75? aniversario
Hace dos d¨ªas, el 18 de julio, se cumplieron 75 a?os del alzamiento militar contra el Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica Espa?ola que provoc¨® una terrible guerra civil y abri¨® las puertas a una brutal y ominosa dictadura en nuestro pa¨ªs de casi cuarenta a?os de duraci¨®n. Por supuesto, Galicia sufri¨®, como el resto de los pueblos de Espa?a, las consecuencias de aquellos dram¨¢ticos sucesos. Transcurridos 15 lustros desde aquel infausto acontecimiento todav¨ªa quedan heridas abiertas en nuestra sociedad que es preciso cerrar con justicia para culminar definitivamente la reconciliaci¨®n de los espa?oles.
Conscientes de esta situaci¨®n, hace cinco a?os, en 2006, el Consejo de Europa por unanimidad y posteriormente el Parlamento Europeo aprobaron sendas resoluciones en las que condenaban taxativamente la dictadura franquista e instaban a las instituciones a rendir homenaje a los combatientes por la democracia en Espa?a. Dos eran los objetivos perseguidos expresamente con sus declaraciones por ambas instituciones europeas. El primero, fomentar el conocimiento de la historia que, adem¨¢s de jugar un importante papel en la formaci¨®n c¨ªvica y moral de las nuevas generaciones, es una de las condiciones previas para evitar que se repitan los errores del pasado. Por experiencia sabemos que el ser humano suele olvidar; por eso las injusticias se repiten. Por otra parte, la historia no ha sido nunca una cuesti¨®n menor o carente de inter¨¦s. Muy al contrario, no solo conforma activa y poderosamente el presente, sino tambi¨¦n el futuro. El segundo objetivo consiste en homenajear a las v¨ªctimas, que son siempre las grandes olvidadas. En Espa?a y en todas partes. Me refiero, claro est¨¢, a las v¨ªctimas de la historia, esas que Hegel -y con ¨¦l la mentalidad dominante en Occidente- denominaban florecillas pisoteadas al borde del camino, es decir florecillas que era inevitable pisotear para que la historia siguiera su camino triunfal.
Recordar y homenajear a las v¨ªctimas es un imperativo democr¨¢tico de primer orden
Por eso, mientras no se salde definitivamente la deuda contra¨ªda con las v¨ªctimas no se puede hablar de justicia. Es preciso reparar el da?o material y moral que se les ha causado. Se puede y se debe restituir el buen nombre de todas ellas y afirmar que mientras tal cosa no se haga, la injusticia seguir¨¢ vigente. Y es precisamente la injusticia del sufrimiento evitable la que nos convoca de forma ineludible. Por esa raz¨®n, recordar y homenajear a las v¨ªctimas, como recomiendan las instituciones europeas, es un imperativo democr¨¢tico de primer orden.
Por todo ello, resulta incomprensible que el Partido Popular, en abierta contradicci¨®n con las derechas democr¨¢ticas europeas que han condenado sin reservas los reg¨ªmenes fascistas y autoritarios que han gobernado sus pa¨ªses en el pasado, no sea capaz, 75 a?os despu¨¦s, de condenar el r¨¦gimen de Franco y reconocer a sus v¨ªctimas. Incluso sectores extremistas ligados a ese partido -la llamada Academia de la Historia incluida- editan y difunden profusamente libelos en los cuales se presenta a la dictadura como un simple r¨¦gimen autoritario-paternalista y se imputa a los republicanos -especialmente a la izquierda- la responsabilidad de la terrible tragedia que asol¨® a Espa?a a finales de los a?os 30 del pasado siglo. Por eso no es suficiente afirmar, como hace oficialmente el PP, que no se siente heredero del franquismo y que su historia comienza en 1978, con la Constituci¨®n que garantiza la libertad de todos los ciudadanos del pa¨ªs. Es imprescindible que asuman que ese proclamado patriotismo constitucional es incompatible con aquel otro "patriotismo", el de la vieja tradici¨®n del nacional catolicismo excluyente y liberticida. Y eso es precisamente lo que el PP no deja claro con su reiterada negativa a condenar el franquismo. Mientras siga prisionero de sectores pol¨ªticos y medi¨¢ticos de la extrema derecha, no debe extra?arse de que amplios sectores de la sociedad espa?ola lo perciba como el heredero nost¨¢lgico de un r¨¦gimen detestable.
En cualquier caso, en nuestro pa¨ªs existe una responsabilidad hist¨®rica que afecta a los herederos del pasado. Los hijos y los nietos de los vencedores, as¨ª como los de los vencidos, son herederos de un pasado com¨²n, aunque unos hayan heredado las fortunas y otros los infortunios. Como esas diferencias son el producto de un pasado com¨²n, es por lo que las actuales generaciones tienen una responsabilidad adquirida a la que inevitablemente deben hacer frente. Solo as¨ª se podr¨¢ hablar de s¨®lida democracia, de justicia y de plena reconciliaci¨®n.
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