?Por qu¨¦ quieren ser pol¨ªticos?
A nadie, m¨¢s que a los propios pol¨ªticos (bueno, a los m¨¢s tontos), le ha podido sorprender a estas alturas la aversi¨®n que gran parte de la poblaci¨®n siente hacia ellos y que se ha manifestado de manera vehemente a ra¨ªz de la ocupaci¨®n de las plazas de toda Espa?a. Quienes intentan etiquetar a estas gentes est¨¢n fracasando: no todas son "j¨®venes", ni "antisistema", ni siquiera "de izquierdas" (o no al modo tradicional del t¨¦rmino), ni desde luego "rubalc¨¢bidas", como se han atrevido a sostener la prensa y los tertulianos m¨¢s obtusos, que ven al Vicepresidente Rubalcaba como a un "Criminal Mastermind", que era el t¨ªtulo que se confer¨ªa a s¨ª mismo el maquiav¨¦lico Profesor Moriarty, archienemigo de Sherlock Holmes y forjador de desgracias y cat¨¢strofes para su propio placer malsano (copias de este Profesor las ha habido a decenas, desde el Lex Luthor de Superm¨¢n hasta el Joker de Batman, por mencionar a dos bien conocidos). Los componentes del llamado "Movimiento 15-M" son en su mayor¨ªa personas normales, con y sin estudios, de diferentes clases sociales y edades; m¨¢s o menos como los ciudadanos que llevan ya tiempo se?alando, en las encuestas, a los pol¨ªticos como el segundo o tercer mayor problema de Espa?a. Con ser en s¨ª mala la cosa, lo peor es que ¨¦stos no reaccionan ni hacen limpieza en sus filas. M¨¢s bien se les ve una tendencia a atrincherarse y a proclamarse "sacrosantos", como se comprob¨® en los sospechosos altercados habidos en Barcelona hace unas semanas: unos se montaban con aparatosidad en helic¨®pteros para sortear a las "turbas" y otros -Felip Puig, el insidioso y taimado conseller de Interior de la Generalitat- poco menos que alentaban a esas "turbas" con su dejadez y tal vez -tal vez- con sus agitadores mossos infiltrados, para poder poner luego el grito en lo m¨¢s alto del cielo y demonizar a los manifestantes en general, cuando result¨® obvio que los agresivos fueron una minor¨ªa, reprendida adem¨¢s en el acto por la mayor¨ªa.
"No tienen la admiraci¨®n de nadie; se los acusa de corruptos y de t¨ªteres del poder econ¨®mico"
Nuestros pol¨ªticos gozan de muy mala fama desde hace mucho. Tan mala que lo que cabe preguntarse es por qu¨¦ quieren serlo. No tienen las simpat¨ªas ni la admiraci¨®n de nadie -quitando a los militantes ciegos de cada partido-; se los culpa de todos los males; reciben insultos constantes de sus rivales y ¨²ltimamente tambi¨¦n de la ciudadan¨ªa; se los acusa de ladrones y corruptos con excesiva frecuencia; se los percibe como a individuos vagos o incompetentes o malvados, cuando no como a puros idiotas; se les reprocha procurar su propio beneficio o el de sus partidos y casi nunca el de sus gobernados; cada vez m¨¢s se los considera t¨ªteres del poder econ¨®mico. Trae tan poca cuenta y tantos sinsabores ser hoy pol¨ªtico que uno no entiende c¨®mo es que hay tantos aspirantes a hacer de mu?eco de las bofetadas. A mi modo de ver hay cinco grupos: a) sujetos mediocres que nunca podr¨ªan hacer carrera -ni tener un sueldo- si no fuera en un medio tan poco exigente como la pol¨ªtica (s¨¦ de alg¨²n alcalde de ciudad conocido en ella, sobre todo, por ser un completo iletrado y darle a la frasca); b) sujetos que ven un modo de enriquecerse (as¨ª lo explic¨® sin tapujos uno que no qued¨® lejos de llegar a ministro); c) sujetos que s¨®lo ans¨ªan tener poder, es decir, mandar y que la gente les pida favores; tener potestad para denegar o dar y salir en televisi¨®n; en suma, ser "alguien" (recuerdo haberle o¨ªdo contar a mi padre que, apenas quince d¨ªas antes de la derrota -ya segura- de la Rep¨²blica en la Guerra Civil, hab¨ªa tortas para ser nombrado ministro de lo que fuese en la ¨²ltima remodelaci¨®n gubernamental, cuando ocupar un cargo as¨ª s¨®lo iba a traer muy graves problemas a quienes los ocupasen, al cabo de dos semanas: la vanidad no sabe de c¨¢lculos); d) fan¨¢ticos de sus ideas o metas que s¨®lo aspiran a imponerlas; e) individuos con verdadera vocaci¨®n pol¨ªtica, con esp¨ªritu de servicio, buena fe y ganas de ser ¨²tiles al conjunto de la poblaci¨®n y de mejorarle las condiciones de vida, de libertad y de justicia.
No hace falta decir que, de estos cinco grupos (expuestos -me disculpo- con la groser¨ªa inherente a toda simplificaci¨®n), el ¨²nico que merece respeto, vale la pena y resulta beneficioso y necesario es el ¨²ltimo, que quiz¨¢ por eso sea el menos nutrido. Lo llamativo es que los votantes no parezcan saber distinguir a los pertenecientes a cada grupo. Acaso no sea f¨¢cil, dado que los de los cuatro primeros fingen y enga?an, copian y adoptan las maneras y los discursos de los del quinto, se presentan invariablemente como personas desinteresadas y abnegadas. Si en cada legislatura cambiaran las caras, podr¨ªa entenderse que les di¨¦ramos siempre un voto de confianza y nos colaran gato por liebre. Pero esta ingenuidad no es admisible con los pol¨ªticos veteranos, porque nadie es capaz de fingir bien mucho tiempo. Fingir es dif¨ªcil y cansa, y el zafio, el oportunista, el tonto, el bruto, el aprovechado, el ladino, el ladr¨®n, el engre¨ªdo, el fan¨¢tico, el d¨¦spota, todos acaban por parecer lo que son, y sin tardanza. ?C¨®mo es que no lo vemos a?o tras a?o, legislatura tras legislatura? ?C¨®mo es que no sabemos distinguir a los del quinto grupo -que los hay- ni eliminar poco a poco a los de los otros cuatro? Tal vez ser¨ªa algo a lo que se podr¨ªan aplicar los integrantes del 15-M: no a descalificarlos a todos, que es lo que Franco hac¨ªa para justificar su prohibici¨®n de los partidos; sino a ir se?alando, con nombres y apellidos si hace falta, a la enorme cantidad de mediocres, codiciosos, corruptos, fan¨¢ticos y engre¨ªdos que se han hecho con tanto poder en Espa?a.
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