Una apuesta
Para celebrar de forma original aunque particular la semana del Orgullo Gay, hice el pasado martes, mientras segu¨ªa por Televisi¨®n Espa?ola el debate del estado de la naci¨®n, una apuesta con un amigo. La sesi¨®n ten¨ªa la grandeza m¨®rbida de los ocasos, el sabor amargo de lo que tan bien nos supo no hace tantos a?os, y, sobre todo, la miseria ramplona de los discursos que se traen hechos de casa, si es que alguna vez fueron realmente hechos y no consistieron m¨¢s que en la estrategia cobarde de aguantar el remoj¨®n guardando la ropa seca en el armario.
El martes en las Cortes fue la ¨²nica vez en los ¨²ltimos tiempos en que la improvisaci¨®n de Zapatero tuvo sentido, y nos convenci¨®; a mi amigo hasta le emocion¨®. Frente a ¨¦l, algunos maestros de la m¨¢s alta esgrima perif¨¦rica, Josu Erkoreka y Josep Antoni Duran i Lleida, a mi juicio un poquit¨ªn sobrevalorados los dos (aunque aprecio, en un cristiano, las gafas tan tot¨¦micas del catal¨¢n). Y, como no pod¨ªa ser menos, la subida al estrado de Rajoy, a repetir mec¨¢nicamente el rollo de su pianola. Pensar que en otro tiempo nos pareci¨® un hombre con un pico de oro. Si es orador, ser¨¢ en su casa, y a la hora de rezar.
Supongo que hay muchos m¨¢s homosexuales y lesbianas en las filas del PP
Fue en una de las muchas baladronadas del l¨ªder del PP cuando salt¨® la apuesta en la sala de estar. "Qu¨¦ te apuestas", dijo mi amigo, "a que este cuando llegue al poder se olvida del recurso contra las bodas gay, y pasa p¨¢gina, para escurrir, como siempre, el bulto. Cualquier bulto". ?Qu¨¦ me pod¨ªa yo apostar, sin riesgo de perder mi honra y, en el mejor de los casos, sacarme unos euros? Decid¨ª hacer lo que en el mundo del juego est¨¢ peor visto: no luchar, no pujar, y ponerse del lado del que lleva las de ganar, en este caso mi amigo. Pienso lo mismo que ¨¦l, y lo parad¨®jico es que si se cumple la apuesta, o la profec¨ªa (y antes tiene que darse el triunfo del Partido Popular en las generales), hasta tendr¨ªamos que estar contentos.
Una vez, pocos meses antes de la primera victoria en las urnas de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, me ocup¨¦ en estas p¨¢ginas, a trav¨¦s de un art¨ªculo que titul¨¦ Colegio macho, del caso de unos estudiantes universitarios que hab¨ªan contado su terrible peripecia en la revista Zero, hoy desaparecida. Eran cuatro, y resid¨ªan en un colegio mayor privado propiedad de la Asociaci¨®n de Hidalgos a Fuero de Espa?a (sic), adscrito y subvencionado por la Universidad Complutense. Despu¨¦s de haber sido acosados por una buena parte del alumnado all¨ª residente por ser maricones, los cuatro fueron expulsados ignominiosamente del colegio. Los chicos, por alg¨²n conducto que ahora no recuerdo, me contactaron, y habl¨¦ con tres de ellos, incluyendo los dos que no hab¨ªan tenido reparo, al contrario que sus compa?eros, en dar sus nombres completos a la revista, y a m¨ª mismo, que los publiqu¨¦ con su consentimiento en EL PA?S.
Recuerdo tres detalles, quiz¨¢ anecd¨®ticos, del asunto. Los tres con quienes me entrevist¨¦ estudiaban periodismo, los cuatro eran homosexuales declarados, y el director del colegio, a quien llam¨¦ por tel¨¦fono antes de escribir el art¨ªculo, se mostr¨® tan herm¨¦tico como tolerante, aunque, seg¨²n la versi¨®n que los muchachos me contaron, en el memor¨¢ndum enviado al rector de la Complutense cuando el asunto fue aireado, este se?or recalcaba que los expulsados hac¨ªan "alarde de una supuesta condici¨®n sexual". La peque?a moraleja de la historia, al menos para m¨ª, fue que medio a?o despu¨¦s de aquel art¨ªculo m¨ªo (¨²til, me dijeron los mismos chicos, en la controversia con las autoridades complutenses) me encontr¨¦ a los dos m¨¢s locuaces en el acto donde menos esperaba encontrarlos: el mitin de exaltaci¨®n del l¨ªder cesante, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, disfrazado de presentaci¨®n de su libro de memorias. El acto tuvo lugar en el Invernadero de la Arganzuela y yo acud¨ª al mismo (no vayan a tener malos pensamientos) como reportero empotrado de la revista Tiempo para hacer una rese?a pol¨ªtico-costumbrista. Pues bien, en primera fila de los forofos, arengados en ese momento por el presentador de la velada, Jon Juaristi, vi a los expulsados del colegio mayor de la Asociaci¨®n de Hidalgos a Fuero, en pleno delirio aznarista. ?Y por qu¨¦ no?, me dir¨¢n ustedes.
Creo que una de las ciudades de la Comunidad de Madrid con mayor n¨²mero de habitantes, casi 200.000, tiene ahora un alcalde gay del PP, y hay m¨¢s, supongo que muchos m¨¢s homosexuales y lesbianas en las filas de ese partido. Algunos, me atrevo a pronosticar, desfilar¨¢n ma?ana en la cabalgata del Orgullo. Luego pasar¨¢n los meses, no sabemos cu¨¢ntos, habr¨¢ elecciones y el Tribunal Constitucional tendr¨¢ que decidir qu¨¦ pasa con el matrimonio gay. Hay pa¨ªses que seguir¨¢n estando, diga lo que diga el Tribunal, peor que nosotros. En Ucrania se les apalea. En varios de los musulmanes, se les ajusticia. Aqu¨ª, de momento, solo se les pone un recurso.
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