Bodas de suspense
Es posible que este a?o no se haya casado nadie que conozca. Que conozca, de verdad. Aun as¨ª, el riesgo de haber sufrido un empacho nupcial es elevado. Sobre todo, porque las bodas de pr¨ªncipes, un orgasmo para el romanticismo, resultan de digesti¨®n pesada para el que no tiene paciencia para cuentos. Pero incluso los menos entusiastas de estas ceremonias deber¨ªan admitir que esta temporada han tenido momentos de inter¨¦s, pre?ados de detalles oscuros. Desde la red de mentiras que mantuvo en secreto la dise?adora del vestido de Catalina Middleton hasta el corte de mangas que Kate Moss dispens¨® a una de las marcas que paga sus facturas -Dior- al casarse de John Galliano. Los enlaces de f¨¢bula de 2011 habr¨ªan sufrido una severa edici¨®n en Disney.
La de M¨®naco ha sido, con poca discusi¨®n, la m¨¢s tenebrosa de todas las bodas que hemos vivido/sufrido. En un terror¨ªfico escenario de cart¨®n piedra, se habr¨ªan colmado las m¨¢s s¨¢dicas fantas¨ªas de venganza de Alfred Hitchcock. La actriz Grace Kelly protagoniz¨® tres de sus pel¨ªculas antes de convertirse en princesa en 1956. "?l hubiera hecho con ella las siguientes 10", seg¨²n el guionista de Atrapa a un ladr¨®n, John Michael Hayes. "Las actrices que eligi¨® despu¨¦s eran intentos de recuperar una imagen de Grace que reverenciaba". En el min¨²sculo pa¨ªs que le arrebat¨® su objeto de deseo, se televis¨® una trama de cine negro y est¨¦tica blanca. Protagonizada por una acongojada novia moldeada a imagen de la suegra muerta.
A Hitchcock deb¨ªa de erotizarle transformar a una mujer en otra. Lo utiliz¨® como material narrativo en V¨¦rtigo y quiso convertir a Tippi Hedren en una nueva Grace. Del fiasco de Marnie la ladrona habl¨® en sus conversaciones con Fran?ois Truffaut. En la charla, tambi¨¦n le cont¨® la clave de la tensi¨®n de sus filmes con un ejemplo c¨¦lebre. Si en una secuencia estalla una bomba bajo la mesa, te llevas un susto. El suspense aparece cuando el espectador conoce la existencia del explosivo y el narrador juega con su angustia.
La gracia en esta desgracia es que la boda del hijo de su idolatrada rubia se convirti¨® en un buen ejemplo de su teor¨ªa del suspense. Porque el espectador sab¨ªa que hab¨ªa una bomba: el rumor de que un nuevo hijo podr¨ªa engordar la prole del novio, que ya tendr¨ªa familia -ileg¨ªtima- numerosa. ?Plantar¨ªa la g¨¦lida rubia impecablemente vestida al pr¨ªncipe y a su coro de hermanas de Chanel rosa? ?Acabar¨ªa por decir no? De acuerdo, el artefacto no estall¨®. Pero la bomba sigue ah¨ª.
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