Ala?a imparte una lecci¨®n magistral
El brillante retorno a la pasarela del dise?ador cierra la semana de la alta costura
El ministro de Cultura franc¨¦s, Fr¨¦d¨¦ric Mitterand, tuvo que meterse hasta la cocina para que Azzedine Ala?a saliera a recoger su ovaci¨®n. No es una figura ret¨®rica. En el laberinto de edificios que componen sus instalaciones en Le Marais, el espacio que ayer sirvi¨® de camerino para las modelos es a diario el comedor que comparte con sus empleados.
El desfile con el que Ala?a cerr¨® ayer la semana de la alta costura era el primero que organizaba de forma oficial en ocho a?os. Se gestion¨® con la discreci¨®n que caracteriza al dise?ador, nacido en una familia de granjeros de T¨²nez, en alg¨²n momento de hace m¨¢s de 70 a?os. No hab¨ªa invitaciones impresas y se ped¨ªa a los invitados que se abstuvieran de tomar fotos. El aforo era reducido, pero suficiente como para acoger a personalidades de varios ¨¢mbitos culturales, desde el artista Francesco Vezzol hasta la cineasta Sofia Coppola, pasando por Marc Newson o Donatella Versace.
Azzedine Ala?a vive y trabaja en el edificio que ayer alberg¨® su presentaci¨®n de oto?o/invierno. No hace distinciones entre su vida y su trabajo y, por eso, tiene un sentido de la moda distinto. Lleva m¨¢s de 30 a?os en la profesi¨®n y hace una d¨¦cada decidi¨® salir del circuito y presentar en la intimidad y a su ritmo. No hace publicidad y su ropa apenas sale en los medios.
A pesar de su retirada existencia, Ala?a ha estado ¨²ltimamente de actualidad por su tendencia a decir lo que piensa. Y por pensar cosas que nadie dice. Hace unas semanas revel¨® a The Financial Times que le hab¨ªan ofrecido el puesto de John Galliano en Dior y lo hab¨ªa rechazado porque no quer¨ªa ser "el siguiente cap¨ªtulo de una triste historia". El dise?ador se revel¨® hace tiempo contra un sistema cada vez m¨¢s voraz que considera "inhumano". Es testarudo y muy poco diplom¨¢tico, lo que le ha granjeado poderosos enemigos. Es p¨²blico su desencuentro con Anna Wintour despu¨¦s de que esta no incluyera ning¨²n vestido suyo en una exposici¨®n dedicada a las supermodelos, a pesar de ser el padrino profesional y emocional de Naomi Campbell y Stephanie Seymour.
Ayer en Par¨ªs, Ala?a demostr¨® una vez m¨¢s que ama la moda por el placer de ejecutarla. En las 41 salidas de su extraordinaria colecci¨®n se ve la mano de un hombre que dise?a por gusto y necesidad de plasmar una inquietud creativa. No hay pieza de Ala?a que no haya moldeado ¨¦l mismo. Y eso siempre es hermoso y emocionante de contemplar.
Concisa, inteligente e interesante, la propuesta de ayer es todo lo que la moda deber¨ªa ser. Faldas l¨¢piz punteadas por cremalleras, esquem¨¢ticamente flamencas o con un volumen vagamente importado del can-can estructuran un discurso gr¨¢fico y moderno. Azul marino, berenjena, verde, blanco y negro se recortan sobre el cuerpo en terciopelo troquelado, cocodrilo brillante o lana de Mongolia. Ala?a utiliz¨® el abrigo como unidad m¨ªnima de significado y lo combin¨® con camisas blancas atadas hasta el ¨²ltimo bot¨®n en un ejercicio de econom¨ªa de medios que revela la pertinencia de cada elemento.
Dice que sigue dise?ando porque cada d¨ªa aprende algo y por su inagotable amor a lo femenino. Acaba de rechazar la Legi¨®n de Honor porque no quiere m¨¢s condecoraci¨®n que ver su ropa en el cuerpo de las mujeres. Todo eso estaba impl¨ªcito en el sentido aplauso que recibi¨® y en la determinaci¨®n de los presentes a, por una vez, ser tan tercos como ¨¦l y no parar de jalearle hasta que saliera. Cuando lo hizo, arropado por el respeto y el cari?o, sonre¨ªa feliz. ?Qui¨¦n necesita m¨¢s cuando lo tiene todo?
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