"No com¨ª mucho pan negro"
"Y, de golpe, darse cuenta de que solo hab¨ªa mujeres en casa y, al poco, que un d¨ªa van a la cocina, cogen comida y la tiran por el balc¨®n... Quiz¨¢ para tropas que hu¨ªan ya hacia el Pirineo". La primera toma de conciencia de la Guerra Civil del escritor Emili Teixidor (Roda de Ter, Barcelona, 1933) son esas im¨¢genes de un ¨¢lbum solo parcialmente convocado en el d¨ªptico que forman Retrat d'un assass¨ª d'ocells (Caza menor) y Pa negre (Pan negro), fotogramas literarios con los que Agust¨ª Villaronga film¨® Pa negre (nueve goyas). "Nunca he escrito nada muy autobiogr¨¢fico; al impacto de la guerra en el mundo rural me llevaron dos ideas: demostrar que entre los fascistas tambi¨¦n hab¨ªa catalanes, gente de los mismos pueblos, y que las calamidades nos hacen renunciar a lo m¨¢s sagrado de nosotros". Y de ah¨ª uno de los giros de la novela-pel¨ªcula: el ni?o Andreu, hijo de vencidos, se arroja en brazos de la familia que hace asesinar a su padre. "Todos nos instalamos lo mejor que se pudo con los asesinos del padre; y no quiero poner nombres", lanza sobre unos a?os que se resum¨ªan "en la miseria moral, que descendi¨® a niveles que parec¨ªa que no hubiera fondo".
"Todos nos acabamos instalando lo mejor que se pudo con los asesinos del padre"
Le molestaban sobremanera al ni?o Teixidor esos secretos de los adultos y sus mentiras que tan bien mueven los hilos de Pa negre. "El de los adultos era un mundo opaco; la sexualidad, por supuesto. El ¨²nico libro que ten¨ªamos sobre eso era Energ¨ªa y pureza, de un obispo h¨²ngaro, Tiham¨¦r T¨®th... ?A Hungr¨ªa ten¨ªan que recurrir!". Se respiraba un orden social familiar descontrolado: "La gente en el campo ten¨ªa seis u ocho hijos, pero todo quedaba para el mayor, el hereu; las ni?as, a trabajar a las f¨¢bricas, m¨¢s de una hora a pie, y el resto de varones depend¨ªan de la generosidad del hereu para quedarse o buscarse la vida".
Se le agolpan al escritor diapositivas: los fr¨ªos matinales de los lunes cuando el jefe de Falange daba un pat¨¦tico suced¨¢neo de educaci¨®n f¨ªsica; los ex¨¢menes sobre la misa obligatoria del d¨ªa anterior ("?de qu¨¦ color era la casulla del cura?"), miserias de las que unos pocos -¨¦l y su amigo el poeta Miquel Mart¨ª i Pol- escapaban intercambi¨¢ndose libros (Rojo y negro) alrededor de un bardo local ("el nuestro, Josep Clar¨¤"), influencia que los curas consent¨ªan por ser aqu¨¦l cat¨®lico; las actividades en el centro parroquial, por m¨¢s teatro moral que fuera, aflojaban la tensi¨®n fascista. "Se analiza poco el papel de la Iglesia como segundo poder esos a?os; en Roda de Ter ten¨ªamos tres rectores, dos vicarios y los curas de las colonias textiles; hoy no hay ninguno", suelta c¨¢ustico.
"No, se pasaba peor en las ciudades, hab¨ªa m¨¢s hambre; una de mis primeras im¨¢genes de Barcelona de los cuarenta son prostitutas en una calle llamada Virgen. Eso, en los pueblos, no se ve¨ªa". No es amante de mitificar Teixidor; por eso, ahora que ordena su despacho y le aparecen hasta cuatro originales de novelas que su exigencia ha desechado, relativiza el ¨¦xito de Pa negre (cinco premios, 170.000 ejemplares) porque le ha llegado un libro de su ¨²ltima edici¨®n (la 45?) del juvenil L'ocell de foc (Marcabr¨² y la hoguera de hielo: 500.000 copias vendidas). "Nunca se sabe; quiz¨¢ la tem¨¢tica, poco tratada... No me lo esperaba; cuando me dijeron que Villaronga ser¨ªa el director pens¨¦: har¨¢ una cosa extraminoritaria, pero hizo de cada fotograma una mina de detalles viv¨ªsimos; no ha traicionado el esp¨ªritu... hasta le a?adi¨® detalles de mis relatos de Sic transit Gloria Swanson. ?Instrucciones? Solo que cambiara un 'te quiero' porque no se dec¨ªa; iba m¨¢s por un 'p¨®rtate bien o te pegar¨¦ una hostia': era la manera que sal¨ªa de demostrar que cuidaban de ti". Pues el filme ha dado el primer goya al cine en catal¨¢n. "Si Madrid nos mirara m¨¢s y mejor no ser¨ªa tan an¨®malo; pero tampoco hay que hacer con ello catalanismo, bandera que muchas veces solo ha servido para que te endosaran una factura m¨¢s barata en aras de la patria". La posguerra le hizo muy sincero.
?Comi¨® Teixidor mucho pan negro, seca met¨¢fora de una sociedad sin alma? "No, porque en la mas¨ªa de mis abuelos se hac¨ªa el pan. En la familia hab¨ªa dos mas¨ªas: una es hoy un restaurante; la otra, no s¨¦ ni si est¨¢. Deber¨ªa hacer un itinerario sentimental por la zona; pero me he de preparar psicol¨®gicamente: el choque con el pasado puede ser temible". Las cicatrices del ¨¢lbum de fotos.
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