El ¨²ltimo fot¨®grafo de la Guerra Civil
La historia la escriben los vencedores, no los vencidos, y se puede tergiversar sin darle muchos retoques a la realidad. A una fotograf¨ªa, por muchos pies que se le pongan, es muy dif¨ªcil darle la vuelta". Desde su retiro en M¨¦xico, Julio Souza Fern¨¢ndez (A Coru?a, 1917) conf¨ªa a las im¨¢genes el recuerdo de lo que ocurri¨® en Espa?a durante el conflicto b¨¦lico que sigui¨® al golpe militar de 1936. Miembro del grupo de reporteros gr¨¢ficos conocidos como Hermanos Mayo, una reciente exposici¨®n en A Coru?a y un documental casi a punto para la exhibici¨®n (Julio Mayo, el ¨²ltimo fot¨®grafo de la Guerra Civil) son un acto de memoria hist¨®rica en homenaje al ¨²ltimo representante de la firma y a la voz que ha permitido revivir la experiencia de estos fot¨®grafos en el frente.
Las fotos revelan calles arrasadas, fachadas cicatrizadas a tiros, heridos, muertos...
Los Mayo eran fotoperiodistas que narraron los hechos desde el compromiso con la izquierda
"Somos la infanter¨ªa del periodismo porque siempre marchamos en primera l¨ªnea"
El relato de la Guerra Civil por los Hermanos Mayo es m¨¢s que una fe notarial de lo sucedido. Se construye como un travelling cinematogr¨¢fico en el que miles de instant¨¢neas permiten reproducir la acci¨®n b¨¦lica en un movimiento que abarca desde la contienda en las capitales republicanas -Madrid, Barcelona y Valencia- hasta todos los grandes frentes. Fueron tres objetivos los que captaron momentos de la lucha que siguen siendo desconocidos para el p¨²blico siete d¨¦cadas despu¨¦s: los de los coru?eses Paco Souza Fern¨¢ndez y su hermano Julio, y el del madrile?o Faustino del Castillo Cubillo. En una etapa de la historia del fotoperiodismo casi por escribir, asociada de momento a los tres reporteros de m¨¢s renombre -Robert Capa, Agust¨ª Centelles y Alfonso-, las de los Hermanos Mayo son firmas a¨²n pendientes de revelado.
La historia del grupo se cimienta en dos mentiras: ni son hermanos, ni se apellidan Mayo. "Mi hermano, Paco, tom¨® parte e hizo fotos de la sublevaci¨®n de los mineros asturianos en 1934 y de c¨®mo se sofoc¨®. A causa de ello, ten¨ªamos constantemente a la polic¨ªa en casa haciendo registros en busca de los negativos. La soluci¨®n fue cambiar de domicilio y de nombre, y desde entonces la gente nos conoci¨® por Mayo", explica Julio.
Los Mayo eran, sobre todo, fotoperiodistas; trabajadores con una herramienta, su c¨¢mara, que narraron aquellos hechos desde el compromiso con la izquierda. El historiador de la fotograf¨ªa Publio L¨®pez Mond¨¦jar ve en ellos "el ejemplo de c¨®mo se puede conciliar la militancia en un partido pol¨ªtico, el PCE, con la actividad fotoperiod¨ªstica y el talento puesto al servicio de una causa: la republicana". Por eso deben ser considerados "un referente de una ¨¦poca y un momento hist¨®rico en los que usar la c¨¢mara era una manera de contribuir a la defensa de la democracia".
La Guerra Civil fue un ensayo dram¨¢tico en muchos aspectos. Tambi¨¦n en la fotograf¨ªa de prensa nac¨ªa en ese momento una manera distinta de narrar visualmente que permiti¨® a los fot¨®grafos colocarse en un campo distinto de la objetividad y apoyar la legalidad republicana con una visi¨®n audaz, fresca y viva del fotoperiodismo. El fot¨®grafo, en este sentido, se identifica con el soldado: "Somos la infanter¨ªa del periodismo, porque siempre tenemos que marchar en primera l¨ªnea; tenemos que ir al lugar y verlo a trav¨¦s del visor de la c¨¢mara", dice Mayo.
As¨ª, con el estallido de la guerra, los tres integrantes de la agencia Foto Mayo se incorporaron como reporteros gr¨¢ficos en distintas unidades del bando republicano. Paco trabaj¨® para las publicaciones Mundo Obrero, El Frente de Teruel y El Paso del Ebro. Las fotos que hab¨ªa tomado Faustino de la defensa de Madrid hab¨ªan llamado la atenci¨®n de L¨ªster, que quiso incorporarlo a sus filas trabajando para el peri¨®dico de la Primera Brigada, Pasaremos. Sirvi¨® en los frentes de Madrid, Guadarrama, Jarama, Ebro, Belchite y Barcelona. Los dos dispararon ¨²nicamente sus c¨¢maras.
Julio fue el ¨²nico que, adem¨¢s de fotoperiodista, sirvi¨® como artillero, alist¨¢ndose como voluntario en Madrid. "Me tomaron mi nombre, me dieron una manta, una lata de sardinas, un pan, un fusil Mauser de cinco tiros y ciento cincuenta balas en tres cajas de cart¨®n". Adem¨¢s de eso se llev¨® la c¨¢mara. "Los negativos se los enviaba a mi hermano Paco, y ¨¦l se ocupaba de revelarlos". Las primeras batallas las dio por la sierra de Guadarrama y luego, con ayuda de su hermano, consigui¨® un traslado al frente de Madrid. "All¨ª, en la 43 Brigada Mixta, estuvimos hasta el 15 de mayo de 1938, cuando la Brigada 43, junto con la 61, fue trasladada al frente de Teruel a contener la retirada...".
Las im¨¢genes llegaban a las publicaciones de la ¨¦poca en forma de cr¨®nicas gr¨¢ficas de la crueldad de la guerra provocada por el levantamiento franquista. Instant¨¢neas del frente, de la retaguardia, del sufrimiento de la poblaci¨®n civil, del esfuerzo del Ej¨¦rcito republicano en defensa de los valores de la libertad y la democracia. Sus fotograf¨ªas son descripci¨®n formal de lo que suced¨ªa, algunas con una clara influencia est¨¦tica del realismo social imperante.
Configuran los Mayo un retrato colectivo de las tropas republicanas, de los brigadistas internacionales, de ciudadanos tras la causa; de la vida en las l¨ªneas de fuego y tras ellas. Resumen estados de ¨¢nimo, condiciones de vida, y hacen inventario imparcial de la log¨ªstica de su bando catalogando armamento y equipamientos b¨¦licos.
Las im¨¢genes de Madrid revelan la destrucci¨®n de los compases iniciales de la guerra: las calles arrasadas por las bombas, las fachadas cicatrizadas a tiros, la amenaza de los ataques a¨¦reos, las evacuaciones, los heridos en los hospitales, los muertos...
La otra urbe protagonista es Valencia. Documentaron all¨ª el d¨ªa a d¨ªa de una capital en la retaguardia que con el repliegue republicano llegar¨ªa a ver ampliada su poblaci¨®n en m¨¢s de 150.000 personas entre pol¨ªticos, militares, funcionarios, refugiados y hu¨¦rfanos. Las instant¨¢neas tomadas en este escenario no dejan de recoger la actividad pol¨ªtica, las reuniones del mando, los m¨ªtines, las proclamas antifascistas. Pero tambi¨¦n se centraron en los protagonistas colaterales: mujeres y ni?os, viudas y hu¨¦rfanos.
El final de la guerra con la derrota republicana en la primavera de 1939 supuso el exilio para los Hermanos Mayo. Paco y Faustino, junto con el menor de los Souza, C¨¢ndido, cruzaron la frontera a Francia, donde sufrieron el duro trato de los campos de concentraci¨®n. Por oponerse a estas condiciones, Faustino y C¨¢ndido acabaron siendo castigados con trabajos forzados en el castillo de Colliure. Mientras, Paco consigui¨® ponerse en contacto con Enrique L¨ªster y Fernando Gamboa, diplom¨¢tico mexicano encargado de seleccionar a los refugiados para emigrar a este pa¨ªs. Fue as¨ª como en junio de 1939 llegaron a tierra americana a bordo del Sinaia, un barco que transport¨® a 1.600 refugiados espa?oles acogidos por el Gobierno de L¨¢zaro C¨¢rdenas.
Julio cay¨® prisionero en Alicante. All¨ª nunca lleg¨® el barco que hab¨ªa de llevarle a Or¨¢n como primera escala hacia el exilio. "La que s¨ª lleg¨® fue una divisi¨®n italiana llamada Vittorio. Fueron ellos los que me tomaron prisionero en nuestro suelo, en nuestra patria, para verg¨¹enza de Espa?a", recuerda con rabia. Le despojaron de la dignidad y de sus fotos: "Tuve que arrojar la pistola y la c¨¢mara Contax al mar".
Tras pasar por campos de concentraci¨®n, c¨¢rcel, trabajos forzados y ser obligado a hacer el servicio militar, Julio Mayo fue liberado. "Me licenciaron como desafecto al r¨¦gimen en clasificaci¨®n D", comenta con una sonrisa ir¨®nica. Despu¨¦s de eso volvi¨® a la c¨¢mara, trabajando en el estudio madrile?o Casa Emilio. "Contratado all¨ª, hice foto fija en varias pel¨ªculas", cuenta. No deja de tener gracia que una de ellas fuese Los ¨²ltimos de Filipinas.
Pero la verdadera libertad le llegar¨ªa a Julio con los lazos de un matrimonio que habr¨ªa de reportarle, adem¨¢s de esposa, la posibilidad del exilio. "Con la excusa del viaje de novios, consegu¨ª que me dieran un pasaporte", explica. As¨ª se embarc¨® a Nueva York y de all¨ª a M¨¦xico, para reunirse con sus hermanos, en noviembre de 1947.
Las im¨¢genes que ilustran este reportaje forman parte de un fondo que se conserva en la Biblioteca Nacional. Se trata de material requisado por las tropas franquistas y custodiado en el Ministerio de Informaci¨®n y Turismo hasta que, con la llegada de la democracia, se traslad¨® a la Biblioteca Nacional. Todas y cada una de las copias est¨¢n selladas en su parte posterior con la firma "Foto Mayo" o "Foto Hermanos Mayo".
En el exilio mexicano, Julio, Paco, Faustino y C¨¢ndido, con la incorporaci¨®n del otro hermano Del Castillo, Pablo, continuaron la experiencia de la agencia Foto Hermanos Mayo, desde la que trabajaron para m¨¢s de cuarenta cabeceras. Su aportaci¨®n al fotoperiodismo mexicano tuvo, adem¨¢s, una vertiente t¨¦cnica. "Cuando llegamos a M¨¦xico no tra¨ªamos nada del otro mundo, pero s¨ª ten¨ªamos c¨¢maras Leica de 35 mm, que nos permit¨ªan actuar de una manera m¨¢s ¨¢gil", relata el fot¨®grafo. "Nos miraban con recelo, porque all¨ª a¨²n se trabajaba con c¨¢maras muy pesadas, con placas muy grandes, pero pronto vieron que nosotros hac¨ªamos lo mismo con nuestras Leica que ellos con sus camarotas".
Los Mayo serv¨ªan las peticiones de las cabeceras para las que trabajaba su agencia, pero no limitaban su labor al encargo, sino que disparaban para obtener mucho m¨¢s material del que se les solicitaba, haci¨¦ndose con un archivo complementario de los temas que fotografiaban que era de su propiedad. Inmortalizaron as¨ª todo lo que durante 55 a?os se consider¨® noticiable, no solo en la capital, sino en todo el pa¨ªs. El grupo ha sido testigo clave de la historia mexicana que tiene ahora en sus negativos un documento de valor incalculable. El resultado, tras m¨¢s de cinco d¨¦cadas de dedicaci¨®n (1939-1994), es un fondo que supera los cinco millones y medio de negativos, que los Mayo han donado al Archivo General de la Naci¨®n de M¨¦xico.
"A M¨¦xico le debo mi libertad, trabajo y la educaci¨®n de mis hijos. Me recibi¨® con los brazos abiertos". All¨ª sigue viviendo Souza en un retiro que nunca ser¨¢ jubilaci¨®n completa de la profesi¨®n. A¨²n hoy acude a casi todas partes armado con su c¨¢mara. Al mirar a trav¨¦s del objetivo se destacan en su cara las trincheras que le han cavado los a?os y los recuerdos. En esas trincheras resiste una memoria que no deber¨ªa perderse.
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