No cambi¨® el mundo, cambiaron las protestas
Hace 10 a?os, el movimiento antiglobalizaci¨®n se enfrent¨® al G-8 y tuvo un final tr¨¢gico en G¨¦nova - De las grandes marchas se pas¨® a la movilizaci¨®n local - ?Est¨¢ su esp¨ªritu en los indignados?
Una ciudad sitiada, dividida en zonas de seguridad, con un ¨¢rea inexpugnable protegida por 20.000 polic¨ªas y soldados. As¨ª amaneci¨® G¨¦nova el 20 de julio de 2001, donde horas despu¨¦s, mientras se celebraba la cumbre del G-8, se consum¨® una batalla urbana sin precedentes. La mayor manifestaci¨®n del movimiento antiglobalizaci¨®n, que reuni¨® a m¨¢s de 150.000 personas, acab¨® con centenares de heridos en los disturbios y las cargas policiales, y con una v¨ªctima mortal: el joven italiano Carlo Giuliani. La violencia de aquellos d¨ªas marc¨® un antes y un despu¨¦s en aquella etapa de movilizaciones masivas contra los grandes s¨ªmbolos del sistema econ¨®mico internacional que arrancaron en Seattle en 1999. Una d¨¦cada despu¨¦s, ?qu¨¦ queda del movimiento que marc¨® una generaci¨®n y que pareci¨® desaparecer tras G¨¦nova? ?Qu¨¦ relaci¨®n hay con la nueva oleada de protesta que atraviesa Europa?
El G-8 se replante¨® su puesta en escena, igual que los manifestantes
"No se puede exigir a la multitud un programa pol¨ªtico", avisa un experto
"Ellos [los representantes del G-8] se replantearon su puesta en escena simb¨®lica y pr¨¢ctica en estos tipos de eventos en las grandes capitales, en los centros donde se representaba el poder. En G¨¦nova, con el casco viejo sitiado, parec¨ªa un conflicto medieval. El movimiento, por su parte, se reconfigur¨®, tras la represi¨®n tom¨® tierra y se replante¨® mucho las cosas. Se plante¨® bajar a lo local, siempre mirando a lo global", cuenta el activista espa?ol Chabier Nogueras.
Sus palabras son casi las mismas que utiliza Susan George. Como vicepresidenta de la plataforma altermundista Attac y presidenta del comit¨¦ de planificaci¨®n del Transnational Institute de ?msterdam, fue una de los referentes del movimiento y tambi¨¦n estuvo en G¨¦nova aquellos d¨ªas: "Las cosas cambiaron. No hubo m¨¢s manifestaciones inmensas como aquella. Despu¨¦s de la muerte de Carlo Giuliani, la gente empez¨® a pensar que era imposible exponerse a esta violencia. Empezamos a trabajar en grupos m¨¢s peque?os sobre asuntos espec¨ªficos. Pero, tras G¨¦nova, el movimiento no fue m¨¢s d¨¦bil, solo actu¨® de forma distinta. Menos movilizaciones masivas pero m¨¢s trabajo en profundidad sobre el comercio, el feminismo, la tasaci¨®n de las transacciones financieras, Europa y el neoliberalismo".
Nogueras experiment¨® en primera persona la violencia que se vivi¨® en G¨¦nova hace 10 a?os. Hab¨ªa llegado desde Zaragoza a la ciudad italiana con un grupo del Movimiento de Resistencia Global, y en la noche entre el 21 y 22 de julio se encontraba en la escuela Diaz, un instituto donde muchos de los manifestantes se alojaban tras las marchas de los d¨ªas anteriores. Durante la noche la polic¨ªa irrumpi¨®, carg¨® contra la gente que dorm¨ªa en la Diaz y detuvo a decenas de personas. El fallo judicial del tribunal de apelaci¨®n de G¨¦nova que conden¨® a los agentes que llevaron a cabo la operaci¨®n recoge las consecuencias f¨ªsicas que Nogueras sufri¨®: trauma craneal, contusiones en distintas partes del cuerpo, lesi¨®n del peron¨¦, lesiones graves con 40 d¨ªas de baja. "El ministerio fiscal dijo que lo que se libr¨® ah¨ª fue una lucha global", recuerda.
Seg¨²n Enara Echart, investigadora del Instituto Universitario para el Desarrollo y la Cooperaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid y autora de varios libros sobre los movimientos sociales y el movimiento antiglobalizaci¨®n, es cierto que G¨¦nova acab¨® con un ciclo. "Hubo un repliegue hacia una estrategia que daba una importancia mayor a la propuesta frente a la protesta. No es que esta desaparezca, pero se repliega al ¨¢mbito local. El movimiento antiglobalizaci¨®n a largo plazo necesitaba encontrar n¨²cleos de movilizaci¨®n m¨¢s propios de cada lugar".
La falta de propuestas concretas era una de las cr¨ªticas m¨¢s frecuentes que el movimiento recibi¨®, la misma que en cierta medida se le ha hecho ahora a los indignados. Echart cree que, tanto entonces como ahora, la cr¨ªtica se basa en un error: "Cuando se dan movilizaciones tan importantes se les intenta pedir demasiado, mientras que los procesos pol¨ªticos son mucho m¨¢s lentos. Los movimientos sociales, en el momento en que se manifiestan, ya est¨¢n haciendo pol¨ªtica... Lo bonito, lo pol¨ªticamente m¨¢s interesante del 15-M es su car¨¢cter transversal. No se les puedes exigir un programa pol¨ªtico, se tiene que dejar trabajar un proceso".
La comparaci¨®n entre el movimiento antiglobalizaci¨®n, en todas sus expresiones, y las manifestaciones que han acaparado en los ¨²ltimos meses la atenci¨®n medi¨¢tica deja como resultado muchos paralelismos, pero tambi¨¦n diferencias. Una es precisamente la transversalidad. "Sociol¨®gicamente, el de los indignados s¨ª es un movimiento m¨¢s transversal y por eso los Gobiernos han actuado con m¨¢s prudencia. Much¨ªsima gente se re¨²ne voluntariamente. Pero s¨ª retoma muchas de las cuestiones que plante¨¢bamos y s¨ª que hay conexiones internacionales, pero es cierto que no parte, como entonces, de un trabajo internacional", comenta Nogueras. Piensa que si el 15-M es m¨¢s transversal tambi¨¦n es porque, ante la crisis econ¨®mica mundial, "los mismos expertos reconocen que el modelo ha fracasado" y es "mucho m¨¢s sencillo que cualquiera comprenda lo que se dice".
Lo que s¨ª es cierto es que los indignados tienen un apoyo popular que el movimiento antiglobalizaci¨®n no alcanz¨®. En su ¨²ltimo n¨²mero, The Economist, en un art¨ªculo sobre el movimiento espa?ol de los indignados, cita el estudio presentado en junio por Havas Media que cifra el apoyo popular en el 80% de los ciudadanos y define a los indignados de Espa?a como "los manifestantes m¨¢s concienzudos de Europa": no lanzan piedras pero obtienen que sus demandas calen en la sociedad, sostiene el semanal citando a las declaraciones del candidato socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba a favor de una reforma electoral y el debate sobre las hipotecas.
"No hubo lanzamientos de piedras ni de gas lacrim¨®geno", escribe The Economist sobre la ¨²ltima manifestaci¨®n del 19-J. S¨ª los hubo en Seattle, en G¨¦nova, en Gotemburgo, y las im¨¢genes de acciones violentas de una minor¨ªa acaparaban toda la atenci¨®n. Acciones que hasta el momento han sido ajenas al movimiento de los indignados. "?Pero qu¨¦ pasar¨¢ si las demandas de las nuevas protestas no son atendidas?", se pregunta Aitor, uno de los espa?oles que sufri¨® el ataque a la escuela Diaz en 2001 y que participa ahora en las protestas contra los desahucios. "Es verdad que se hace hincapi¨¦ en mantener la protesta en unas estrategias concretas, en la acci¨®n directa no violenta. Pero si se generan situaciones de tensi¨®n, es m¨¢s dif¨ªcil saber lo qu¨¦ puede pasar", dice.
Vittorio Agnoletto era el portavoz del F¨®rum Social durante las jornadas de G¨¦nova en 2001. Sobre lo que pas¨® durante aquellos d¨ªas, no cree que por parte del movimiento haya algo que reprocharse -"Hicimos todo de forma transparente y fuimos v¨ªctimas de una represi¨®n decidida internacionalmente", afirma-, pero dice que si hubo equivocaciones en el movimiento fue "el error pol¨ªtico, estrat¨¦gico, de no haber logrado traducir las grandes campa?as en cuestiones de la vida cotidiana que afectan a la gente. Pero en G¨¦nova se sembr¨® un germen cuyo resultado en Italia lo hemos recogido hace unas semanas con el refer¨¦ndum que ha rechazado la privatizaci¨®n del agua y la energ¨ªa nuclear". "Ten¨ªamos raz¨®n cuando hablamos de que el modelo de desarrollo amenazaba la biosfera, cuando dec¨ªamos que nos ¨ªbamos a enfrentar con una crisis econ¨®mica grav¨ªsima con graves consecuencias sociales. Ahora la situaci¨®n es mucho peor que hace 10 a?os. En estos d¨ªas hemos organizado una exposici¨®n G¨¦nova bajo el t¨ªtulo de Casandra, el movimiento previ¨® a trav¨¦s del an¨¢lisis lo que pasar¨ªa, pero no consigui¨® cambiar el curso de la historia", dice Agnoletto, que hoy estar¨¢ en la ciudad italiana para las celebraciones del d¨¦cimo aniversario de aquella movilizaci¨®n.
Tambi¨¦n Nogueras estar¨¢ en la ciudad italiana, junto a su compa?era, que dentro de unos meses le har¨¢ padre. Para hablar de lo que pas¨®. Para que no se pierda la memoria de lo que Amnist¨ªa Internacional defini¨® en 2001 como "la m¨¢s grave suspensi¨®n de los derechos democr¨¢ticos en un pa¨ªs occidental tras la II Guerra Mundial". Era antes del 11-S. Luego, lo que vino despu¨¦s lleg¨® a superar los tr¨¢gicos d¨ªas de G¨¦nova.
En 2009, en el pr¨®logo de la nueva edici¨®n del libro de culto del movimiento, No logo, su autora, Naomi Klein, reflexionaba 10 a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de su texto sobre la suerte del movimiento. "En algunas partes del mundo, en particular en Am¨¦rica Latina, la ola de resistencia se desarroll¨® y reforz¨®. En algunos pa¨ªses, los movimientos sociales crecieron lo suficiente para unirse a los partidos pol¨ªticos, ganando elecciones nacionales y estableciendo un nuevo r¨¦gimen regional de comercio justo. Pero en otros lugares, el movimiento desapareci¨® con el 11-S. Como si lo que sab¨ªamos sobre la complejidad del corporativismo global -que todas las injusticias del mundo no pueden achacarse solo a un partido de derecha, a un Estado, independientemente de su poder- hubiera desaparecido". "Pero si hay un momento para recordar lo que aprendimos a principios del milenio, es ahora", a?ade.
Hitos del altermundismo
- El comienzo en Seattle. El 30 de noviembre de 1999, un grupo de manifestantes bloque¨® la entrada de los delegados de la cumbre de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio en la ciudad estadounidense. La protesta continu¨® durante los cuatro d¨ªas de la cumbre.
- Desde EE UU a Europa. En abril de 2000, en Washington, unas 3.000 personas intentaron abortar una cumbre del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. En septiembre, 10.000 manifestantes se movilizaron en Praga contra las mismas instituciones. El 23 se organiz¨® un encuentro entre representantes del movimiento y del Banco Mundial, gracias a la mediaci¨®n del presidente checo Vaclav Havel.
- La ¨¦poca de los Foros sociales. En enero de 2001, en Porto Alegre, se organiz¨® la primera contracumbre, mientras en Davos se reun¨ªa el Foro Econ¨®mico Mundial. Las primeras tres ediciones fueron en la ciudad brasile?a. Luego vinieron Bombay, Caracas, Nairobi, Bel¨¦m y Dakar.
- La batalla de G¨¦nova. En julio de 2001, con motivo del G8, la ciudad italiana acogi¨® a m¨¢s de 150.000 personas. Lo que iba a ser una marcha pac¨ªfica termin¨® con la muerte del joven de 23 a?os Carlo Giuliani y centenares de heridos. La ciudad fue un campo de batalla.
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