Londres impone castigos ejemplares
La polic¨ªa brit¨¢nica presenta cargos contra 800 personas de las 1.700 detenidas hasta ayer - Los jueces aplican las penas m¨¢s duras que la legislaci¨®n les permite
La mayor¨ªa pide mano dura, un escarmiento. Y el Gobierno brit¨¢nico pretende satisfacer la demanda. 800 de los 1.700 detenidos -m¨¢s de 1.000 en Londres- ya han sido imputados por la vor¨¢gine de saqueos e incendios de edificios que a comienzos de semana dej¨® muy mal parada la imagen del Reino Unido a menos de un a?o de la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos, y provocado un rifirrafe entre el primer ministro, David Cameron, y la polic¨ªa. Y aunque la prensa conservadora pone el grito en el cielo porque algunos de los arrestados no han recibido ejemplares condenas -"De vuelta a la calle", titulaba ayer The Daily Telegraph-, no es el caso de Nicholas Robinson, estudiante universitario de 23 a?os que pasar¨¢ seis meses en prisi¨®n por robar agua embotellada por valor de cuatro euros en el suburbio de Brixton, al sur de la capital. El Ejecutivo conservador se ha propuesto dar una lecci¨®n a quienes probablemente no est¨¢n dispuestos a recibirla.
Un estudiante pasar¨¢ seis meses en prisi¨®n por robar botellas de agua
Los letrados dicen que la presi¨®n pol¨ªtica influye en los magistrados
"La mayor¨ªa de los acusados son reincidentes", afirma un abogado
En Birmingham se difunden las fotos de los v¨¢ndalos en pantallas gigantes
Los jueces lamentan que la legislaci¨®n no les permita aplicar sentencias m¨¢s ejemplarizantes, mientras algunos abogados de los detenidos alegan que la presi¨®n pol¨ªtica conduce a que muchos son ahora encarcelados por actos que hasta el estallido violento -iniciado tras la muerte de un hombre negro en el barrio de Tottenham- se resolv¨ªan con una fianza. Los tribunales trabajan las 24 horas del d¨ªa en Londres, Birmingham y Manchester.
Ni?os acusados llegan a la sede de los juzgados en Highbury Corner tap¨¢ndose la cara con un peri¨®dico o con las capuchas que utilizaron durante los saqueos, al tiempo que alg¨²n abogado abandona el juzgado con rostro fatigado.
La polic¨ªa tambi¨¦n trabaja a destajo, y durante el fin de semana -las peleas y el vandalismo no son infrecuentes los viernes o s¨¢bados al calor del alcohol- sus 16.000 agentes (2.500 en situaci¨®n de normalidad) estar¨¢n en alerta. Ayer, los registros en Londres, ejecutados a menudo por agentes de paisano, fueron numerosos, y en pantallas colocadas en Birmingham se difunden las fotograf¨ªas e im¨¢genes de los presuntos implicados en los disturbios. La polic¨ªa pide colaboraci¨®n a los ciudadanos para identificar a quienes aparecen con el semblante no del todo oculto. Entre los detenidos, est¨¢n los presuntos autores de cuatro de los cinco asesinatos perpetrados durante la revuelta: los tres j¨®venes musulmanes atropellados en Birmingham y el anciano linchado en Londres.
Cientos de encausados proceden de barrios de esas tres ciudades muy deprimidos y donde las minor¨ªas -si se pregunta a muchos miembros de la comunidad negra se escucha un aluvi¨®n de agravios e insultos contra los agentes- se sienten abandonadas. Pero hay un asunto especialmente resbaladizo.
Casi el 20% de los detenidos -hasta un cr¨ªo de 11 a?os particip¨® en los asaltos- son menores de edad. Al preguntar en las calles por qu¨¦ una chica de 14 a?os rob¨® unos perfumes, es relativamente sencillo saber qui¨¦n va a salir con un exabrupto y qui¨¦n -la mayor¨ªa- acceder¨¢ a contestar. Ayer, en el barrio londinense de Hackney, escenario de graves disturbios a comienzos de semana, el extranjero se dirige a dos chavales blancos aparentemente sin recursos. "D¨¦janos en paz", responden. Otros tres adolescentes de raza negra tampoco se muestran receptivos. "Perd¨®n, soy periodista". "Fuck you (que te jodan)", gritan entre risas.
Sean Caulfield, abogado de la firma Hodge Jones and Allan, defiende a algunos de los acusados y esboza el perfil de su cliente: "La mayor¨ªa son hombres que ya hab¨ªan cometido peque?os delitos, pero que con el tiempo se fueron agravando. Son j¨®venes que desconf¨ªan de la polic¨ªa, ya sean negros, blancos o asi¨¢ticos. Para muchos esta era una oportunidad de demostrar a la polic¨ªa qui¨¦n manda".
Sukh, veintea?ero de origen indio nacido en Londres, muestra excelentes modales y se explaya: "Esos chavales est¨¢n de vacaciones, no tienen nada que hacer. Muchos padres no se interesan por sus hijos o no saben d¨®nde est¨¢n. Tampoco sus profesores pueden inculcarles disciplina. No respetan a nadie. Piensan que deben recibir todo gratis y desconocen el valor del trabajo. Algunos son ricos, pero tambi¨¦n a ellos todo debe resultarles sencillo porque los ricos tambi¨¦n pierden sus valores. En todo caso, creo que no son tantas personas y que la polic¨ªa va a ser mucho m¨¢s contundente a partir de ahora para que los alborotadores se lo piensen dos veces". Tambi¨¦n los no desheredados, como la prometedora atleta y modelo Chelsea Ives -de 18 a?os, embajadora de los Juegos Ol¨ªmpicos-, que fue entregada por sus padres despu¨¦s de que, at¨®nitos, vieran a su hija en la pantalla del televisor de su vivienda.
El letrado Caulfield no est¨¢ convencido de que todos vayan a recapacitar. "No tienen miedo al castigo, ni a las consecuencias que ello pueda tener para su futuro. Esa falta de confianza en las autoridades y la ausencia de temor es una mezcla explosiva. Creen que su pa¨ªs les est¨¢ dejando de lado, acertadamente o no. Se sienten desconectados de la sociedad y no aspiran a progresar. Si a ello se a?ade la crisis econ¨®mica, todo empeora".
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