El justiciero
Escribir sobre Anders Behring Breivik, el asesino de Oslo, es un hecho turbador. Ah¨ª est¨¢ su media sonrisa triunfal a la salida de los juzgados. No cabe duda de que est¨¢ disfrutando de su inesperada buena suerte, que le ha permitido salir ileso de la matanza e ir enter¨¢ndose de las dimensiones de su fama mundial. Hinchado como un pavo, su autopercepci¨®n de h¨¦roe y l¨ªder de la causa debe de andar por las nubes. Al escribir sobre ¨¦l, alimentamos ese pavo, y corremos el riesgo de publicitar sin querer su ideario asesino.
Y, sin embargo, no puedo evitar preguntarme por la mezcla de horror y fascinaci¨®n que provoca. Es claro a estas alturas que las v¨ªctimas (de las cuales no conocemos ni un solo nombre, ni un solo rostro, al contrario que del verdugo) eran para ¨¦l un altavoz para dar a conocer de manera internacional sus ideas antiisl¨¢micas y ultranacionalistas. En ese sentido, dada esa finalidad instrumental y pol¨ªtica de las v¨ªctimas, supongo que es correcta la categorizaci¨®n de terrorismo, aunque se trate del extra?¨ªsimo caso de un individuo y no de una organizaci¨®n. Ah¨ª est¨¢n, disponibles en Internet -cosa peligrosa y no s¨¦ hasta qu¨¦ punto inevitable-, 1.500 p¨¢ginas para intentar justificar 76 asesinatos (y los que vendr¨ªan si le siguiera la corte de fan¨¢ticos que adoctrina). No he podido evitar echarles un vistazo. Una verborrea interminable que da cuenta de una personalidad met¨®dica y calculadora, exhaustiva y narcisista. Un cerebro privilegiado, dotado de una impresionante racionalidad instrumental sin la m¨¢s m¨ªnima cortapisa moral. Una combinaci¨®n terror¨ªfica.
A estas alturas ya conocen su tesis: Europa estar¨ªa siendo conquistada piano piano por la inmigraci¨®n musulmana, frente a la tibieza o la complicidad de tantos "marxistas" y "humanistas suicidas" que cantan las maravillas de la tolerancia y el multiculturalismo, al tiempo que est¨¢n dejando perder las esencias patrias, el cristianismo, el patriarcalismo y el conservadurismo tradicionalista. Una resistencia pannacionalista europea de renacidos "caballeros templarios" deber¨ªa hacerle frente, expulsando a los musulmanes y cepill¨¢ndose a no pocos nativos amantes de la diferencia y el multiculturalismo. Estos "traidores" son, sin duda, los m¨¢s odiados, como muestra tanto su mamotreto como la elecci¨®n de sus v¨ªctimas (c¨®mo no acordarse de "nuestro" Sabino: los maquet¨®filos son mucho peor que los maquetos).
Por muy delirante que pueda parecernos este af¨¢n sanguinario, no cabe duda de que encontrar¨¢ sus seguidores. Olvidamos a veces que los valores democr¨¢ticos, la libertad y la dignidad de todas las personas especificada en los derechos humanos universales son conquistas incompletas, extremadamente fr¨¢giles y voladizas. Conquistas que requieren de una militancia activa, de un cultivo diario, no de "justicieros" o "caballeros templarios", sino de "ciudadanos" que hacen honor a ese nombre.
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