"Nos dimos cuenta que no era necesario ocultarse"
Un 'ertzaina' recuerda la reacci¨®n al asesinato de Blanco
"?ramos seis ertzainas rodeados de 40.000, 50.000 personas. Les pedimos que nos ayudaran, que contra ellos no ¨ªbamos a actuar. Tampoco hizo falta. Eran los buenos". Tras las palabras pronunciadas con templanza se esconde un agente con 18 a?os de carrera en la Ertzaintza, que prefiere preservar su identidad y que se fogue¨® en el San Sebasti¨¢n de los 90, el de los asesinatos de Gregorio Ord¨®?ez, Fernando M¨²gica o Miguel ?ngel Blanco. Su relato se remonta a la ejecuci¨®n del joven edil popular de Ermua el 12 de julio de 1997, un turno de 12 horas, miles de personas manifest¨¢ndose ante las sedes de Herri Batasuna (HB), un pu?ado de agentes de servicio que decide descubrir su rostro por solidaridad y una imagen en los peri¨®dicos, el abrazo entre los que clamaban contra ETA y los efectivos que protagonizaron el valiente gesto.
El agente decidi¨® mostrar su rostro tras el atentado del edil popular
Los polic¨ªas se solidarizaron as¨ª con la gente que gritaba contra ETA
El secuestro y posterior asesinato de Miguel ?ngel Blanco, considerado punto de inflexi¨®n en la repulsa social y lucha contra el terrorismo, dej¨® im¨¢genes para la historia. Carlos Totorika (PSE), alcalde entonces y tambi¨¦n ahora de Ermua, extintor en mano, se vio obligado a defender la sede de HB junto a varios agentes de la Ertzaintza. La misma instant¨¢nea en San Sebasti¨¢n. Nunca antes se hab¨ªa visto algo parecido y no se ha vuelto a producir. Al menos con la misma intensidad. Se calcula que cerca de cuatro millones de personas abarrotaron las calles de un sinf¨ªn de municipios de Espa?a durante el fin de semana que ETA retuvo a Blanco y en los d¨ªas posteriores a su muerte.
"Salimos de Bilbao cuatro o cinco compa?eros que est¨¢bamos destinados en San Sebasti¨¢n y al pasar el peaje de Zarautz nos enteramos por la radio de que le hab¨ªan matado", contin¨²a el agente al otro lado del hilo telef¨®nico. Dos furgonetas, seg¨²n detalla el ertzaina, recibieron la orden de salir a las calles de la ciudad para evitar altercados. "Nos dirig¨ªamos a la sede de HB, creo recordar que estaba por Amara, cerca del centro, y una de las patrullas se detuvo por un peque?o incidente. La gente empuj¨® al suelo a una mujer que hab¨ªa hecho comentarios a favor de ETA y de los presos", recuerda. En el altercado un ertzaina se disloc¨® un brazo y una de las furgonetas tuvo que regresar a comisar¨ªa. Solo seis agentes para intentar controlar la rabia, la impotencia y la desaz¨®n de los manifestantes.
Cuando los ertzainas consiguieron llegar a la sede de la entonces marca de Batasuna uno de los efectivos se dirigi¨® al jefe de operaciones. "Llev¨¢bamos puesto el verdugillo, el casco, tambi¨¦n hab¨ªamos sacado alguna escopeta y uno de mis compa?eros plante¨® la posibilidad de que nos descubri¨¦semos el rostro", rememora el polic¨ªa. "No creo que ante esta gente tengamos que actuar as¨ª, dijo, no es necesario ocultarse". Uno a uno los integrantes de la patrulla se retiraron las prendas de protecci¨®n que cubr¨ªan sus cabezas. "Yo no estaba seguro, enfrente ten¨ªamos a todos los medios de comunicaci¨®n, les dije que nos iban a filmar, que iban a salir nuestras caras y que por seguridad no deber¨ªamos hacerlo pero a mis compa?eros les dio igual", explica. El polic¨ªa fue el ¨²ltimo de los agentes en despojarse del casco y el verdugo. Estaba anocheciendo, seg¨²n recuerda, las c¨¢maras encendieron sus focos y los flashes de los fot¨®grafos empezaron a disparar. Los manifestantes se abalanzaron sobre ¨¦l. "?Recuerdas las im¨¢genes? Soy el ertzaina al que abraza todo el mundo".
"De mi vida profesional, el recuerdo que con mayor cari?o guardo es este. Sobre todo, por la actitud de la gente, por el hartazgo, por el mensaje que lanzaron de que todo esto se ten¨ªa que acabar", a?ade. El agente ha decidio hablar tras 14 a?os de silencio. Ha tenido que lidiar contra el terrorismo con el uniforme puesto y en la intimidad de su casa, despu¨¦s de que a?os m¨¢s tarde ETA asesinara a un familiar. Con 23 a?os intent¨® entrar en la Polic¨ªa Nacional pero un error administrativo se lo impidi¨®, entonces prob¨® suerte en la Ertzaintza. Buscaba la seguridad de tener un empleo fijo. Nunca crey¨® tener vocaci¨®n hasta que ingres¨® en el cuerpo.
El agente no alberga esperanzas sobre el fin del terrorismo. "Se tendr¨ªa que haber separado la pol¨ªtica del terrorismo mucho antes, se les tendr¨ªa que haber aislado, cortar sus apoyos pol¨ªticos y sociales, habr¨ªan acabado como los Grapo, atracando bancos", opina.
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