Hora prima

Ensayo. "Soy un obrero de la construcci¨®n que lee las Escrituras Sagradas", escribe Erri de Luca (N¨¢poles, 1950), que fue alba?il antes que novelista. Durante los a?os en la obra se levantaba a las cinco para leer la Biblia una hora antes de ir al trabajo. "Me parec¨ªa", dice, "que de ese modo asimilaba algo cada nuevo d¨ªa antes de que el cansancio me lo impidiese. Creo que he sido uno de los pocos obreros felices por levantarse de la cama un rato antes, pues esa hora primera era mi tesoro". De Luca vive ahora de lo que escribe, pero no ha abandonado un h¨¢bito que ha dado lugar a Hora prima, nacido de esas lecturas de madrugada. Lo primero que hace es dejar claro que m¨¢s que un ateo -alguien que "se priva de Dios"- ¨¦l es "uno que no cree", es decir, un hombre que habla de Yahveh en tercera persona. A partir de ah¨ª, el lector avanza con alguien que aprendi¨® hebreo y se detiene con agudeza en la etimolog¨ªa de los nombres, en historias como las de Sans¨®n o David y en el simbolismo del agua o la ciudad de Jerusal¨¦n. Tambi¨¦n alguien que, con pudor, proyecta su vida sobre lo que lee, ya se trate del entierro de la hija de un compa?ero de obra, de su relaci¨®n con las mujeres o del descubrimiento de la cantidad de alba?iles que salen en la Biblia. Hay libros que son un estado de ¨¢nimo y este es uno de ellos. Una peque?a maravilla.