Entre copas y piedras con Simon Rattle
El director de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn repasa sus pasiones durante un retiro vacacional en Santiago
Margaret Thatcher nunca sinti¨® que alg¨²n jefe de Estado tuviera m¨¢s poder que ella. Envidi¨® siempre, eso s¨ª, el que ostentaban algunos directores de orquesta. Esa aura de dominaci¨®n, la elevaci¨®n del podio, su energ¨ªa. A Simon Rattle (Liverpool, 1955), director de la mejor formaci¨®n musical del mundo, todo ese ritual de poder y fascinaci¨®n le importa un pimiento. Llega a la cita con sus hijos de seis y tres a?os. Trae un bal¨®n de playa bajo el brazo y camina balance¨¢ndose sin ninguna solemnidad. Cruza los p¨®rticos de la r¨²a do Vilar de Santiago, sonr¨ªe y pide cinco minutos para dejar a los ni?os al cuidado de un hermano mayor en el hotel. "Solo puedo pedirle que se ocupe de ellos una hora. Luego me toca hacer de ni?era a m¨ª", advierte. Lleva un mes viajando por Espa?a con su familia. Su mujer, la cantante Magdalena Kozen¨¢, actu¨® en junio en la Carmen que se represent¨® en Valladolid. "Hemos aprovechado para ver este pa¨ªs y que los chicos pudieran explorar un poco e ir a la playa".
"Hay demasiada corrupci¨®n", dice a prop¨®sito del caso 'News of the World'
"Era imposible seguir en Salzburgo. Ha estado al borde de la bancarrota"
Son cinco minutos exactos. De vuelta, Rattle desmonta los endebles planes del entrevistador y el fot¨®grafo y toma el mando de la cita. "Acomp¨¢?eme, conozco aqu¨ª al lado una tienda de vinos maravillosa". El m¨²sico m¨¢s reconocido de Liverpool (con permiso de aquellos cuatro, claro) dobla la esquina y se cuela en un peque?o local repleto de botellas. Se acomoda en una mesa de madera, deja que le aconsejen. Albari?o: Bouza do Rei de 2010.
El Rattle que alza la copa anda horrorizado estos d¨ªas con los esc¨¢ndalos que azotan su pa¨ªs natal. "Demasiada corrupci¨®n", suelta a prop¨®sito de las escuchas de News of the World. "Hace unos a?os, cuando salt¨® el esc¨¢ndalo, todo el mundo estaba demasiado asustado para responder contundentemente a lo que sab¨ªan: ?la prensa pagaba a polic¨ªas!". Termina la frase y se queda un rato pensando, ensimismado.
No est¨¢ c¨®modo con el tema. Cree que los artistas tienen que dedicarse a lo suyo. Prefiere hablar de m¨²sica. De f¨²tbol -"aunque sea de Liverpool no soy demasiado hooligan"-. O incluso de la bebida. "Qu¨¦ suerte tienen de tener estos vinos", lanza mientras promociona las bondades de algunos caldos alemanes que toma en Berl¨ªn, donde vive desde hace nueve a?os. Aterriz¨® ah¨ª cuando los miembros de la Filarm¨®nica le eligieron a mano alzada, por delante de Daniel Barenboim, para suceder a Claudio Abbado. Y ha comprobado en sus carnes lo que Herbert von Karajan le cont¨® un d¨ªa: controlar esta orquesta cuesta, al menos, cinco a?os de transici¨®n.
"La Filarm¨®nica es una democracia en todos los sentidos. Los m¨²sicos votan al director, pero tambi¨¦n se votan entre ellos. As¨ª obtenemos un mayor compromiso. Pero tambi¨¦n exige discutir lo que tocamos, c¨®mo y la frecuencia con la que lo hacemos. Al final, hay que buscar un centro". Y la intersecci¨®n es ¨¦l. El cerebro encargado de que 128 superdotados de 25 nacionalidades distintas piensen en la misma direcci¨®n. Dif¨ªcil, ?no? "Sobre todo que crean que la idea es suya... ja, ja, ja. Encima, de repente les veo cambiar de direcci¨®n a la vez, como una bandada de p¨¢jaros. Y eso es lo mejor. La sorpresa es la base de la interpretaci¨®n ideal".
Rattle se refiere a sus m¨²sicos como "un grupo conservador", donde a veces los mayores son los que sostienen la apuesta musical m¨¢s radical. Las resistencias suelen venir de los j¨®venes, de los veintea?eros. "La gente de los sesenta pas¨® por cosas muy diferentes, especialmente en Alemania. Pero hay m¨²sicos j¨®venes a los que no les interesa nada el arte contempor¨¢neo, creen que se metieron en esto por otro motivo".
Sus razones se moldearon en Liverpool escuchando los viejos vinilos de Furtw?ngler y Bruno Walter. "No podr¨ªa imaginar mi vida musical sin ellos". Nunca les vio. Pero m¨¢s adelante pudo observar de cerca la fuerza y el sentido de la destrucci¨®n de Pierre Boulez y la opuesta ortodoxia y rigor de Giulini. Sus dos grandes mitos de adolescencia.
Aquellos directores no ten¨ªan nada que ver con la joven y brillante generaci¨®n que ahora despunta. "Hoy existe un sentido de comunidad y generosidad de esp¨ªritu mayor. Una vez le pregunt¨¦ a uno de mis primeros maestros qu¨¦ pensar¨ªa alguien de la generaci¨®n de Mahler sobre los directores de entonces. Contest¨®: 'Quedar¨ªa fascinado por la incre¨ªble t¨¦cnica y habilidad f¨ªsica, y horrorizado por la falta de cultura musical y drama'. Ja, ja, ja... Ya lo tiene".
Gustavo Dudamel es la punta de lanza de ese florecimiento. El venezolano es la segunda persona m¨¢s googleada de su pa¨ªs y el reflejo m¨¢s luminoso de la eficacia del Sistema de Orquestas de Jos¨¦ Antonio Abreu. Y, zas, es pronunciar su nombre y Rattle abre de golpe los ojos y comienza a agitar la nube de pelo gris que le cubre la cabeza. "Es, simplemente, un ¨¦xito asombroso. Ser¨¢ fascinante ver qu¨¦ sucede en Escocia, donde se est¨¢ desarrollando una versi¨®n del sistema, aunque no tengo claro que funcione en una cultura rica. Lo incre¨ªble de todo esto es el gran nivel t¨¦cnico de los estudiantes. Estoy seguro de que hay pa¨ªses m¨¢s musicales que otros. Pero el secreto es invertir en educaci¨®n. Hay m¨¢s de 250.000 personas en el Sistema... y todos los ni?os deber¨ªan tener las mismas posibilidades que tuvo Gustavo".
Precisamente, algunos ven ya a Dudamel, a quien Abbado y el propio Rattle han tutelado cuidadosamente, como el hombre de futuro para encargarse de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. "Por supuesto que le veo. Ha sido una ascensi¨®n mete¨®rica, pero basada en una gran experiencia: ?Ha dirigido cinco orquestas al d¨ªa desde que ten¨ªa 12 a?os! Ser¨¢ uno de los grandes de la historia. Me fascina comprobar c¨®mo solventar¨¢ los siguientes pasos. Me recuerda mucho a Carlos Kleiber". Pero Rattle corta el baile de elogios al venezolano y se?ala el talento de otro joven director: el espa?ol Pablo Heras Casado, que dirigir¨¢ a la Filarm¨®nica en octubre. "Me interesa mucho que trabaje con m¨²sica contempor¨¢nea, pero si le preguntas por su compositor favorito te dir¨¢ que es Mendelssohn. Eso me da mucha esperanza".
Fuera del bar, el d¨ªa se tuerce y empieza a levantar viento. Rattle se remueve en su asiento y mira el reloj. Apura el vino. Su hijo adolescente ya se debe estar cabreando. Ay, alguien le va echar una bronca a sir Simon, que visto as¨ª parece el hombre m¨¢s bueno del mundo. Pero cuando trabaja, no tolera rebajas en el compromiso de los que le rodean. Quiz¨¢ por eso le ha costado al Festival de Pascua de Salzburgo perder a la mejor orquesta del mundo tras 45 a?os de productiva e hist¨®rica colaboraci¨®n. "Era imposible seguir construyendo una compa?¨ªa de ¨®pera desde una orquesta sinf¨®nica, sin coro, sin nada de lo que se necesita. No hay festival en el mundo que pueda funcionar sin un apoyo financiero de la Administraci¨®n. Pero en Salzburgo no existe. Nunca. Y llegamos a un punto donde no hab¨ªa futuro en el que pudi¨¦ramos creer. Ha estado al borde de la bancarrota tres o cuatro veces. Pero el problema es antiguo. ?Desde Karajan! No tiene ninguna l¨®gica estrenar una producci¨®n nueva de ¨®pera para solo dos funciones. En Baden-Baden tenemos un apoyo de verdad. Empezaremos de cero".
El viaje a Espa?a de Rattle no acaba este verano. A partir del a?o pr¨®ximo, y durante tres cursos, volver¨¢ con su otra familia -la de 128 genios-, con una ¨®pera para el Teatro Real. "No pod¨ªa creerlo cuando Gerard [Mortier] vino a nosotros con esa idea. Soy muy feliz. Es muy f¨¢cil trabajar con ¨¦l. Y una de las cosas m¨¢s importantes para nosotros es que la orquesta de Madrid nos haya recibido bien. Pero lo mejor de trabajar en ¨®peras es que mis chicos sentir¨¢n que alguien es m¨¢s importante que ellos sobre el escenario". Y as¨ª, derruyendo el mitificado imaginario de la Dama de Hierro, el gran maestro se marcha a hacer de ni?era.
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