Vida de Santos
El Papa llega a Madrid para encontrarse con 500.000 almas. "El Woodstock del catolicismo", dice la prensa amiga. En los tiempos que corren, esa cifra solo est¨¢ al alcance de Ratzinger y de Zuckerberg, pero como se dice de este ¨²ltimo en La red social, nadie hace 500.000 amigos sin ganarse alg¨²n enemigo, y esta vez ese papel -de reparto si quieren- le ha correspondido, por lo que toca a la cultura, a la mism¨ªsima ministra del ramo.
En un mundo ideal, el Museo del Prado deber¨ªa incrementar estos d¨ªas su n¨²mero de visitantes en ese m¨ªtico medio mill¨®n. No en vano, un mes antes que el Papa, del mismo Vaticano lleg¨® el Descendimiento de Caravaggio. Fue en la presentaci¨®n de la obra ante el nuncio y el cardenal Rouco donde Gonz¨¢lez-Sinde record¨® la disoluta vida de un pintor ahora idolatrado para subrayar que la espiritualidad "no pertenece a un solo modelo de hombre". Por llamar a la tolerancia intempestivamente y mentar a la oveja negra delante del reba?o, le cay¨® a la ministra una tormenta de descalificaciones que, como los mandamientos, se resum¨ªan en dos: que no hab¨ªa le¨ªdo a Maquiavelo -notario de la "desenfadada soltura de costumbres" de la Roma manierista- y que el Esp¨ªritu, que sopla donde quiere, le hab¨ªa inspirado al disoluto Michelangelo Merisi ese Descendimiento y a ella, el gui¨®n de Mentiras y gordas.
Los defensores de la soltura olvidaban los problemas que tanto desenfado viene acarreando a la Iglesia y, adem¨¢s, olvidaban un episodio cl¨¢sico. Poco antes de que Caravaggio ejecutara el lienzo que ahora cuelga en Madrid, hab¨ªa pintado un San Mateo y el ¨¢ngel para la Iglesia romana de los franceses. A¨²n hoy, los tres caravaggios con la historia del ap¨®stol recaudador son la atracci¨®n del templo, pero el cuadro que preside la capilla Contarelli no es el primero que entreg¨® el artista. El primitivo fue desestimado por indecoroso: demasiada cercan¨ªa entre el ¨¢ngel y un evangelista con pinta de jornalero pasoliniano. Excesivo realismo. La obra rechazada termin¨® en Berl¨ªn, donde la destruy¨® un bombardeo en 1944.
Los talibanes del Esp¨ªritu, entretanto, olvidaron que este, de existir, tambi¨¦n habr¨ªa inspirado a Sinde el gui¨®n de La buena estrella, a su modo, la vida de tres santos. La grandeza del arte consiste en que cualquiera sea capaz de admirar el Descendimiento sin creer que ese Cristo desnudo resucit¨® al tercer d¨ªa. Lo mismo que no hace falta creer que Elvis vive -y es otra religi¨®n- para que sus canciones puedan emocionarnos.
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