Gambia se lanza a la pista
Mercados bulliciosos y trajes multicolores en Banjul, capital del pa¨ªs africano
Los visitantes son algo injustos con Banjul. Los cada vez m¨¢s numerosos turistas (unos 23.000 en 2010) que desembarcan en Gambia suelen desde?ar su capital. Prefieren precipitarse hacia los concurridos resorts de las costas, con sus hoteles de lujo, sus restaurantes de comida europea, sus casinos y sus cajeros autom¨¢ticos: para gran parte de ellos, all¨ª empieza y termina el viaje. Y sin embargo, a la modesta capital del pa¨ªs m¨¢s peque?o del ?frica continental (con una superficie igual a la Comunidad de Murcia) no le falta, ni mucho menos, inter¨¦s. A menos de cinco horas de vuelo de Espa?a, es la puerta de entrada m¨¢s cercana a los hechizos del ?frica al sur del S¨¢hara. Con sus apenas 35.000 habitantes, es como un peque?o compendio del continente de ¨¦bano: un ?frica negra de bolsillo.
Es cierto que el primer monumento que nos espera al llegar a la ciudad no es prometedor. El pretencioso Arco 22, p¨¢lida versi¨®n local del Arco de Triunfo parisiense, con su color amarillento que da una sensaci¨®n de permanente suciedad. Dise?ado en 1996 por el m¨¢s famoso de los arquitectos africanos, el senegal¨¦s Pierre Goudiaby, este monumento conmemora la "haza?a" del 22 de julio de 1994, fecha en la que el actual presidente, Yahya Jammeh, con 29 a?os de edad entonces, se hizo con el poder tras una revuelta militar. ?Banjul es una de las pocas capitales en el mundo cuyo monumento m¨¢s imponente conmemora un golpe de Estado! Vale la pena subir las escaleras que conducen a su terraza y contemplar esta ciudad de aspecto provinciano desde lo alto de sus 35 metros. All¨ª, una peque?a exposici¨®n est¨¢ dedicada a la historia de la lucha contra la colonizaci¨®n inglesa, y, curiosamente, al juju, la religi¨®n local tradicional, y sus relaciones con el Islam hoy dominante.
El Museo Nacional es la introducci¨®n ideal a la historia de esta ciudad que fundaron en 1816 los ingleses en la desembocadura del r¨ªo Gambia: oficialmente, con el objetivo de impedir el tr¨¢fico de esclavos por v¨ªa fluvial, pero tambi¨¦n, de manera m¨¢s prosaica, como puerto comercial destinado a competir con la colonizaci¨®n francesa en la regi¨®n. La exposici¨®n algo polvorienta del museo es bastante heterog¨¦nea. Las fotos amarillentas de los alcaldes sucesivos de la ciudad coexisten con las de los gobernadores coloniales; las de los alumnos de una escuela metodista con las de un equipo de cr¨ªquet, y los gr¨¢ficos advirtiendo sobre la desertizaci¨®n y la deforestaci¨®n con el traje que llevaba la Miss Gambia de 1984. Lo m¨¢s interesante son tal vez las fotos de los a?os 1930 y 1940 que retratan escenas callejeras de lo que entonces no era m¨¢s que una peque?a aldea polvorienta.
Tras estos proleg¨®menos hist¨®ricos, entramos de golpe y de lleno en la m¨¢s abigarrada ?frica al atravesar la puerta del gran mercado de la ciudad, el Albert Market. Ruidos, colores y efluvios: estamos ya en lo m¨¢s profundo del continente de ¨¦bano. Se vende de todo en los puestos instalados, en perfecto desorden, en el mismo suelo o en las peque?as tiendas: los tejidos coexisten con las verduras, el pescado con las toallas, las frutas con los zapatos, los muebles con los pa?uelos. Inmunes al tumulto trabajan sastres, peluqueros y ebanistas. En medio de una batahola permanente y de los olores a pescado y a especias se desarrolla un baile ca¨®tico de los multicolores trajes, con centenares de comerciantes y vendedores, mujeres en su mayor parte, que, siempre a gritos, gesticulan, negocian un precio, se interpelan de un puesto a otro, comentan las ¨²ltimas noticias. Al visitante extranjero, alguna que otra vendedora le propone, risue?a, pescado o tomates.
Un pasado m¨¢s boyante
Para descansar de la algarab¨ªa del Albert Market, nada mejor que pasear por el cercano casco viejo. O por lo menos lo poco que queda de ¨¦l: algunos edificios con columnas de tipo colonial, destartalados y carcomidos por la humedad, que recuerdan ¨¦pocas comerciales m¨¢s boyantes. Estamos al lado del puerto (cuyo acceso est¨¢ cerrado al p¨²blico), y unos camiones m¨¢s altos que las casas circundantes engullen durante horas pilas piramidales de los m¨¢s variados bultos y cajas, que cargan unos trabajadores sudando con el torso desnudo. Otros, esperando ser contratados, juegan a las cartas sentados en el suelo. Las nacionalidades aqu¨ª son m¨²ltiples, y abundan los mauritanos con su t¨²nica azul, o los libaneses, que dominan gran parte del comercio en toda la ciudad.
Es pr¨¢cticamente imposible, como en todo Banjul, encontrar una casa de m¨¢s de dos plantas, y solo el edificio de alguna que otra instituci¨®n financiera da una sensaci¨®n de modernidad. Y es que los bancos son m¨¢s rutilantes que las dependencias oficiales: el modesto aspecto externo del Parlamento se asemeja al de un peque?o centro comercial (una compa?¨ªa india est¨¢ construyendo un nuevo edificio, m¨¢s propio del poder legislativo, en las afueras de la ciudad). No parecen m¨¢s imponentes las peque?as casitas de los ministerios, como el de Comercio, por m¨¢s que prometa, en su fachada, "un sector privado vibrante".
Conviene completar el paseo por Banjul con una incursi¨®n por su principal cl¨ªnica, el Royal Victoria Teaching Hospital, que estimula este tipo de visitas con el fin de completar a base de donaciones la dram¨¢tica escasez de sus recursos. Deambular por sus tristes pasillos, penetrar en sus salas desnudas, con sus filas de camas sin s¨¢banas, entrar en sus laboratorios donde los m¨¦dicos hacen lo imposible desde la nada, recuerda que aqu¨ª, m¨¢s que en los resorts costeros, se encuentra la verdadera Gambia, este pa¨ªs que figura en el puesto 155? en el ?ndice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, y que espera de un turismo que representa el 16% de su exiguo PIB que le ayude a salir del hoyo.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
? Spanair (www.spanair.com) tiene dos vuelos semanales desde Madrid y Barcelona hasta Banjul (los s¨¢bados y los martes) a partir de unos 240 euros ida y vuelta, tasas aparte, aunque los precios suben considerablemente en temporada alta.
Informaci¨®n
? Turismo de Gambia (www.visitthegambia.gm). La web de turismo ofrece una lista de alojamientos y restaurantes por todo el pa¨ªs.
D¨®nde dormir
? Hotel Atlantic (www.laicohotels.com). Es el mejor de la ciudad, el ¨²nico de los buenos, la doble desde unos 100 euros la noche. El Atlantic es un resort de cinco estrellas, muy cerca del centro, con spa, gimnasio, cinco bares, tres restaurantes, discoteca y pistas de tenis o squash.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.