Ni ¡®ex¨®ticos¡¯ ni ¡®v¨ªctimas¡¯ ni ¡®salvajes¡¯: as¨ª han matado al padre los hijos del ¡®Boom¡¯
Gabriela Wiener, Mariana Enriquez, M¨®nica Ojeda y Juan Pablo Villalobos, entre otros, analizan el flujo de influencias transatl¨¢nticas con motivo de la FIL de Guadalajara que tiene a Espa?a como Invitado de Honor
Poco se habla de la brecha en el universo de los autores y autoras migrados en la Espa?a de hoy con el del glorificado ¡®Boom latinoamericano¡¯ de los 60 y 70. Para entender el abismo, basta con leer la carta que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez mand¨® a Mario Vargas Llosa el 20 de marzo de 1967: ¡°En septiembre volaremos a Barcelona ¨D?con dos hijos!¨D donde pienso escribir un a?o. [...] La definici¨®n por Barcelona no se debe, como todo el mundo cree, a que all¨ª ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil sacarle el dinero a Carmen Balcells, sino porque parece ser la ¨²ltima ciudad de Europa donde mi mujer podr¨¢ tener una Bonifacia ¡ªque es el nombre que ella les da a todas las criadas desde que ley¨® La casa verde¡ª¡±. Tener una Bonifacia, la aspiraci¨®n de la chacha que recog¨ªa una de las misivas recopiladas en Las cartas del Boom (Alfaguara, 2023) ni seduce ni se vocea entre las escritoras y escritores que, por cosas de la vida y la creaci¨®n art¨ªstica, ahora viven en Espa?a, pa¨ªs invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en M¨¦xico. El salto entre aquella generaci¨®n y la actual va m¨¢s all¨¢ de conseguir servicio en casa: una nueva forma de narrarse, con valores est¨¦ticos y pol¨ªticos distintos a los de aquel grupo, ha conquistado el debate literario.
Ya sea por progreso social o por decoro, nadie parece interesado en verbalizar aquel ideal de imitaci¨®n burguesa al buscarse la vida en este pa¨ªs. Nada tienen que ver aquellas juergas en Bocaccio, mano a mano con los cachorros de las ¨¦lites locales, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Jos¨¦ Donoso ¡ªtodos residentes en Sarri¨¤-Sant Gervasi, la zona m¨¢s se?ora de Barcelona¡ª, con los encuentros en el refugio Sudakasa, la ¡°comunidad ut¨®pica¡± que crearon hace a?o y medio las creadoras migradas en Illana, un municipio de 800 habitantes en Guadalajara (Castilla-La Mancha). ¡°Respecto a aquella ¨¦poca, ahora son un grupo de escritoras las que tienen un lugar de bastante hegemon¨ªa en este ¨¢mbito¡±, reflexiona Gabriela Wiener, escritora peruana afincada en Espa?a desde 2003, integrante de Sudakasa junto a Maria Fernanda Ampuero (Ecuador), Claudia Ulloa (Per¨²), Claudia Apablaza (Chile) o la reportera Andrea Aldana (Colombia), entre otros.
En Sudakasa, un espacio de experiencia para la escritura y el arte en comunidad, ¡°una casa sin amo¡±, se construyen nuevos paradigmas que ponen las vidas migradas en el centro del relato y no en un margen que las exotiza. Para Wiener, que ha reflexionado sobre el clasismo, el racismo y el desarraigo en su obra (¡°Mi identidad marr¨®n, chola y sudaca intenta disimular la Wiener que llevo dentro¡±, escribi¨® en Huaco Retrato, editado por Random House), ni el tablero literario es el mismo ni se aprueban las reglas que adoptaron aquellos que escribieron desde Espa?a durante el siglo pasado. ¡°Por suerte, en el cambio generacional, los protagonistas ya no son una serie de se?ores sentados a la mesa con sus esposas escuchando. Creo que hay m¨¢s diversidad en los temas y los cuerpos¡±, a?ade. En este nuevo universo ¡°menos est¨¦ril intelectualmente y m¨¢s pol¨ªtico urgente¡±, Wiener se?ala como s¨ªmbolo el trabajo de la artista peruana Sandra Gamarra y su Pinacoteca migrante, que represent¨® a Espa?a en la Bienal de Venecia, cuestionando los relatos coloniales: ¡°La blanquitud es un sistema mental que est¨¢ detr¨¢s de cada instituci¨®n, de cada v¨ªnculo, es la estructura que nos rodea. Eso es lo que denunciamos muchas, uno de los recursos es la cr¨ªtica anticolonial¡±.
Una forma de matar al padre es rechazar los privilegios que su figura acept¨®. M¨¢s all¨¢ de conquistar ese sitio en la mesa y aportar nuevas ¨®pticas en la conversaci¨®n, pasa, tambi¨¦n, cuando la idea de qui¨¦nes pueden habitar la casa se expande. Sobre todo en Espa?a. Desde los 90, el pa¨ªs ha visto c¨®mo las migraciones redefin¨ªan la sociedad, ampliando las miras de los relatos y experiencias que la conforman. Nada queda de aquella Barcelona que miraba hipnotizada y extra?ada a aquellos reci¨¦n llegados tan modernos y viajados por sus avenidas m¨¢s selectas, tal y como cont¨® Mercedes Barcha, esposa de Garc¨ªa M¨¢rquez, a Xavi Ay¨¦n en Aquellos a?os del Boom (Debate, 2019): ¡°Lo divertido era que ellos pensaban que los atrasados ¨¦ramos nosotros, por latinoamericanos. Yo iba por la calle con mis pantalones y mis jeans y se me acercaban a mirarme como a una cosa rara¡±, le dijo.
Qui¨¦n puede ser una estrella en Espa?a
En marzo, siete ciudades espa?olas amanecieron con las calles empapeladas de carteles que anunciaban una esperada gira. No era para ninguna estrella del pop, sino de la literatura. Se trataba de Mariana Enr¨ªquez, la escritora argentina que lleva 14 ediciones vendidas de Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), el premio Herralde que convirti¨® al ¡°?Todav¨ªa no has le¨ªdo a Mariana Enr¨ªquez?¡± en la frase m¨¢s repetida del verano pand¨¦mico de 2020. ¡°La percepci¨®n de mi obra en Espa?a es muy sorprendente para m¨ª, porque mis textos son muy ¡®locales¡¯, pero presumo que es porque mis lectores buscan lo que se busca en literatura: lo particular, la voz, cierta verdad de la ficci¨®n y no algo estandarizado¡±, cuenta Enr¨ªquez sobre su fandom espa?ol.
Qu¨¦ lleva a un autor o autora que no escribe desde Espa?a a convertirse en un fen¨®meno en ese pa¨ªs como el de Nuestra parte de noche, el Poeta chileno de Alejandro Zambra (siete ediciones tiradas desde que se public¨® en Anagrama en marzo de 2020) o el reciente culto a El cielo de la selva de Elaine Vilar Madruga (que ya va por su octava edici¨®n desde que Lava lo public¨® en 2023) es un misterio para muchos. As¨ª lo siente la mexicana Dahlia de la Cerda, que con su compendio de relatos Perras de Reserva (editado por Sexto Piso en Espa?a) ha vendido 12 ediciones en Am¨¦rica Latina en solo dos a?os. La autora se siente ¡°sorprendida¡± porque apenas ha tenido repercusi¨®n en Espa?a, pa¨ªs al que no ha podido trasladarse a hacer promoci¨®n. ¡°Perras de reserva, en M¨¦xico, fue un fen¨®meno literario y me convirti¨® en una rockstar. Yo en M¨¦xico llego a los eventos y est¨¢ llen¨ªsimo. Todo el mundo me quiere entrevistar, es una cosa impresionante¡±, reflexiona. Cree que en Espa?a, para triunfar, se exige un tipo de narrativa. ¡°Al p¨²blico espa?ol solo le interesa leer a autoras latinoamericanas que viven en Espa?a o que hablan sobre temas que tienen que ver con Espa?a, que ya est¨¢n asimiladas y que reafirmen sus posturas respecto a Latinoam¨¦rica. Es decir, que es un territorio violent¨ªsimo, que las mujeres somos las eternas v¨ªctimas, que todo es miserable¡±, a?ade.
Residir o no en Espa?a o viajar durante la promoci¨®n es un factor clave para la tambi¨¦n mexicana Aura Garc¨ªa Junco, autora del ensayo autobiogr¨¢fico Dios fulmine a la que escriba sobre m¨ª (Sexto Piso, 2024). ¡°Es muy complicado hacer una carrera all¨¢. Abrirse espacios, invitar a la lectura, implica mucha presencialidad y la distancia no ayuda. Ahora ha empezado a cambiar la apertura para las autoras latinoamericanas, sobre todo entre j¨®venes, pero en muchas entrevistas se me pide que hable de violencia machista en mi pa¨ªs como si en otros sitios estuvieran exentos o M¨¦xico fuese un pa¨ªs de salvajes y no inmensidad que tiene de todo¡±, apunta.
La trampa de la integraci¨®n
¡°Los escritores que vivieron en Madrid o en Barcelona en el boom podr¨ªan haber estado en Par¨ªs o Nueva York. Ten¨ªan la vida resuelta por sus rentas, por herencia diplom¨¢tica o negocios familiares y ven¨ªan con unas posibilidades que no tienen nada que ver con las de ahora¡±, apunta sobre otro de los aspectos clave en el nuevo universo literario, el salto de clase, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, instalado en el barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia desde 2003. Traducido a m¨¢s de quince idiomas, ganador del Herralde de novela en 2016 con una ficci¨®n c¨®mica sobre un escritor mexicano que acude a Barcelona a doctorarse en No voy a pedir a nadie que me crea y analista precoz del actual marco mental de la derecha frente a la migraci¨®n en La invasi¨®n del pueblo del esp¨ªritu (Anagrama, 2020), Villalobos asegura que la ¡°viabilidad econ¨®mica¡± nunca estuvo en sus planes al establecerse aqu¨ª. ¡°No estoy justificando vivir en precariedad, pero sabemos que la actividad art¨ªstica y literaria supone no asumir la pobreza, pero s¨ª la inestabilidad. Uno sabe que est¨¢ sujeto a si consigue la beca o alg¨²n trabajito extra. Yo vivo de los talleres que imparto en mi local de Gr¨¤cia y son los que me permiten no tener que depender de nadie m¨¢s¡±, aclara. Wiener tambi¨¦n refleja esta desventaja en lo material: ¡°El problema no es que nos llamen para parecer inclusivos, el problema es cuando no nos pagan bien¡±.
Villalobos considera que los autores que llegaron a Espa?a a principios de los 2000 mordieron el anzuelo envenenado de la integraci¨®n del discurso cosmopolita. ¡°Asumimos de manera muy inocente, y muy ingenua, esta idea de que hab¨ªa que integrarse. Hab¨ªa un discurso, hoy en entredicho, que nos dec¨ªa ¡®Bienvenidos, integraos, bailemos juntos con Carlinhos Brown sobre una carroza en paseo de Gr¨¤cia¡¯. Era una acogida tramposa. Integrarte supon¨ªa borrarte, asumir la cultura local. Nosotros no venimos a integrarnos, venimos a transformar la sociedad¡±, zanja.
M¨¢s mujeres, mismos prejuicios
Mientras el dinero escasea, el relato y v¨ªnculo de las autoras y autores afincados en Espa?a se expande. ¡°Respecto al boom, ahora la relaci¨®n literaria es menos patriarcal. Era muy dif¨ªcil que en los sesenta se leyera a autoras con el fervor con el que se est¨¢n leyendo ahora. Las que se le¨ªan eran casos excepcionales y siempre bajo una mirada desde?osa, como pas¨® con Elena Garro. Ahora mismo, eso no pasa¡±, enfatiza la ecuatoriana M¨®nica Ojeda, que ha vivido entre Barcelona, Ecuador y Madrid en la ¨²ltima d¨¦cada mientras se convert¨ªa en autora de culto entre clubes de lectura y cr¨ªtica gracias a t¨ªtulos como Mand¨ªbula (Candaya, 2018) o Chamanes el¨¦ctricos en la fiesta del sol (Random House, 2024).
Ojeda aplaude esa amplitud de g¨¦nero, pero destaca que la mirada pol¨ªtica no ha cambiado: ¡°La difusi¨®n es mayor, pero sigue siendo insuficiente y, adem¨¢s, los libros que llegan o se publican son de autoras blancas o mestizas j¨®venes¡±, a?ade. Tambi¨¦n lamenta la lectura euroc¨¦ntrica que Espa?a hace de los libros del sur. ¡°El hecho de que estemos hablando ahora mismo de gran parte de un continente como un pa¨ªs nos muestra el problema: se busca reducir, clasificar, englobar en lugar de expandir¡±, apunta. Una visi¨®n con la que concuerda Villalobos (¡°hay una operaci¨®n de simplificaci¨®n que se hace desde el marketing para calificar fen¨®menos nuevos¡±) y la tambi¨¦n mexicana Brenda Navarro, que ha vivido entre Barcelona y Madrid desde 2015. Tras explorar las migraciones y puesto en jaque al buenismo europeo en Casas Vac¨ªas (Sexto Piso, 2020) y Ceniza en la boca (Sexto Piso, 2022), Navarro lamenta que la literatura latinoamericana solo pueda encajar aqu¨ª como literatura social o de violencia. ¡°Me gustar¨ªa que dentro del ¨¢mbito cultural espa?ol se olvidase esa distinci¨®n entre una ¡®literatura salvaje latinoamericana¡¯ y otra para escritoras europeas. Deber¨ªa ser literatura, sin ning¨²n tipo de etiqueta¡±, apunta, e insiste en esa idea frente a su propia obra. ¡°Soy una escritora mexicana, latinoamericana, pero tambi¨¦n espa?ola que hablo de Espa?a directamente en mis obras. Y no lo hago desde la antropolog¨ªa, tratando de diseccionar a Espa?a como tal, sino hablando de la Espa?a que yo vivo desde la forma en la que la percibo y estoy construyendo social, pol¨ªtica y culturalmente¡±.
Leerse distinto
?Qu¨¦ voces espa?olas interesan a los autores consultados en este reportaje? A Mariana Enr¨ªquez le gustar¨ªa que se reconociera m¨¢s a Pilar Pedraza y Emilio Bueso. Se decanta, ¡°entre los j¨®venes¡±, por Laura Fern¨¢ndez (¡°mi favorita¡±), Sara Mesa (¡°excelente, brutal y contenida¡±) y Andr¨¦s Barba (¡°elegant¨ªsimo, capaz de ser virtuoso y cruel¡±). De literatura catalana, elige a Irene Sol¨¤, Irene Pujadas y Pol Guasch. M¨®nica Ojeda se queda con Irene Sol¨¤, la poes¨ªa de Angela Segovia y Juan F. Rivero y, ¡°como padres y madres¡±, elige a Antonio Gamoneda, Chantall Maillard y Enrique Falc¨®n. Brenda Navarro escoge a Greta Garc¨ªa (¡°lo que ha hecho en Solo quer¨ªa bailar me parece refrescante y arriesgado por romper con el molde que existe respecto a la literatura espa?ola¡±). Dahlia de la Cerda asegura que tres autoras espa?olas le han llamado la atenci¨®n recientemente: Layla Mart¨ªnez (¡°me encant¨® el terror g¨®tico de Carcoma¡±), Andrea Abreu (¡±Panza de Burro es uno los libros m¨¢s relevantes por la recuperaci¨®n de la tradici¨®n oral. Yo soy profeta de Panza de Burro. All¨¢ d¨®nde voy, hablo de Panza de Burro¡±) y Alana Portero (¡°me fascin¨® La mala costumbre, Alana es una escritora excelente¡±).
El di¨¢logo parece fluido, pero los ritmos de lectura son distintos. Para Villalobos, que confirma que no lee mucha literatura espa?ola porque sus h¨¢bitos son ¡°caprichosos y aleatorios¡±, Espa?a es un pa¨ªs ¡°en el que se lee siguiendo ciertas recomendaciones, lo que dicen ciertos lectores influyentes o los suplementos culturales. Todo el mundo dice que hay que leer a una autora y se lee en masa. Es como que se ha dicho: hay que leer a Sara Barquinero o la novela de Sara Mesa o ?lvaro Pombo porque gan¨® el Cervantes. Esto en M¨¦xico no pasa¡±.
Garc¨ªa Junco, que se declara seguidora ¡°de la locura de Laura Fern¨¢ndez, las exploraciones ensay¨ªsticas de Luna Miguel, Pau Luque y la sabidur¨ªa de Brigitte Vasallo¡±, piensa parecido respecto a las formas de lectura. ¡°Nos separa el inter¨¦s. Con contadas excepciones, ac¨¢ no se lee tanto lo de all¨¢ y viceversa. Creo, sin aseverar, que Latinoam¨¦rica tiene un intercambio m¨¢s fluido. Hablando en t¨¦rminos de mercado, que no es lo mismo que literatura, el espa?ol es tan autosuficiente, que no siento tanto inter¨¦s en expandirlo a los m¨¢s peque?os. Los libros importados son car¨ªsimos e impagables ac¨¢ y all¨¢ no llegan muchas editoriales mexicanas¡±.
Para enmendarlo, algo ha cambiado tambi¨¦n desde el ¡®Boom¡¯ en el que explotaron editoriales con sede en Barcelona como la refundaci¨®n de Seix Barral. Nuevas editoriales, m¨¢s peque?as, son las que facilitan ese di¨¢logo. Almad¨ªa, que naci¨® en Oaxaca en 2005 y abri¨® filial en 2022 en Espa?a, ha empezado a editar e imprimir en Argentina y Colombia con un equipo de 20 personas distribuidas entre M¨¦xico y Espa?a y un cat¨¢logo de 500 t¨ªtulos. ¡°A diferencia del Boom, que estuvo marcado por un grupo selecto de autores masculinos con gran visibilidad internacional y dej¨® fuera a muchos escritores talentosos, hoy vemos un auge notable de escritoras que exploran tem¨¢ticas desde perspectivas diversas y cr¨ªticas¡±, cuenta su editor Guillermo Quijas, que destaca que para ganar visibilidad hoy en d¨ªa ¡°se requiere una inversi¨®n significativa por parte de los editores independientes¡±. Mariana Enr¨ªquez destaca, adem¨¢s de Anagrama, la labor en este nexo de P¨¢ginas de Espuma, Lava, Candaya, Libros del Asteroide o Barrett.
Santiago Tob¨®n, editor de Sexto Piso, fundada en Ciudad de M¨¦xico en 2002 y que en 2004 inici¨® su andadura en Espa?a dos a?os despu¨¦s, tambi¨¦n valora como positivo ¡°la llegada de editoriales independientes, proyectos muy personales que se consolidan¡±. El editor asegura que se lee distinto en todos los pa¨ªses y que en Latinoam¨¦rica ¡°se sobredimensiona el inter¨¦s que puede tener la literatura latinoamericana en Espa?a¡±. El di¨¢logo evoluciona mientras el sector, asegura, vive en un estado de crisis permanente, al que se vuelve casi como una necesidad: ¡°Hay un chiste de editores, que se dice que despu¨¦s de la Biblia, el segundo libro que se imprimi¨® fue el de la Crisis del sector editorial¡±.
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