Baracoa, esencia de Cuba
Todos los d¨ªas del a?o, haga buen o mal tiempo, excepto si truena o el r¨ªo Miel est¨¢ crecido, el equipo infantil de nataci¨®n que entrena P¨ªo en Baracoa se concentra cerca de la f¨¢brica de gravilla de Cabac¨², al lado del puente colgante. La cita es a eso de las cuatro de la tarde.
Poco despu¨¦s de terminar la escuela, muchas veces sin haber siquiera merendado, una veintena de ni?as y ni?os que estudian en diversos colegios de la ciudad llegan de todos lados a cumplir con los ejercicios y rutinas de P¨ªo, que incluyen un calentamiento generoso, tramos de velocidad, patadas, estilos y tandas de brazadas interminables. En el pasado, alguno de sus alumnos hasta obtuvo medallas en competencias internacionales, y hay que decir que en esta villa oriental, que fue la primera que fundaron en Cuba los espa?oles, all¨¢ por 1511, no hay una sola piscina para iniciarse, por lo que el m¨¦rito es doble.
Hasta 1965, cuando se termin¨® de construir un viaducto, Baracoa estuvo pr¨¢cticamente aislada
Aqu¨ª llueve m¨¢s de 200 d¨ªas al a?o. De ah¨ª la vegetaci¨®n exuberante y su apodo: "El orinal de Cuba"
Fue la primera capital de Cuba y tuvo como alcalde a Hern¨¢n Cort¨¦s, pero sufri¨® el abandono
"La ¨²nica verdad es que no podemos ser m¨¢s viejos que el mundo", dice un sabio de Baracoa
Para este profesor y sus muchachos, el Miel es la mejor piscina ol¨ªmpica, aunque a veces en el fondo crecen unas plantas que tejen tupidas redes acu¨¢ticas y entonces hay que esperar a que un aguacero cargue el cauce y lo arrastre todo. Esos d¨ªas son de descanso.
En Baracoa, la naturaleza es as¨ª, lo condiciona todo, empezando por la vida cotidiana y las actividades de sus gentes. Tambi¨¦n su historia y su cultura est¨¢n marcadas a fuego por la geograf¨ªa y unas condiciones naturales exuberantes que la hacen diferente del resto del pa¨ªs, a la vez que mantienen esta zona como la debi¨® de encontrar Crist¨®bal Col¨®n el 27 de noviembre de 1492, al arribar por primera vez a su bah¨ªa y la bautiz¨® con el nombre de Porto Santo.
Hasta 1965, cuando termin¨® de construirse el viaducto de La Farola, que le abri¨® las puertas de Guant¨¢namo, Baracoa estuvo pr¨¢cticamente aislada. Hasta entonces era m¨¢s f¨¢cil llegar en avi¨®n o por mar que atravesar el imponente macizo monta?oso de Sagua-Baracoa, cientos de kil¨®metros de denso bosque tropical y lomas inexpugnables donde llueve m¨¢s de doscientos d¨ªas al a?o, de ah¨ª su vegetaci¨®n salvaje y el sobrenombre de "el orinal de Cuba" con que se le conoci¨® en el pasado.
No es ninguna frase hecha: Baracoa es la Cuba profunda, de verdad.
Situada a casi mil kil¨®metros al este de La Habana, asomada al Paso de los Vientos, m¨¢s cerca de Hait¨ª que de Santiago de Cuba, el 95% de su territorio es monta?oso y el 5% restante lo ocupa una peque?a franja costera de dos kil¨®metros de ancho, donde viven la mayor parte de sus 82.000 habitantes, de los cuales la mitad residen en su capital municipal. Uno de ellos es Erasio, viejo cayuquero del Toa, el r¨ªo m¨¢s caudaloso de la isla, una f¨¢brica de agua de 118 kil¨®metros de extensi¨®n.
"En el Toa ya pr¨¢cticamente no quedan cayucas", se lamenta -aunque no demasiado- este hombre tan arrugado como fibroso. Durante casi setenta a?os, Erasio se dedic¨® a cabalgar el r¨ªo en una de estas embarcaciones de madera, similares a un ordinario bote de remos, pero totalmente planas en el fondo para poder sortear los bajos y llevar bastante mercanc¨ªa. "Hasta una tonelada de coco, ?ame, pl¨¢tano, cacao o malanga he llegado a cargar yo", asegura.
Explica que las cayucas requieren de dos timoneles, uno en la proa, que hace palanca con una larga p¨¦rtiga, y otro en la popa, encargado de mantener la direcci¨®n, el equilibrio y el acomodo de la mercanc¨ªa.
"Antes sin cayuca no hab¨ªa vida en estas lomas. En ellas bajaban los enfermos, las producciones y los muertos, y sub¨ªan las medicinas y los alimentos", recuerda Erasio. Hoy la situaci¨®n ha cambiado bastante. Aunque siguen existiendo peque?as comunidades que sobreviven monte adentro en el cauce del Toa, la mayor¨ªa est¨¢n pr¨¢cticamente deshabitadas, como Mal Nombre. Queda alguna relativamente grande, el Naranjo del Toa es la m¨¢s conocida, con 120 almas, una escuelita y planta el¨¦ctrica propia. All¨ª las cayucas y las balsas de bamb¨² siguen siendo parte de la vida diaria.
Con 976 kil¨®metros cuadrados -aproximadamente la mitad de extensi¨®n que Gipuzkoa y la quinta parte de La Rioja-, Baracoa tiene 28 r¨ªos de monta?a y uno de los humedales m¨¢s importantes del Caribe, donde se conservan especies de animales y plantas que no existen en ning¨²n otro lugar del pa¨ªs, como el almiqu¨ª, la ranita Iberia -de tan solo nueve mil¨ªmetros, el anfibio m¨¢s peque?o del mundo- o una especie de caracol arbor¨ªcola llamado polymita, de fabulosas conchas amarillas, naranjas o blancas, con espirales de rayas negras que parecen pintadas.
Por su condici¨®n de pulm¨®n natural, una porci¨®n considerable de su territorio, comprendida en el parque Alejandro de Humboldt, fue declarada hace a?os reserva de la biosfera y patrimonio de la humanidad por la Unesco. Pero el car¨¢cter de Baracoa no le viene dado solo por su naturaleza desbordada, que sin duda es parte de la psicolog¨ªa de sus habitantes y condiciona sus ademanes pausados como una especie de mecanismo de defensa.
Desde que Col¨®n lleg¨® a sus costas y plant¨® all¨ª la cruz de la Parra -¨²nica de las 29 que dej¨® en Am¨¦rica que a¨²n se conserva-, anot¨® en su diario que el lugar encontrado era ideal para establecer una ciudad. El sitio no ten¨ªa p¨¦rdida, enclavado a los pies de "una monta?a cuadrada con forma de yunque" que hoy sigue siendo el s¨ªmbolo de Baracoa. As¨ª fue como hace quinientos a?os justos, el 15 de agosto de 1511, el adelantado Diego Vel¨¢zquez fund¨® Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n de Baracoa luego de acabar con la resistencia ta¨ªna y quemar en la hoguera al cacique Hatuey, cuyo nombre heroico los cubanos convertir¨ªan despu¨¦s en una marca de cerveza. En los a?os siguientes se fundaron el resto de las primeras villas, Santiago, Bayamo, Puerto Pr¨ªncipe (hoy Camaguey), Trinidad, Sancti Sp¨ªritus, hasta llegar a la ¨²ltima, La Habana, en 1519. Pero fue Baracoa la que inaugur¨® la historia contempor¨¢nea de Cuba.
Baracoa no solo fue la primera capital de la isla, tambi¨¦n alberg¨® el primer obispado y su primer alcalde fue Hern¨¢n Cortes. Sin embargo, esa misma condici¨®n exagerada que llam¨® la atenci¨®n de los conquistadores y la coron¨® al inicio, atrap¨® a la localidad en un remolino y la encerr¨® en s¨ª misma, aislando a sus habitantes del resto del pa¨ªs y puede decirse que del mundo. En su historia, Baracoa tuvo pocos momentos de esplendor y muchos de abandono, y quiz¨¢ esa fatalidad hizo que se conservaran aqu¨ª tradiciones ¨²nicas o platos incre¨ªbles como el bac¨®n, hecho a base de ralladura de pl¨¢tano, cangrejo y leche de coco. Tambi¨¦n se preservaron ritmos como el kirib¨¢ y el neng¨®n, las c¨¦lulas m¨¢s primitivas del son, desaparecidas en el resto del pa¨ªs, y personajes y leyendas solo imaginables en lugares como este.
De aqu¨ª es Jos¨¦ Legr¨¢, El Puma de Baracoa, que sali¨® de Cuba en 1963 para buscarse la vida como boxeador profesional y fue apadrinado en Espa?a por Franco. Nacionalizado espa?ol, gan¨® el Campeonato de Europa de peso pluma en siete ocasiones y en dos la corona del mundo (1968 y 1972), pero nunca perdi¨® el apego por su tierra y hace a?os don¨® a su ciudad los botines blancos de cordones rojos con que combati¨®. En su costado tienen grabada la imagen de Santa B¨¢rbara, Chango en la religi¨®n de la santer¨ªa -de origen africano-, que es a la vez hombre y mujer y due?o del rayo, la virilidad y el trueno. Legr¨¢ vive en Madrid desde hace cincuenta a?os, pero a cada rato viaja a Baracoa para ver a su numerosa familia, a la que ayuda a mantener. Su hermano Armando fue comisionado de boxeo en la ciudad y todav¨ªa entrena en el ring a ni?os y j¨®venes que aspiran a ser como Legr¨¢.
Eloy Rodr¨ªguez es el nombre real de Luz de Yara, el yerbero del pueblo, quien camina diariamente kil¨®metros y kil¨®metros recogiendo ramas y arbustos por los montes cercanos. Sus plantas, que sube a buscar a las lomas de Yara o tiene sembradas en las cunetas de los caminos vecinales, sirven para hacer distintos remedios, como el preparado con abrojo amarillo, contra la infertilidad y la impotencia, o el brebaje hecho con bejuco ub¨ª, para el asma y el catarro. Otros cocimientos son m¨¢s bravos, como los que receta el santero y espiritista Andr¨¦s Zamora para dar fuerza a sus ahijados (que se cuentan por decenas o cientos en Baracoa, qui¨¦n sabe). Est¨¢n elaborados a base de palo vencedor y otra yerba silvestre conocida como rompe camisa, buena para las enfermedades de la mente y del coraz¨®n.
En una colecci¨®n de retratos de Baracoa habr¨ªa que incluir tambi¨¦n pescadores de tiburones y grandes peces, mujeres que lavan con mesa y paleta en medio del r¨ªo, cultivadores de cacao, pintores de escuelas primitivistas, ni?os de uniforme llenando los caminos a las cuatro de la tarde, antes del comienzo del entrenamiento en el r¨ªo Miel, ancianos que a los ochenta a?os son miembros activos de un club de danz¨®n, soldados de la Cruz de Cristo vestidos de blanco y l¨ªderes de otras religiones evang¨¦licas que predican hasta en las monta?as m¨¢s intrincadas. Tambi¨¦n criadores de gallos de pelea, campesinos que cada ma?ana bajan de las tierras rojas de Yara con latas de tomate y racimos de pl¨¢tano para venderlos en la ciudad, el peluquero Mario Luis Toirac, que se traviste algunas noches para actuar en el show de La Terraza, o mujeres como la Gata, que cr¨ªan solas a sus hijos en el arrabal de Guanac¨®n y viven de hacer aceite de coco.
El reloj de Erasio. Tic-tac, tic-tac... As¨ª cuenta Erasio que sonaba su reloj preferido cuando hace a?os sali¨® de casa una ma?ana a cayuquear. "Me lo hab¨ªa regalado mi abuelo y era bueno, de los de antes. Yo iba con el apurillo a trabajar y al pasar por la perrera de Quivij¨¢n se me cay¨® y no pude hacer nada. A los seis meses iba por all¨ª con una carga de diez quintales de pl¨¢tanos y lo escuch¨¦ clarito en el fondo: tic-tac, tic-tac. Me tir¨¦ al agua: estaba como nuevo".
Baracoa est¨¢ repleta de personajes, cuentos e historias maravillosas, verdaderas o imaginarias, da igual, y tambi¨¦n hay leyendas pasadas que est¨¢n muy vivas, pues las alimentan los vecinos al repetirlas y son parte del imaginario de la ciudad. Algunas de ellas est¨¢n recogidas en las paredes del fuerte Matach¨ªn, una de las fortalezas construidas por los espa?oles -otras son el Castillo de Seboruco y el fuerte de la Punta- para defender la ciudad de los ataques piratas. Alejandro Hartmann es el historiador de Baracoa y de vez en cuando las recuerda en la emisora local, La Voz del Toa, una radio comunitaria que tiene una secci¨®n de mensajes y avisos para los pobladores de las monta?as.
entre las historias m¨¢s celebradas est¨¢ la de Magdalena Rovenskaya, Mima, una rusa blanca hija de un arist¨®crata zarista que muri¨® junto a gran parte de su familia a manos de los bolcheviques. Tras escapar viva de milagro de la revoluci¨®n, Magdalena recal¨® en Baracoa con su marido a finales de los a?os veinte. La Rusa, que el escritor Alejo Carpentier inmortaliz¨® como Vera en su novela La consagraci¨®n de la primavera, construy¨® un hotelito en el malec¨®n de Baracoa y de eso vivi¨® hasta que triunf¨® la revoluci¨®n de Fidel Castro.
El hotel La Rusa existe todav¨ªa, aunque desde los a?os sesenta es del Estado. El hijo adoptivo de Mima, Ren¨¦ Frometa, se hizo en su casa una especie de museo personal con objetos y recuerdos de Rovenskaya que explica minuciosamente a los turistas cambio de la voluntad, a ser posible en pesos convertibles o d¨®lares. Aunque La Rusa entreg¨® las joyas a los barbudos y seg¨²n la versi¨®n oficial se hizo fidelista, otros aseguran que muri¨® en 1978 sin reconciliarse del todo con el comunismo. Su caso todav¨ªa provoca malos entendidos y algunos aprietos. En una ocasi¨®n, un locutor de la televisi¨®n oficial al recordar su vida en un informativo dijo que Magdalena "sali¨® huyendo del socialismo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y encontr¨® refugio en Baracoa" (sic). No pas¨® nada, pero en las alturas hubo m¨¢s de una cara de circunstancia.
Otra leyenda de referencia en Baracoa es la de Enriqueta Faber, doctora nacida en Lausana que lleg¨® a la ciudad a comienzos del siglo XIX. Para poder ejercer su profesi¨®n se hizo pasar por hombre y se cas¨® con una joven de la ciudad. En la parroquia de Baracoa se guarda el documento que acredita el matrimonio del m¨¦dico Enrique Faber con Juana de Le¨®n, que estaba enferma de tuberculosis, inscrito el 11 de agosto de 1819. "Cuando se descubri¨® el enga?o fue enviada a La Habana, donde se la juzg¨® y conden¨®; fue un gran esc¨¢ndalo en la ¨¦poca", cuenta Hartmann.
Una escueta nota de las autoridades coloniales espa?olas dec¨ªa sobre el caso: "Enriqueta Faber Cavent. Nacida en Lausana, Suiza, en 1791. S¨²bdita del rey de Francia. Ha cumplido cuatro a?os de reclusi¨®n sirviendo en el hospital de Mujeres de La Habana. Ha cometido los siguientes delitos: perjurio, falsificaci¨®n de documentos, soborno, incitaci¨®n a la violencia, pr¨¢ctica ilegal de la medicina, impostura [fingir que pertenece al sexo masculino], estupro y graves atentados contra la instituci¨®n del matrimonio. Se le ha prohibido residir en Cuba y en cualquier otro dominio de la Corona espa?ola. Queda a disposici¨®n de las autoridades de Nueva Orleans...".
a un costado de la casa parroquial de Baracoa, donde el padre Luigi Usubelli guarda la inscripci¨®n de matrimonio de Faber y la cruz de la Parra, queda el paladar de El Poeta. El verdadero nombre del Poeta es Pablo Leyva y es un guajiro natural que ha sido machetero de vanguardia durante veinte zafras, si bien su fama se debe m¨¢s a su talento para improvisar d¨¦cimas de doble sentido que a su habilidad para cortar ca?a. Al calor de la t¨ªmida apertura econ¨®mica cubana hace meses, Leyva abri¨® este restaurante privado frente a la escuela primaria Miguel de Cervantes, en una esquina por donde pasan vendedores de frijol gandul, que solo se dan en esta zona. El Poeta siempre tiene para ellos un verso a mano. "El que no inventa y se desarrolla, perece", afirma.
Baracoa vive de dos cultivos principales, el coco y el cacao. Tambi¨¦n es importante la industria de la madera, si bien el aserradero de Cayo G¨¹in, el m¨¢s moderno del municipio, ha estado meses parado debido a una pieza rota. La dejadez y la ignorancia ponen mal a Urbano Rodr¨ªguez, no lo puede evitar. Es el octavo de 17 hermanos, tiene 80 a?os largos y nadie m¨¢s que ¨¦l sabe de cacao en Baracoa, donde se cosecha alrededor del 80% de la producci¨®n del pa¨ªs. Dar un paseo con Urbano por las plantaciones de Sabanilla es un privilegio. "Lo importante es regular las sombras y escuchar lo que dicen las plantas", dice. "Son las ¨²nicas que producen pan y dan de comer al hombre, por eso hay que cuidarlas. Si arrancas un palo para hacerte un bast¨®n, siembra siete palos; si no, vas mal". ?l tiene una ley, que llama la ley de Urbano: "La ¨²nica verdad absoluta es que no podemos ser m¨¢s viejos que el mundo". Ni siquiera aqu¨ª, donde esta tarde de verano en la radio suena la vieja canci¨®n de Mach¨ªn: "A Baracoa me voy / aunque no haya carretera...".
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