Las discrepancias en el BCE dificultan el apoyo a los pa¨ªses en riesgo
Los consejeros alemanes en la entidad se oponen a la compra de bonos
La sorpresa fue grande y el efecto, nulo. Cuando Jean Claude Trichet anunci¨® el jueves que el Banco Central Europeo (BCE) reactiva las medidas extraordinarias contra la crisis, Fr¨¢ncfort dio un respingo. Vino en una de sus t¨ªpicas elipsis: "No me sorprender¨ªa que notaran algo en los mercados". Simult¨¢neamente, las agencias inglesas informaban de que el BCE estaba comprando bonos portugueses e irlandeses. El ¨ªndice Dax de Fr¨¢ncfort, cuyos paneles dibujaron una monta?a rusa durante la rueda de prensa, termin¨® desplom¨¢ndose. La confusa actitud de Trichet, por un lado retando torpemente a los mercados y por otro renunciando a enviar se?ales claras de compra de bonos, reflejaba las monumentales disensiones que vive el consejo de este organismo. Frente a algunos miembros m¨¢s partidarios de intervenir activamente para frenar a los especuladores, otros -casi siempre ganadores, con Alemania al frente- recelan de ofrecer ese tipo de respaldo a pa¨ªses con problemas.
El eurobono hace perder los nervios a los economistas liberales alemanes de los parlamentos
Unificar la pol¨ªtica fiscal erosionar¨ªa las competencias
El p¨¢nico en el parqu¨¦ se agrav¨® al d¨ªa siguiente, mientras aumentaba en Alemania el coro de voces cr¨ªticas con Trichet y con su decisi¨®n de comprar deuda de los Estados s m¨¢s afectados por la crisis. El grueso de los economistas alemanes juzga que el BCE se ha vuelto a meter en terrenos pol¨ªticos vedados, ignorando con ello el mandato de vigilar la inflaci¨®n. Para muchos alemanes, luxemburgueses y holandeses, el BCE transgrede sus l¨ªmites haciendo pol¨ªtica fiscal y no monetaria.
La sorpresa del jueves demuestra otra vez que el BCE, en el ojo del hurac¨¢n, es la ¨²nica instituci¨®n europea que reacciona con medidas dr¨¢sticas y r¨¢pidas ante esta crisis de deuda. Las cr¨ªticas ya arreciaron en 2010, cuando aprob¨® el programa de compra de deuda griega, pero no lo han apartado de una tarea con la que se arriesga el prestigio del euro como divisa. Es un secreto a voces que el presidente del Banco Central alem¨¢n (Bundesbank) Jens Weidmann y el economista jefe del BCE, el tambi¨¦n alem¨¢n J¨¹rgen Stark, votaron en contra de la medida en la reuni¨®n celebrada el jueves. Ambos economistas llevaban semanas aplaudiendo que el BCE suspendiera la compra de bonos griegos en marzo. Pero Trichet se encarg¨® de recordar el jueves que el programa "nunca se ha dado por terminado definitivamente". Habl¨® el franc¨¦s de que "una gran mayor¨ªa" apoy¨® la medida en el consejo de Gobierno. La oposici¨®n vino de Alemania, Pa¨ªses Bajos y Luxemburgo.
La profunda grieta que ha alcanzado al consejo de Gobierno del BCE es perceptible en Alemania. Ve c¨®mo los viejos fundamentos del Bundesbank (vigilar la inflaci¨®n ante todo) apenas cuentan ya en esta crisis. Los alemanes, valga la generalizaci¨®n, son gente ahorradora y mirada. Fundado o no, se ha extendido el miedo a que la inflaci¨®n se coma sus ahorros a cuenta de la mala gesti¨®n en pa¨ªses como Grecia. Los pol¨ªticos temen que el descontento acabe aflorando en las urnas.
Apenas han pasado dos semanas desde que los 17 acordaron en Bruselas reforzar el mecanismo de rescate europeo hasta 440.000 millones de euros. Sin embargo, las vacaciones estivales y la incertidumbre sobre si los parlamentos aprobar¨¢n el fondo han sembrado la desconfianza entre los inversores. Tambi¨¦n hay dudas sobre su efectividad en caso de que Espa?a o Italia tengan que recurrir a ¨¦l. As¨ª que las primas de riesgo espa?ola e italiana superan con creces los 400 puntos sobre los bonos alemanes. En las ¨²ltimas dos semanas, el punto de mira de los inversores m¨¢s arriesgados ha saltado de Grecia, Portugal e Irlanda a Espa?a y, m¨¢s grave a¨²n, a Italia.
La cuesti¨®n ahora es c¨®mo convencer a los inversores de que pueden perder mucho dinero apostando contra esta deuda. La soluci¨®n m¨¢s dr¨¢stica e inmediata ser¨ªa sacar al mercado deuda com¨²n europea. Los llamados eurobonos. El vicepresidente del Grupo socialdem¨®crata en el parlamento alem¨¢n (Bundestag) Joachim Poss (SPD), ha abogado por la introducci¨®n de este mecanismo conjunto para atajar la crisis. Supondr¨ªa que los pa¨ªses con econom¨ªa saneada se endeuden junto a los pa¨ªses con mayor d¨¦ficit. Para estos ¨²ltimos, ser¨ªa probablemente una salvaci¨®n. Para los primeros, podr¨ªa significar pagar m¨¢s por sus cr¨¦ditos. Otro problema es que unificar la pol¨ªtica fiscal erosionar¨ªa las competencias presupuestarias en los parlamentos. El Tribunal Constitucional alem¨¢n no quita el ojo de cualquier medida que pueda desembocar en esto.
La opci¨®n del eurobono hace perder los nervios a los economistas liberales alemanes. Para Wolfgang Gerke, catedr¨¢tico b¨¢varo de Finanzas, "significar¨ªa una enorme subvenci¨®n a pa¨ªses que han hecho una mala pol¨ªtica fiscal". Recuerda Gerke que Grecia "se ver¨ªa agraciada con 20.000 millones de euros anuales" a costa de los contribuyentes de Austria, Alemania o Pa¨ªses Bajos. Considera que habr¨ªa que haber sacado al pa¨ªs de la moneda com¨²n cuando empez¨® la crisis. Su receta: austeridad y ahorro. Dice que la compra de deuda por parte del BCE es "otro fracaso del presidente Trichet, que act¨²a al dictado del Gobierno franc¨¦s".
Quienes, por su parte, critican la oposici¨®n alemana al eurobono consideran que Alemania entorpece por razones ego¨ªstas (sean econ¨®micas, sean pol¨ªticas) un proceso a fin de cuentas ineludible. No as¨ª para el economista del Barclays Thorsten Polleit, que cree que "nada es inevitable, tampoco la uni¨®n monetaria". Admitiendo las "graves consecuencias" que acarrear¨ªa la ruptura definitiva del euro, sostiene que "hay que actuar de inmediato con medidas de austeridad". Pero tiene sus dudas: "Hay que contar con la posibilidad de que algunos Gobiernos se nieguen a participar en seg¨²n qu¨¦ arreglos, concluye".
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