tanto el momento en que se debe poner todo patas arriba, porque se puede y porque se necesita.
Que se puede, est¨¢ claro. Desde mayo del 89 esta en vigor la ley vasca 3/89 en la que se especifica que el Parlamento vasco tiene competencias fiscales y puede fijar los temas esenciales de los impuestos, acabando as¨ª con ese mito interesado y falso de que el Estatuto de Autonom¨ªa atribuye dicha competencia en exclusiva a las Diputaciones. Aunque parezca mentira, esa ley vasca est¨¢ "virgen y sin estrenar" cual novicio jesuita, porque los foralistas se han resistido siempre a que les legislen desde el Parlamento vasco con visi¨®n de los problemas generales del pa¨ªs y porque ning¨²n Gobierno vasco se ha atrevido a desafiar ese "veto". Las Diputaciones, ya se sabe, siempre prefieren relacionarse en materias fiscales con el Estado espa?ol antes de con el Parlamento vasco.
Y que se necesita tambi¨¦n es claro: la crisis de ingresos ha venido para quedarse unos cuantos a?os. Por ello resulta imprescindible revisar la eficacia y coste de nuestra Administraci¨®n, que es excesivamente cara, y actuar por el lado del ingreso. Y resulta lacerante ver al lehendakari de un Gobierno pidiendo a las Diputaciones que mejoren su eficacia y reformen los tributos para poder recaudar m¨¢s. ?Qu¨¦ pa¨ªs es ¨¦ste donde el Gobierno no puede mandar sobre los ingresos que proporcionamos los ciudadanos con nuestros impuestos?.
Por si el lehendakari no lo sabe, las leyes vascas, no las leyes espa?olas, le permiten legislar sobre impuestos que pagan los vascos. Si cree que hay que restaurar el Impuesto de Sucesiones lo puede hacer; si cree que se debe restaurar el Impuesto de Patrimonio, lo puede hacer. Si no lo hace no ser¨¢ porque no puede legalmente, sino porque sigue fascinado por el mito del foralismo. Y d¨¦jenme que les diga una cosa: el foralismo es un tigre de papel. Nunca jam¨¢s, y la Guardia Civil podr¨¢ avalar este dato, ha habido un foralista en la c¨¢rcel por defender su visi¨®n del Concierto Econ¨®mico. Palabrita del ni?o Jesus: solo hay foralistas en los aleda?os de las propias Diputaciones.
Al resto de ciudadanos lo que nos importa es que la Hacienda funcione bien y con justicia social. No es de recibo que tras 30 a?os de Concierto Econ¨®mico todav¨ªa los bancos de datos de las tres Haciendas forales no est¨¦n conectados entre s¨ª autom¨¢ticamente, ni que no haya a d¨ªa de hoy un plan de inspecci¨®n fiscal com¨²n pensado como pa¨ªs. Tampoco es de recibo que en las Haciendas no haya pr¨¢cticamente nadie dedicado a "pensar" los temas fiscales y que, en consecuencia, no haya nunca informes anal¨ªticos y cr¨ªticos sobre la eficacia y justicia del sistema fiscal que aplicamos, dejando en manos de determinados informes externos pagados por lobbys la iniciativa de los cambios. Al margen del ego de alg¨²n foralista paniaguado, a los ¨²nicos que les interesa esa falta de coordinaci¨®n y de medios es a los defraudadores fiscales y a los lobbys que tienen medios para defender sus intereses.
A ver si en esta legislatura vemos estrenarse al Parlamento vasco en materia fiscal.
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