Con el caramelo en la boca
Illumbe es una plaza que respira seriedad; por lo menos expulsa ese aroma de feria grande, de corrida seria. Todo est¨¢ muy bien organizado, con la elegancia de Donostia, con la correcci¨®n de esta ciudad y con la sobriedad de las tierras vascas. La m¨²sica suena perfecta, los tiempos est¨¢n bien marcados, el personal en su sitio. Aqu¨ª no hay jaleos, charangas ni voces disonantes en el atento tendido. Es una forma agradable de tener una feria de las de car¨¢cter propio.
La desigual afluencia de p¨²blico levanta la preocupaci¨®n de querer poner la fiesta en mejor momento y en ocasiones anteriores patinaron decisiones presidenciales de orejas f¨¢ciles. Ayer, sin embargo, hubo rigor y dureza con los pa?uelos, porque la petici¨®n de segunda oreja para Talavante en el tercero fue numerosa y la labor del extreme?o roz¨® los m¨¦ritos para hacerse acreedor a una salida en hombros. Sin embargo, desde el palco solo se concedi¨® una oreja.
S?NCHEZ Y VENTORRILLO / HERMOSO, BARRERA Y TALAVANTE
Dos toros de ?ngel S¨¢nchez para rejones, mansos, y cuatro de El Ventorrillo, bien presentados. El segundo sustituido por un sobrero del mismo hierro.
Hermoso de Mendoza: rej¨®n contrario (saludos) y medio rej¨®n trasero, rej¨®n en los bajos, pinchazo, rej¨®n trasero y dos descabellos (silencio).
Antonio Barrera: pinchazo, estocada y descabello (saludos tras aviso) y estocada ca¨ªda y descabello (palmas).
Alejandro Talavante: estocada casi entera (oreja con petici¨®n de la segunda) y dos pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio).
Plaza de Illumbe. 16 de agosto de 2011. Dos tercios de entrada. Tercera de la Semana Grande.
La f¨®rmula de la corrida mixta parece que funciona
En esa sobriedad donostiarra no se permite que se mueva un alma en los tendidos mientras el toro est¨¢ en el ruedo; son fieles al reglamento hasta la exageraci¨®n. Pero ni eso sirvi¨® ayer para que los astados de El Ventorrillo no se distrajeran; en cuanto pudieron, abandonaron la muleta para evitar pelea.
La f¨®rmula de la corrida mixta parece que funciona. Los tendidos presentaron una mejor entrada que en d¨ªas anteriores, sin duda por la presencia de Hermoso de Mendoza. Un rejoneador y dos espadas de a pie llamaron la atenci¨®n de los donostiarras en la tarde que marc¨® el ecuador de la feria, pero la expectaci¨®n inicial se qued¨® a medias. Pudieron probar el caramelo y se les cay¨® de la boca cuando iban a saborearlo.
Alejandro Talavante estuvo muy bien con su primer enemigo, al que apenas peg¨® en el caballo. Supo cuidar al toro en las primeras embestidas y solo le apret¨® cuando ya la faena estaba realizada. Inteligencia del extreme?o, pero interpretada con buenos derechazos y con algunos naturales de muy buen corte. El arrim¨®n final fue digno de premio y las ce?id¨ªsimas bernardinas de remate calentaron el ambiente antes de dejar una estocada casi entera en buen sitio. Despu¨¦s lleg¨® la fuerte petici¨®n de dos orejas.
La virtud de Talavante fue entender al animal, porque si le hubiera atacado antes, el de El Ventorrillo se habr¨ªa acabado pronto. El pacense tore¨® para el animal y despu¨¦s logr¨® sacar la clase que le ha convertido en uno de los matadores m¨¢s interesantes del escalaf¨®n en la actualidad.
En ese tercer toro acab¨® de poner el caramelo en la boca de los espectadores, pero la segunda parte de la corrida impidi¨® que lo saborearan y as¨ª que salieron de la plaza con la amargura que produce ese suplicio de ver escapar algo bueno.
El primero que torci¨® la tarde fue Hermoso de Mendoza, que estuvo desangelado en el que abri¨® plaza, alternando fases buenas con muchas cogidas a sus caballos. En el cuarto, sorprendentemente, no dio una a derechas. Hizo un ojal en los bajos al intentar poner el primer rej¨®n; luego, una lidia llena de dudas, en la que s¨®lo hubo belleza en la sensacional vuelta que dio con el toro pegado tras la primera farpa, y mat¨® tan mal que hasta hubo algunos pitos. Hermoso lleg¨® elegante a San Sebasti¨¢n y no visti¨® de campero, como es habitual en ¨¦l; luci¨® una chaqueta larga y pantal¨®n al estilo de doma cl¨¢sica.
Complet¨® la terna Antonio Barrera, que quiso y no pudo. Quiso al recibir al sobrero a portagayolas y al poner decisi¨®n, pero no supo entender a su primer enemigo y no pudo hacer nada con un imposible sobrero que no ten¨ªa un pase.
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