Murdoch y la deuda p¨²blica
Antes de la tragedia de Noruega dos acontecimientos ven¨ªan captando la atenci¨®n del mundo. Uno muy importante, pero aburrido, y otro menos importante, pero fascinante. Aunque no lo parezca, ambos est¨¢n relacionados. El primero, el fastidioso, fue la negociaci¨®n para permitir que el Gobierno estadounidense pueda seguir pidiendo prestado. El segundo, menos importante pero m¨¢s divertido, fue la comparecencia de Rupert Murdoch y su hijo James ante un comit¨¦ del Parlamento brit¨¢nico. Como se sabe, los tabloides de Murdoch han sido acusados de haber escuchado ilegalmente conversaciones telef¨®nicas de l¨ªderes pol¨ªticos, pr¨ªncipes, estrellas de cine y de una ni?a asesinada.Tambi¨¦n, de haber pagado a polic¨ªas para obtener informaci¨®n escandalosa con la cual llenar sus primeras p¨¢ginas.
La comparecencia de los Murdoch fue televisi¨®n de primera. ?C¨®mo no quedarse viendo a uno de los hombres m¨¢s poderosos del mundo pidiendo perd¨®n, explicando que ¨¦l no sab¨ªa nada de las fechor¨ªas cometidas por sus empresas y culpando a sus empleados? ?C¨®mo despegarse de la pantalla despu¨¦s que Wendi Deng (43), la atractiva esposa china de Murdoch (80), se abalanz¨® sobre un hombre que intent¨® tirarle un plato de crema de afeitar en la cara a su marido? Imperdible.
Mientras este melodrama se desenvolv¨ªa en Londres, en Washington, dem¨®cratas y republicanos prosegu¨ªan sus aburridas negociaciones para evitar que el 3 de agosto al Gobierno no le alcance el dinero para pagar sus cuentas. Y la ¨²nica forma de lograrlo es que el Congreso aumente el l¨ªmite legal al endeudamiento p¨²blico. Algunos diputados y senadores del Partido Republicano vieron en esta negociaci¨®n una oportunidad para recortar el gasto p¨²blico y disminuir el enorme d¨¦ficit fiscal estadounidense. Los dem¨®cratas comparten este objetivo y aceptan que es necesario hacer ciertos recortes. Ambos tienen raz¨®n y las reformas que proponen son necesarias.
Quienes no tienen raz¨®n son los diputados del Tea Party, que intentaron utilizar su influencia en estas negociaciones para imponer cambios radicales en materia de gastos e impuestos. Las propuestas fueron tan extremas que sorprendieron a sus propios colegas de la bancada republicana. Los nuevos diputados del Tea Party, que representan vehementemente en el Congreso las frustraciones de la clase media afectada por la recesi¨®n, tambi¨¦n buscaban depararle una vergonzosa derrota a Barack Obama.
El Tea Party, indignado, estridente, radical e intransigente, no es un ala m¨¢s del Partido Republicano. Seg¨²n una encuesta del Washington Post de octubre de 2010, el 87% de los organizadores de este movimiento indicaban que el apoyo que recib¨ªan se deb¨ªa a la insatisfacci¨®n con los l¨ªderes del Partido Republicano. Su problema no eran el Partido Dem¨®crata, sino, parad¨®jicamente, sus m¨¢s cercanos aliados ideol¨®gicos: los Republicanos.
El Tea Party representa un take-over hostil al Partido Republicano, que incluye el deseo de desbancar a sus l¨ªderes tradicionales. Les reprochan, entre otras cosas, su disposici¨®n a llegar a acuerdos con sus rivales dem¨®cratas. Admitir que, en una democracia, la pol¨ªtica implica llegar a compromisos no entra en el ideario de los numerosos congresistas del Tea Party. No les importa, por ejemplo, hacer fracasar las negociaciones sobre el l¨ªmite al endeudamiento, forzar al Gobierno a entrar en una moratoria de pagos o que esto desencadene una crisis financiera.
?Qu¨¦ tiene que ver todo esto con Rupert Murdoch? Pues que el Tea Party le debe su veloc¨ªsimo ascenso y actual influencia a FoxNews , su cadena de televisi¨®n. FoxNews promovi¨® al Tea Party cuando, en 2009, surgi¨® como una microsc¨®pica agrupaci¨®n de conservadores de clase media profundamente descontentos con su situaci¨®n personal y la del pa¨ªs. La cobertura, el est¨ªmulo y la promoci¨®n que la cadena de Murdoch dio a estos grupos, cuyo mensaje populista obviamente encuentra apoyo en el pa¨ªs, hizo que crecieran r¨¢pidamente y finalmente lograran un sorprendente n¨²mero de diputados en las elecciones parlamentarias de 2010. Sin FoxNews, el Tea Party hubiese existido de todas maneras, pero nunca con el peso que ahora tiene. Son sus diputados los que pusieron en peligro un acuerdo indispensable para la estabilidad financiera del mundo.Y tambi¨¦n son un buen ejemplo de c¨®mo un solo individuo, Rupert Murdoch, puede influir sobre el curso de la econom¨ªa global. Lo cual no es nada aburrido.
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