A ellos s¨ª les representan
Los j¨®venes noruegos respetan las instituciones, tienden a considerar a los pol¨ªticos "gente pr¨®xima" y se involucran en la vida p¨²blica a edades tempranas
Los j¨®venes "anarquistas o comunistas" del antiguo centro okupa Casa Blitz est¨¢n de acuerdo "en muy pocas cosas" con el Partido Laborista. Sin embargo, Axel, Sondre y Runar subieron ayer a su sede central en Oslo para solidarizarse con la organizaci¨®n juvenil laborista AUF. Pidieron ver a su vicepresidente, Asmund Aukrust, esperaron pacientemente a que los recibiera, le entregaron un ramo de flores y le estrecharon la mano. Los cuatro est¨¢n en la franja de edad de los j¨®venes de la AUF masacrados el viernes en la isla de Utoya por el ultraderechista Anders Breivik. Podr¨ªan haber dejado flores en la calle como hacen miles de noruegos, o participado discretamente en los actos de repulsa. Que incluso los militantes de "izquierda radical" se reunieran con el vicepresidente de la AUF -a fin de cuentas, un funcionario a sueldo del partido m¨¢s poderoso e influyente del Estado-, permite inferir hasta qu¨¦ punto los j¨®venes noruegos se identifican con la vida p¨²blica y respetan sus instituciones.
"Aqu¨ª nos identificamos con el Estado", dice un grupo de estudiantes
Casi 600 j¨®venes socialdem¨®cratas se encontraban en la isla de Utoya cuando Breivik, disfrazado de polic¨ªa, cruz¨® el lago Tyrifjorden para intentar matarlos a todos. Asesin¨® a 68. En un pa¨ªs de menos de 5 millones de habitantes, no es dif¨ªcil dar con amigos o conocidos de alguna v¨ªctima.
Ayer por la tarde, las calles comerciales del centro de Oslo estaban llenas de j¨®venes disfrutando de sus vacaciones y de la sorprendente ausencia de lluvias. Trym, escolar aficionado al boxeo de 16 a?os, tiene un amigo hospitalizado en Oslo con la mand¨ªbula destrozada por un disparo de Breivik en la acampada socialdem¨®crata de Utoya. ?Es normal que los j¨®venes noruegos se comprometan tan pronto con una organizaci¨®n pol¨ªtica?
"En mi colegio cada vez es m¨¢s com¨²n", responde el joven. Matias y Mounir, compa?eros de Trym en una escuela del distrito de Gr¨¹nner-Lokka, asienten. Los tres desarrollan en buen ingl¨¦s sus puntos de vista pol¨ªticos, pr¨®ximos a los del Partido Laborista. "Aqu¨ª nos identificamos con el Estado, que adem¨¢s es generoso [econ¨®micamente]", dicen.
Mounir, cuyo padre es marroqu¨ª, planea solicitar una beca para estudiar arquitectura "en Barcelona o Londres si es posible". Los chavales explican que el erario p¨²blico subvenciona a los estudiantes de bachillerato "seg¨²n sus necesidades". El dinero llega a las cuentas personales de los escolares, que lo gastan a discreci¨®n. Consideran que sus pol¨ªticos son "gente pr¨®xima" que les "representa bien" y en la que "por lo general se puede confiar".
No muy lejos de la calle Karl Johannes, Christian Karlsrud dice entre las risas de sus amigos que ¨¦l lo invierte "en marihuana". Los cuatro escolares son de Nordre Aker, donde "casi todo el mundo vota al Partido Conservador". Esta formaci¨®n fue la segunda fuerza del pa¨ªs hasta que el populista Partido del Progreso le adelant¨® por la derecha.
Christian y sus amigos del acomodado barrio norte?o comparten con sus familias las convicciones conservadoras, "m¨¢s que nada en lo relativo a los impuestos". Ninguno de ellos est¨¢ comprometido en un partido pol¨ªtico, "que es cosa m¨¢s de empollones", pero los cuatro conocen a alguien que s¨ª lo est¨¢. El su¨¦ter de Christian lleva estampada una gran bandera noruega sobre el pecho. Tambi¨¦n ellos se sienten representados por sus pol¨ªticos.
Entre las aficiones de la mayor¨ªa de los j¨®venes escandinavos se cuenta alg¨²n deporte de invierno. Dicen que "se bebe bastante", pese a los astron¨®micos precios. Hay gran afici¨®n a las redes sociales: "Todo va por Facebook", seg¨²n Mounir, que como Trym y Matias ha sustituido la foto de su perfil por un eslogan de homenaje a Oslo. En verano se juntan al aire libre, pero no hasta muy tarde. El fr¨ªo del invierno les obliga a buscarse entretenimientos caseros: competiciones de ordenador, televisi¨®n. Cuando oyen la descripci¨®n de Christian y sus amigos, Trym y Mounir comentan que "deben de ser unos pijos". Tambi¨¦n en la igualitaria Noruega se perciben diferencias sociales.
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