Eduardo Souto de Moura "Soy realista. Creo en la reparaci¨®n"
Tiene una sonrisa ir¨®nica, pero pl¨¢cida, de buena vida y mejor ¨¢nimo. No es una novedad, forma parte de su fisonom¨ªa. Con ella recibe la felicitaci¨®n por el "inesperado" Premio Pritzker. "En la vida hubiera imaginado que alg¨²n d¨ªa me lo dar¨ªan. Ni siquiera me hab¨ªa parado a pensarlo", asegura. Pero, p¨ªcaro, admite que le vino muy bien. "Negociaba honorarios en Par¨ªs. Me ofrec¨ªan el 5% y yo ped¨ªa el 6%. Estaba ya cansado de discutir. Parec¨ªa condenado al 5, cuando el Pritzker lleg¨® para solucionarlo". El Pritzker le llega a Eduardo Souto de Moura (Oporto, 1952) en un momento en que se empieza a soltar formalmente y ya no es el disc¨ªpulo de Mies van der Rohe pasado por ?lvaro Siza -su otro maestro- que una vez fue. Con poca obra fuera de Portugal, empieza a construir en Francia y en Espa?a. Pero han sido proyectos radicales como el estadio de Braga o el Museo de Paula Rego (Casa das Historias) en Cascais los que le han llevado hasta el Olimpo de los m¨¢s reconocidos arquitectos contempor¨¢neos. La entrevista es al atardecer, en la terraza de un hotel de Madrid. All¨ª puede fumar libremente. Durante m¨¢s de una hora, empalma un cigarrillo tras otro. Fuma mientras posa para la fot¨®grafa. "Mi madre protesta porque en las fotos siempre salgo fumando y gordo. ?Y c¨®mo quieres que salga si fumo y me puse gordo?".
"La situaci¨®n es amoral. Wall street no puede decidir nuestro futuro"
"Es muy f¨¢cil para los arquitectos sentirse enfadados y ofendidos"
Obama presidi¨® la ceremonia de la entrega de su Pritzker. ?Qu¨¦ significa que el presidente de EE UU entregue un premio de arquitectura? Hay dos formas de interpretarlo. Una est¨¢ en su propio discurso: asegur¨® que le habr¨ªa gustado ser arquitecto; que le gusta la arquitectura, que en Chicago trabaj¨® en un edificio de Mies van der Rohe. La otra es que pienso que la familia Pritzker le ayuda mucho. Son dem¨®cratas y lo apoyan.
?De qu¨¦ habl¨® con ¨¦l? Solo estuve cinco minutos con ¨¦l. Pero fue muy agradable. Hizo un discurso..., bueno, alguien le hizo un discurso muy cabal sobre la importancia de la arquitectura social. Pero lo interpret¨® muy bien. Para m¨ª ha sido tan importante el encuentro con ¨¦l como el premio. Y se lo dije.
?Qu¨¦ le dijo? Que ¨¦l ten¨ªa una gran responsabilidad porque era de los pocos pol¨ªticos que pueden cambiar las cosas. Porque tiene poder e influencia.
?Qu¨¦ le respondi¨®? Se le ve¨ªa preocupado, porque est¨¢ en una situaci¨®n muy complicada frente a los republicanos. S¨¦ que est¨¢ discutiendo el plazo de la deuda americana y para aumentar la deuda hay que cambiar la Constituci¨®n, y los republicanos ahora le hacen chantaje: si quieres eso, la sanidad fuera Bueno, me gust¨® mucho que me diera ¨¦l el premio. Es uno de los pocos pol¨ªticos que en los ¨²ltimos a?os han tratado de hacer algo. Y es simp¨¢tico. La mujer tambi¨¦n.
En el discurso, Obama habl¨® de su estadio de Braga. Dijo que podr¨ªa ser su obra m¨¢s importante. A m¨ª es la que m¨¢s me gusta.
El estadio de Braga, con sus dos grader¨ªos insertados en una cantera de granito, fue dise?ado como escenario de la Eurocopa de 2004 y habla de la recuperaci¨®n de espacios y tambi¨¦n de una arquitectura social que permite ver los partidos a quien no tiene entrada subi¨¦ndose al monte y sent¨¢ndose en el cerro.
Su padre era de Braga. S¨ª, y cuando era peque?o e iba a ver el f¨²tbol, era de los que se quedaban fuera. El estadio era otro, muy bonito, un estadio de arquitectura fascista, abierto como una U. En la abertura hab¨ªa una colina, el monte Picoto, y all¨ª sub¨ªan los que no pod¨ªan pagar, la clase popular. Muchas veces los arquitectos hablan de los proyectos como hijos. Dicen que son todos iguales, que no tienen preferidos. Yo no. El estadio de Braga ha sido el proyecto que m¨¢s me entusiasm¨®.
?Por qu¨¦? Porque todo funcion¨®: el momento oportuno, el lugar indicado, con el cliente adecuado. Trabajamos d¨ªa y noche. La obra empez¨® antes de terminar de dise?ar el proyecto. Se trituraba el granito. Trabaj¨¦ con un grupo de ingenieros j¨®venes impecables. Es tambi¨¦n una obra de ingenier¨ªa. Pero tambi¨¦n una obra de land art y un trabajo minucioso. No es normal que en un proyecto de 20 hect¨¢reas se pueda llegar a dibujar el detalle del tirador. Todo ese c¨²mulo de cosas creo que no va a suceder nunca m¨¢s.
En Braga est¨¢ tambi¨¦n su primer proyecto, un mercado. Era todav¨ªa estudiante cuando lo hice.
Y ya lo demolieron. No, lo transformamos. La historia es as¨ª. Dej¨¦ de trabajar con ?lvaro Siza y fui a trabajar con mi profesor de urbanismo. El proyecto del mercado era suyo, pero me dijo que empezara a dise?arlo yo. Y lo dibuj¨¦. Luego me fui al servicio militar y ¨¦l fue muy honesto. No lo continu¨®, me dej¨® trabajar desde la mili. Con el tiempo, apareci¨® una deformaci¨®n en el techo. Y, peor a¨²n, el barrio se llen¨® de supermercados. Desapareci¨® la raz¨®n de ser del mercado.
?Nos falta paciencia? Ahora en Espa?a est¨¢n volviendo los mercados. Y en Portugal tambi¨¦n, pero el m¨ªo cerr¨®. Los vendedores pasaban fr¨ªo y los clientes dejaron de ir. El lugar se degrad¨® con droga y prostituci¨®n. Y el alcalde me llam¨® porque quer¨ªa demolerlo. Yo me preocup¨¦. Esa obra fue importante en mi vida. Jean Nouvel me llam¨® para que la expusiera en la Bienal de Par¨ªs. Me hab¨ªa dado mucho y deb¨ªa hacer algo por ella. As¨ª que cuando el alcalde me pregunt¨® si quer¨ªa hacer algo, le ped¨ª un d¨ªa para pensarlo. Luego le propuse hacer una calle cubierta. El mercado conectaba dos calles y la gente lo usaba para pasar de una a otra. Quise recuperar ese uso y transformar el edificio en ciudad. Cort¨¦ la cubierta que se deformaba y mantuve los pilares como una ciudad romana con restos del peristilo. Luego montaron una escuela de danza y otra de m¨²sica. Hoy funciona muy bien, por el uso que han sabido darle.
?Es eso habitual? ?Sus clientes le piden opini¨®n a?os despu¨¦s de que entregue una obra? Estoy convencido de que cualquier edificio puede tener otra vida. Si hay una gangrena, no siempre es necesario cortar una pierna entera. Se puede cortar un dedo. Creo en la reparaci¨®n. Me gusta ser realista. Es muy f¨¢cil para los arquitectos estar enfadados y sentirse mal con el mundo. La mayor¨ªa encuentran siempre motivos de ofensa. Yo soy realista. Creo en la reparaci¨®n.
?Y tiene buena relaci¨®n con los clientes? Muy buena. Porque la arquitectura no puede ser una media tinta. No puedes hacer una cosa que no le gusta a tu cliente o que no te gusta a ti. No puedes hacer algo en lo que no crees o algo que tu cliente no entiende. Todo eso sale mal. Por eso es fundamental hablar. Y hablar es conocerse. ?Se imagina un m¨¦dico contrariado porque no le dejan hacer lo que ¨¦l cree que debe hacer? Es fundamental saber explicarse. Nosotros y los clientes. Hablando, uno se entiende. La relaci¨®n entre cliente y arquitecto es casi como la que se establece con los curas, ¨ªntima. Nosotros sabemos casi todo sobre un cliente: cu¨¢ndo usa el ba?o, d¨®nde guarda la ropa... No soy una persona de medias tintas. En las relaciones, como en los proyectos, me meto hasta el fondo.
Su padre era un oftalm¨®logo de Braga. S¨ª, por coincidencia naci¨® justo donde hoy est¨¢ el estadio.
Casualidades... Hay m¨¢s. Mi madre de ni?a ten¨ªa los pulmones enfermos y, como en La monta?a m¨¢gica de Thomas Mann, fue a recuperarse al monasterio de Santa Mar¨ªa do Bouro, porque mi t¨ªo era m¨¦dico all¨ª. Muchos a?os despu¨¦s, yo reconvert¨ª ese monasterio en pousada [el equivalente portugu¨¦s de los paradores espa?oles]. Llev¨¦ a mi madre durante la obra y ella recordaba la habitaci¨®n donde hab¨ªa pasado la convalecencia de ni?a. Hay muchas historias de coincidencias.
Una huella biogr¨¢fica que va guiando sus proyectos. Para hacer una pel¨ªcula.
A lo mejor puede hablar con Manoel de Oliveira, uno de sus clientes famosos. No. No hablo mucho con ¨¦l. No es una persona f¨¢cil. Hice una casa para un hijo suyo, pero yo creo que cuanto m¨¢s alto est¨¢s, m¨¢s responsabilidades tienes. Por eso hay que tener la cabeza fr¨ªa. Incluso si entiendo que por un hijo se hace todo.
?Qu¨¦ quiere decir? Usted no tiene aspecto de tener la cabeza fr¨ªa. Pero debo tenerla. He sido profesor de hijos de amigos m¨ªos y no me basta con que ellos me digan que sus hijos madrugan para ponerse a dibujar. Tengo que ver los resultados. Tengo dos hijas arquitectas. Pero cuando la mayor empez¨® arquitectura no pas¨® con 9, que es lo que hoy piden en el examen de ingreso. Luego ella se sinti¨® mal. Quer¨ªa dejarlo. No le gust¨® el profesor de dibujo. Suspendi¨®. Y mis amigos me criticaron por no haber ido a hablar con ¨¦l, me criticaban porque no hab¨ªa hecho nada. Creo que el profesor hizo bien. Le dije a mi hija que no se hab¨ªa esforzado lo suficiente. Y ella perdi¨® el a?o. Tener a la familia en lo tuyo es un tema dif¨ªcil. Mis hijas son muy duras conmigo. Me critican much¨ªsimo.
?Su mujer tambi¨¦n? S¨ª, las cuatro. Son muy directas con sus cr¨ªticas.
?Y tienen raz¨®n? Por desgracia, a veces s¨ª. Pero los hijos de arquitectos tienen siempre problemas. Est¨¢n los que siguen al padre, que no se sienten seguros y tienen presi¨®n social. Y est¨¢n los que, sin matar al padre, se buscan otra vida. S¨ª, como el hijo de Coderch, que trabaj¨® con Bofill; el hijo de Siza, que firma ?lvaro Leite. Mis hijas tambi¨¦n: Luisa Moura y Eduarda Moura. Creo que es mejor que cada uno siga su propio camino.
?Es importante romper con los padres? Lo es seguir un camino propio.
Si su padre era oftalm¨®logo, ?por qu¨¦ decidi¨® estudiar arquitectura? Por mi hermano, un tipo muy culto.
?El fiscal? Fue fiscal general, pero lo expulsaron porque meti¨® a todos en prisi¨®n. Es como en Espa?a el juez...
?Garz¨®n? Garz¨®n. Mi hermano llev¨® un caso enorme de pedofilia con gente muy importante de la alta burgues¨ªa implicada. Se lo encontr¨® cerrado, pero lo reabri¨® todo. Estudi¨® filosof¨ªa. Dibuja muy bien. Quer¨ªa hacer bellas artes, pero hizo derecho porque no le gustaban las matem¨¢ticas. Luego me aconsej¨® que estudiara arquitectura. Mi padre puso el grito en el cielo: "No, en bellas artes son todos comunistas...". Pero lo hice.
?Es cierto que empez¨® bellas artes porque quer¨ªa ser escultor? No. Es que me confunden con ?lvaro (Siza). Lo habr¨¢ le¨ªdo, seguro, pero no es verdad. Yo tambi¨¦n lo he le¨ªdo.
Una persona importante en su vida es el arquitecto ?lvaro Siza. S¨ª. Mucho. Cuando yo estudi¨¦, la escuela de Oporto estaba muy politizada. Eran los a?os de la sociolog¨ªa. Y trabajamos para cambiar las infraviviendas que los obreros ten¨ªan en los jardines de las viviendas burguesas. Se llamaban islas. Quer¨ªamos cambiar las cosas. Trabaj¨¢bamos con las asociaciones de vecinos. Todo era muy social. Lo extraordinario es que luego estall¨® la revoluci¨®n de los claveles. Y cuando Nuno Portas se convirti¨® en secretario de Estado de Vivienda dijo que quien tuviera un plan y estuviera organizado, ¨¦l lo apoyar¨ªa. Decidimos dignificar esas viviendas. Pero necesit¨¢bamos un arquitecto que firmara el proyecto. ?ramos estudiantes. As¨ª es que fuimos a buscar al mejor. Y el mejor era Siza. Luego me qued¨¦ a trabajar con ¨¦l cinco a?os.
Hasta que le dio una patada y lo ech¨®. S¨ª. Un d¨ªa me dijo: "Si quieres ser arquitecto, no puedes continuar aqu¨ª. Tienes que irte". Y ten¨ªa raz¨®n. Era c¨®modo trabajar all¨ª. Pero al salir tuve que espabilarme. Trabajar con ?lvaro es maravilloso. Como persona es excepcional. Por entonces ¨¦l se hab¨ªa quedado viudo y yo era soltero, as¨ª que com¨ªamos muchas veces juntos. ?l defend¨ªa a Alvar Aalto. A m¨ª me gustaba Mies van der Rohe.
?Hoy sigue pensando lo mismo? Bueno... de Aalto me impresiona mucho la vigencia de sus ideas. Entonces cre¨ªa que era expresionista, pero visitando su trabajo en Finlandia entiendes que era muy racionalista. Es el arquitecto del que compro m¨¢s libros. Me gustan sus muebles: modernos, c¨¢lidos y casi an¨®nimos. Pero creo que Mies era m¨¢s radical.
Y como joven, usted prefer¨ªa la radicalidad... Era el tiempo de la revoluci¨®n de los claveles. Hab¨ªa que rehacer el pa¨ªs, construir medio mill¨®n de viviendas. Tanteando el lugar y las costumbres como Alvar Aalto, no ¨ªbamos a poder hacerlo. Necesit¨¢bamos un lenguaje t¨¦cnico para vencer la presi¨®n posmodernista. Un idioma pr¨¢ctico y eficaz. Discut¨ªamos mucho. Yo cre¨ªa que Mies pod¨ªa ayudar m¨¢s que Alvar Aalto.
?Qu¨¦ admira de Siza? Lo que me marc¨® fue m¨¢s su figura que su arquitectura: el hombre, su ¨¦tica y su conocimiento. ?l te da los instrumentos para hacer. Pero es extremadamente exigente. Es suave ydulce, pero lo quiere entender todo. Tengo un texto sobre ¨¦l que escrib¨ª hace a?os. En ¨¦l explicaba que con ?lvaro cuando uno piensa que est¨¢ todo acabado te lo hace empezar todo de nuevo.
Con 76 a?os, Siza firm¨® el Museo Iber¨º Camargo en Porto Alegre, que es una mezcla entre volver a nacer y haber llegado a lo que no sab¨ªas que se pod¨ªa alcanzar. Ese edificio es impresionante. Y ante algo as¨ª, uno piensa: ?copiar qu¨¦?, ?estudiar qu¨¦? Pero cuando tengo un problema, muchas veces pienso: ?qu¨¦ har¨ªa ?lvaro?, ?qu¨¦ estrategia seguir¨ªa? Y todav¨ªa trabajo con ¨¦l en algunos temas. Hacemos juntos el metro de N¨¢poles. Y es un placer viajar con ¨¦l. Contamos historias, discutimos, vamos a cenar... Trabajamos bien. Yo dibujo y ¨¦l me dice no, no, no... [Risas]. Es una relaci¨®n muy bonita.
?Usted no quiso ser su disc¨ªpulo o ¨¦l no le dej¨®? No era posible. No lograr¨ªa meterme en su cabeza. Conozco muy bien el lenguaje, la parte t¨¦cnica. Conozco muy bien su gram¨¢tica. Pero no podr¨ªa pensar como ¨¦l. Tengo otras ideas. ?l dice que soy neopl¨¢stico, como el Mies que me gusta. Yo no tengo que probar nada a ?lvaro, y ¨¦l no quiere nunca imponer nada. Eso nos hace estar bien. Trabajar juntos es como jugar al ajedrez. Dibujamos en mi casa. Pero insisto: el personaje es m¨¢s fuerte que el arquitecto. Es muy importante entender la identidad, la ¨¦tica que da como consecuencia este tipo de arquitectura obsesionada. Siempre ha sido un tipo obstinado. Cuando estaba haciendo el restaurante Boa Nova, dorm¨ªa en las piedras. Se las conoc¨ªa de memoria. Su hijo tambi¨¦n es obsesivo.
Su mujer, que es sobrina de Siza, es tambi¨¦n arquitecta, pero no ha trabajado nunca con usted. Eso lo tengo claro: ni hijas ni mujer. Ella hace ahora unas casas para sus hermanos.
Me imagino que tener tres hijas le acerca al problema de los j¨®venes de hoy que tienen que emigrar en busca de trabajo. Es un problema enorme. Me quita el sue?o. Yo tengo 35 colaboradores y no puedo decirles que vayan a Lisboa o a pedir trabajo a un colega. No hay nada. No hay ninguna puerta abierta. Cuando recib¨ª el Pritzker, no ten¨ªa ning¨²n trabajo en Portugal. Los j¨®venes se tienen que ir a Brasil, a Suiza o a abrir un restaurante. Me preocupa porque hay mucha gente con formaci¨®n y vocaci¨®n ynos hemos encontrado este problema casi de un d¨ªa para otro. Trabajar conmigo es duro, y pienso: ?para qu¨¦?, ?qu¨¦ les dices a quienes se han esforzado tanto? Entristece lo que estamos viviendo. Y me preocupa.
?Sigue sin trabajo en Portugal? S¨ª. Yo tambi¨¦n emigr¨¦.
Emigrante de lujo. Por supuesto. No digo que est¨¦ sufriendo. Pero he tenido que buscar fuera. A m¨ª me gusta mucho m¨¢s quedarme en casa.
En este clima, ?qu¨¦ opina de la derechizaci¨®n de su pa¨ªs y de Europa en general? ?Qu¨¦ es ser de izquierda hoy? Parece que no tiene mucho significado. Esto va a acabar mal. No es un problema ideol¨®gico, es un problema de injusticia. Wall Street no puede decidir el futuro del mundo. Los Gobiernos no pueden ayudar a los bancos para que inviertan en especulaci¨®n. La situaci¨®n no es un problema entre derechas e izquierdas. Hay gente de derechas muy buena. La situaci¨®n es amoral. No hay moral. Esto da la posibilidad de hacer cosas monstruosas. Esto no puede durar... Portugal est¨¢ fatal.
Como Siza en Porto Alegre, usted tambi¨¦n se ha soltado mucho con el tiempo... El Museo Paula Rego no es precisamente cartesiano ni miesiano como tanta obra suya anterior. S¨ª. Eso dicen. Creo que todo empez¨® cuando trabaj¨¦ dise?ando el metro de Oporto. All¨ª no hab¨ªa recetas. Tuve que aprender a tomar la escala de la ciudad como un m¨¦dico tiene que explorar a un paciente para ver qu¨¦ encuentra. Haciendo el metro pens¨¦ que igual las cosas no eran tan cartesianas como nosotros cre¨ªamos. Y luego est¨¢ la idea de experimentar. Sin experimentar, la profesi¨®n es muy aburrida. Y como el mundo no es blanco y negro, se pueden probar otras cosas.
?Le ha gustado experimentar? Much¨ªsimo. He transformado mi estudio en un laboratorio. De cada proyecto hacemos cuatro maquetas diferentes.
?Se lo pasa mejor ahora? Mucho mejor. Me divierto, y para aguantar es fundamental disfrutar. Hemos pasado un periodo de lamentos por incomprensiones. Pero llegado un punto hay que reaccionar. No valen m¨¢s lamentos. Jam¨¢s pens¨¦ que en la vida har¨ªa un edificio rojo.
?Construir¨¢ la casa para Cristiano Ronaldo? La dise?¨¦. Pero cuando vino a Madrid suspendi¨® la obra. La par¨®.
?Por qu¨¦? Se lo quiere pensar. Ten¨ªa problemas de construcci¨®n. El proyecto de la casa fue aprobado, pero se levantaba en un terreno donde hab¨ªa muchos ¨¢rboles protegidos. Mi hermano fiscal hab¨ªa iniciado un proceso de persecuci¨®n a quienes cortan los alcornoques protegidos. No era cuesti¨®n de que me pusiera yo a cortar los alcornoques de Ronaldo para hacer sitio a su casa, enorme, de 1.200 metros. Talar los ¨¢rboles no era legalmente posible. Adem¨¢s, imag¨ªnese los titulares: Souto contra Souto. ?l estaba furioso porque le vendieron el terreno sin advertirle de que los ¨¢rboles estaban protegidos. Le dije que cambi¨¢ramos de terreno y que har¨ªa otro proyecto. Y se molest¨®.
Es sorprendente que lo buscara a usted, que lo quisiera como arquitecto. No. Es muy simple. Es amigo del presidente del Braga. Le gust¨® el estadio y me llam¨®. Yo no entend¨ªa mucho de f¨²tbol ni ¨¦l de arquitectura. Pero despu¨¦s de hablar con ¨¦l conseguimos una relaci¨®n muy directa. ?l ped¨ªa y yo le dec¨ªa si era o no posible.
?Qu¨¦ no era posible? Un lago, una isla, algunas de las cosas que quer¨ªa. Estos t¨ªos tan importantes tienen una corte que los protege y los cuida. Pero les dicen cosas que no son verdad. Por eso al final la ¨²nica manera de hablar con ¨¦l fue ir a visitarlo a Manchester. No le quer¨ªan dar un disgusto inform¨¢ndole de que los ¨¢rboles no se pod¨ªan cortar.
?El proyecto est¨¢ parado? Se suspendi¨®. Pero cuando me dieron el Pritzker le¨ª una noticia, no s¨¦ si especulaci¨®n: Ronaldo quiere de nuevo la casa.
?Las estrellas atraen a las estrellas? [Risas] Ser¨¢ eso.
Estadio, metro, 'pousada'
Disc¨ªpulo de otro premio Pritzker portugu¨¦s, ?lvaro Siza, ¨¦l mismo ha obtenido este a?o este galard¨®n, que est¨¢ considerado el Nobel de la Arquitectura. Entre las obras que m¨¢s proyecci¨®n le han dado destacan el estadio de Braga, el metro de Oporto, la casa Quinta do Lago, el Museo de Paula Rego y la rehabilitaci¨®n como 'pousada' del monasterio de Santa Mar¨ªa do Bouro, tambi¨¦n en Braga.
Apenas contaba con obra construida fuera de Portugal. Ahora, con su fama, unida a la enorme crisis en su pa¨ªs, los principales encargos le llegan de otras partes: desde el metro de N¨¢poles hasta unos laboratorios en Suiza, un crematorio en B¨¦lgica y casas en Burdeos. "Me gustar¨ªa trabajar m¨¢s en Portugal. Me gusta estar en casa. Pero actualmente no hay nada. Est¨¢ todo paralizado",
reconoce sin ocultar su preocupaci¨®n.
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