El despegue de Europa del Este
En tren y en coche, un viaje a trav¨¦s de Polonia, Eslovaquia, Hungr¨ªa y Ruman¨ªa en el que desfila la historia europea entre luces y sombras. De la conmoci¨®n de Auschwitz a un cementerio con l¨¢pidas humor¨ªsticas
Entre las alamedas que rodean las iglesias medievales de los C¨¢rpatos y las alambradas de Auschwitz pasa toda la historia sangrienta de Europa del Este y tambi¨¦n toda su silenciosa majestuosidad. Cipreses, arces, pinos, robles y hayas son aqu¨ª los guardianes de la espiritualidad y del paso del tiempo. Entre ellos brotan los peque?os templos de madera -construidos entre los siglos XV y XVII- de Polonia, Eslovaquia, Hungr¨ªa y Ruman¨ªa. Recorrerlos, alternando entre tren y coche, es toparse con castillos, parques naturales, museos y ciudades que brillan con la dignidad del que sigue en pie a pesar de todo.
01 La Malopolska
El periplo comienza al sur de Polonia, en la regi¨®n m¨¢s tur¨ªstica del pa¨ªs, la Malopolska (Peque?a Polonia). En verano, con su buen tiempo, ofrece paseos por las monta?as y deportes de aventura. En invierno, estaciones de esqu¨ª y balnearios. Todo el a?o, cultura, buena comida y mucha historia. Desde Espa?a se puede llegar con vuelos de compa?¨ªas de bajo coste al aeropuerto internacional de Cracovia o al de la cercana ciudad industrial de Katowice.
Aparte de las compa?¨ªas de siempre de alquiler de coches, en los pa¨ªses del Este hay muchas locales que ofrecen precios m¨¢s rebajados, una calidad similar y una atenci¨®n especial. Como en Jolcar, que incluso cuando el avi¨®n llega con retraso a las tres de la ma?ana tienes a alguien esper¨¢ndote en el aeropuerto de Katowice con una sonrisa de oreja a oreja y deseando recomendarte ciento y un sitios donde ir, incluso en qu¨¦ gasolineras no echar gasolina (por la mala calidad).
La hist¨®rica Cracovia es tan elegante como la Dama del armi?o, de Leonardo da Vinci, que forma parte de la colecci¨®n del Museo Czartoryski (el c¨¦lebre cuadro est¨¢ de visita en Madrid hasta septiembre). La ciudad, que roza el mill¨®n de habitantes al sumar los miles de estudiantes que pasan cada curso por las aulas de sus Facultades, fue durante mucho tiempo la capital de toda Polonia. En la extraordinaria Plaza Mayor se encuentran el Mercado de Pa?os -hoy repleto de tiendas de recuerdos-, la torre g¨®tica del Ayuntamiento y la iglesia de Santa Mar¨ªa, uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval polaca. Paseando por sus calles se puede subir al Castillo Real y a la catedral, en la colina de Wavel, residencia de muchos reyes y donde, seg¨²n cuenta la leyenda, viv¨ªa en una cueva un drag¨®n invencible y aterrador que vio su fin gracias a la astucia de un zapatero que le aliment¨® con una oveja llena de azufre. Al beber agua del V¨ªstula, estall¨®. En la parte baja de la ciudad est¨¢n la barbicana, varias sinagogas, iglesias -algunas con vidrieras modernas que son verdaderas obras de arte-, museos y una oferta de ocio muy atractiva.
La ciudad es tambi¨¦n punto de partida hacia tres lugares que han marcado la historia de Polonia, de Europa y, en el caso de Auschwitz, de la humanidad. Primera parada, Oswiecim. A 70 kil¨®metros se encuentran los campos de concentraci¨®n y exterminio de Auschwitz-Birkenau, s¨ªmbolos universales del Holocausto, hoy reconvertidos en museo. Lo que empez¨® siendo en 1940 un campo de prisioneros acab¨® como un lugar de aniquilaci¨®n y muerte donde perdieron la vida casi mill¨®n y medio de personas.
Recorrer los apacibles y agradables caminos de tierra entre los edificios de ladrillo rojo produce sensaciones muy contradictorias. Cruzamos las alambradas, en su d¨ªa electrificadas, que rodean el campo, y o¨ªmos ecos de desesperaci¨®n y horror en los barracones. Quedan en su interior, como testigos del odio al jud¨ªo, al gitano, al homosexual -Hannah Arendt part¨ªa de la idea de que el antisemitismo es la ra¨ªz de cualquier racismo-, cientos de fotograf¨ªas y toneladas de utensilios de los presos: gafas, maletas, zapatos, extremidades ortop¨¦dicas, peines, ollas, cepillos de dientes... Las salas de gas y cremaci¨®n son simplemente espeluznantes.
El segundo lugar est¨¢ al norte de Cracovia, camino de Czestochowa. En estas tierras, los caballeros medievales y sus escuderos vuelven a ocupar en verano los castillos de la Ruta de los Nidos de ?guila (fortalezas sobre rocas). Torneos y festivales se suceden en ¨¦poca estival. Y miles de turistas buscan acercarse m¨¢s a la naturaleza con paseos a caballo, en bicicleta o haciendo escalada. Destaca el imponente castillo de Ogrodzieniec, construido en el siglo XIV y destrozado durante la invasi¨®n sueca del XVII, cuyas ruinas y mazmorras se pueden visitar de abril a octubre.
La tercera visita desde Cracovia est¨¢ a 15 kil¨®metros hacia el sur: la mina de sal de Wielicka, una de las m¨¢s antiguas de Europa. Excavada hace m¨¢s de setecientos a?os, estas galer¨ªas tienen 300 kil¨®metros de pasillos, salas y capillas, adornadas con trabajos art¨ªsticos entre la curiosidad y la extravagancia, altares y estatuas construidos en la sal y la piedra por los propios trabajadores y con los utensilios que usaron entre los siglos XIII y finales del XX. Durante dos horas, en visita guiada, se pueden recorrer dos kil¨®metros tras bajar una escalera que parece interminable -por suerte, al salir se usa un estrecho ascensor-. Se pasa junto a peque?os lagos salinos -en una fuente se puede probar el agua salada- y se pueden admirar capillas como la de San Kinga, de 50 metros de largo y 12 de alto. Ojo a los que quieran tomar fotograf¨ªas, que tendr¨¢n que pagar unos zlotys (la moneda local; hasta 2015 por lo menos Polonia no entra en el euro) extra por el permiso.
02 Bieszczady
La ruta contin¨²a hacia el Este, entre bosques y tranquilizadoras praderas. Viendo estos paisajes rurales se comprenden mejor los recuerdos que el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski plasm¨® en las historias sobre su pa¨ªs escritas en los a?os sesenta y recogidas en La jungla polaca (Anagrama).
Los 235 kil¨®metros que separan Cracovia de Przemysl, casi en la frontera con Ucrania, se hacen en m¨¢s tiempo de lo esperado debido a las obras. En el verano de 2012 Polonia y Ucrania celebrar¨¢n de forma conjunta la Eurocopa de f¨²tbol y las remodelaciones y ampliaciones de las v¨ªas de comunicaci¨®n no cesan. Por el camino se pueden visitar las ciudades de Tarnow y Rzesz¨®w. Es la ocasi¨®n de parar en alg¨²n mercado o restaurante para comprar o degustar alguna de las especialidades del pa¨ªs: salchichas, pierogis (raviolis rellenos de queso, carne, setas o chucr¨²t), arenques, codillo, sopa de setas (en muchos sitios la sirven en un cuenco hecho de pan) o pasteles de jengibre.
Llaman mucho la atenci¨®n a lo largo de la carretera las numerosas iglesias que se est¨¢n construyendo. Polonia es un pa¨ªs de amplia mayor¨ªa cat¨®lica en el que las corrientes religiosas minoritarias m¨¢s destacadas son la Iglesia ortodoxa de Polonia -con casi 600.000 feligreses-, protestantes y Testigos de Jehov¨¢.
Przemysl, rodeada de colinas y pinos, a 20 kil¨®metros de la frontera con Ucrania, es, con sus iglesias (cat¨®licas, ortodoxas y griegas) y sinagogas, un ejemplo del entramado multicultural que ha ido marcando la historia de este pa¨ªs. A las afueras hay un hotel familiar, en una peque?a mansi¨®n en Wapowce. Un lugar extra?o pero acogedor con la mezcla del paisaje verde, el comedor de madera reci¨¦n construido (indispensable el desayuno de embutidos con tomate y pepino), las fotograf¨ªas antiguas que cuelgan en las paredes de la mansi¨®n y el lugar que hace de recepci¨®n, lleno de plantas, muebles y un cuadro de alg¨²n antepasado.
El parque nacional de Bieszczady, en la punta sureste de Polonia, ocupa 290 kil¨®metros cuadrados de naturaleza salvaje que se adentran en los C¨¢rpatos entre Ucrania y Eslovaquia. Aunque todav¨ªa no est¨¢ preparado para el turismo de forma especial, por sus espectaculares paisajes es un lugar perfecto para hacer senderismo -el E-8, el camino de 4.700 kil¨®metros que atraviesa Europa de Estambul a Cork (Irlanda), pasa por aqu¨ª- e intentar atisbar (es dif¨ªcil) fauna local: hay lobos, jabal¨ªs, muchas especies de aves, algunos osos pardos y linces.
Integradas en la naturaleza de este parque y de sus alrededores est¨¢n algunos de los mejores ejemplos de iglesias medievales (muchas de ellas reformadas en siglos posteriores). Construidas con madera, son peque?os lugares de culto de la Iglesia cat¨®lica romana y de la griega muy peculiares en su est¨¦tica. Es el caso de la preciosa ermita de R¨®wnia (en Ustrzyki Dolne), con sus tres c¨²pulas de madera ennegrecida. Merece la pena seguir la ruta por la carretera 896 y visitar tambi¨¦n las iglesias de Hosz¨®w y de Ustrzyki Gorne, protegidas entre los ¨¢rboles. Para salir del magn¨ªfico parque tomamos la carretera que va hacia el Oeste para llegar a Krosno. Cerca de esta localidad se encuentran las iglesias de madera de Blizne, Haczow y Sekowa. De ah¨ª, a la frontera con Eslovaquia, por la E-371.
Estamos en Galizia, lugar donde naci¨® el siglo veinte, ya que cuenta con el yacimiento petrol¨ªfero m¨¢s antiguo del mundo. La rapacidad con la cual su explotaci¨®n se disput¨® en los proleg¨®menos de la I Guerra Mundial se describe soberanamente en El hombre sin atributos, de Robert Musil. Hoy el Museo de Industria Petrolera Ignacy Lukasiewicz en Bobrek lo conmemora. El peque?o Museo de la Cultura Lemko (uno de los grupos ¨¦tnicos de los C¨¢rpatos, de ra¨ªces ucranias) tambi¨¦n da fe de la compleja historia de la regi¨®n.
03 Eslovaquia
Entrar en Eslovaquia desde Krosno es retroceder en el tiempo, a la II Guerra Mundial y a la batalla del Paso del Dukla de 1944. En el suave valle se pueden encontrar plantados en sus prados, como si formaran parte del paisaje, oxidados carros de combate y monumentos que rememoran aquella lucha entre nazis y sovi¨¦ticos, que acab¨® con la retirada hacia el interior de Eslovaquia del Ej¨¦rcito alem¨¢n. Es un lugar precioso y tranquilo que un d¨ªa fue un campo de batalla durante dos meses y donde murieron 46.000 soldados. Hoy se conoce como el Valle de la Muerte.
El viaje al pasado contin¨²a con la llegada a Presov. Esta ciudad, de 100.000 habitantes, creci¨® durante la ¨¦poca comunista gracias a la industria. Su peque?o centro de calles empedradas est¨¢ muy cuidado y merece un paseo, pero lo que vale la pena es palpar ese aire que resta de la era sovi¨¦tica con los cables de las l¨ªneas de tranv¨ªa y los edificios de pisos de ladrillo y cemento.
En la cordillera de los Tatra se alzan los montes m¨¢s altos de los C¨¢rpatos, cuya cima, el pico Gerlachovsky, llega a 2.655 metros. Parar en Zdiar es como trasladarse a los Alpes. Este peque?o pueblo de monta?a est¨¢ repleto de casas rurales con encanto, donde los due?os se encargan de que la estancia sea perfecta a base de buen trato y excelente comida nutritiva (sopas, mucha carne, guisos cal¨®ricos o quesos ahumados) para excursionistas en verano y esquiadores en invierno.
04 La iglesia de Debno
De vuelta a Polonia por la carretera 542 se llega al lago Czorsztynskie. Junto a sus aguas hay dos castillos medievales notables, pero la atracci¨®n tur¨ªstica de la zona es el descenso del Dunajec en una balsa de madera dirigida por un barquero con una p¨¦rtiga. Son dos horas y se recorren ocho kil¨®metros a trav¨¦s de una garganta. Hay alg¨²n r¨¢pido en el r¨ªo, pero es una bajada tranquila. En el precio puede ir incluido el billete de un autob¨²s que vuelve al punto de partida.
Debno es uno de los puntos ¨¢lgidos de la ruta. Desde la carretera el c¨ªrculo de ¨¢rboles casi no deja vislumbrar la iglesia. Hay que acercarse para verla. Peque?a, de madera de alerce, con el techo a dos aguas y un campanario en forma de torre, quiz¨¢ no sea el templo m¨¢s bonito, pero los frescos y decoraci¨®n de su interior y la cerca, cruces y ¨¢rboles centinelas que la rodean hacen de San Miguel de Debno Podhalanskie la m¨¢s especial: una diminuta fortaleza espiritual construida en el siglo XV y declarada patrimonio mundial por la Unesco en los a?os setenta.
05 Ba?os en Budapest
El viaje por Polonia se cierra de nuevo en Cracovia para continuar hacia Ruman¨ªa a trav¨¦s de Eslovaquia y Hungr¨ªa en tren. Budapest, la ciudad en la que vivieron B¨¦la Bart¨®k (la visita a su casa-museo es la mejor manera de rendir homenaje a este maravilloso compositor) y B¨¦la Lugosi (uno de los dr¨¢culas ic¨®nicos de la historia del cine y actor fetiche del cineasta Ed Wood) supone, con sus ba?os termales, su nostalgia del esplendor pasado y su estimulante pulso actual, un oasis de dos d¨ªas.
Fuera de la habitual ruta hist¨®rica est¨¢ el Memento Park, un museo-parque en el que se puede caminar entre las colosales estatuas de bronce o m¨¢rmol que adornaron las ciudades h¨²ngaras durante el opresivo periodo comunista. O el Firk¨¢sz Caf¨¦, un restaurante fundado en su d¨ªa por periodistas. Viejos art¨ªculos de prensa empapelan las paredes, de las que tambi¨¦n cuelgan antiguas m¨¢quinas de escribir y c¨¢maras fotogr¨¢ficas. Precios asequibles y un pianista muy atento a las peticiones de los comensales.
06 Transilvania
De Budapest a Cluj Napoca (Ruman¨ªa) contin¨²a el viaje, tambi¨¦n en tren, a trav¨¦s de la llanura h¨²ngara. Seguimos parte de la ruta que llev¨® a Jonathan Harker, el antagonista de Dr¨¢cula en la novela de Bram Stoker, hasta el castillo del conde. Y ojo, un nuevo cambio de moneda. Se pasa de los florines h¨²ngaros a los lei rumanos. Cluj, ciudad universitaria de 300.000 habitantes, es junto a Sibiu el centro cultural de Transilvania: el punto de origen y final de nuestro camino, ahora en coche, por esta regi¨®n rumana y por el Norte, por la maravillosa Maramures, un rinc¨®n de una belleza sobrecogedora, todav¨ªa no muy explotada por el turismo.
Las carreteras rumanas, especialmente en estas dos regiones, tienen cuatro peligros: el tr¨¢fico, los baches, los transe¨²ntes que caminan por donde quieren y, para los conductores, la cualidad hipn¨®tica de sus verdes paisajes. Maramures, o tierra de madera, sigue la cordillera de los C¨¢rpatos con valles que desembocan en Ucrania. En Vadu Izei, antes de cruzar la frontera, encontramos varias pensiones, como la de la familia Teleptean, donde se cuida a los hu¨¦spedes casi como a uno m¨¢s del clan. Son establecimientos con peque?os jardines, huertos y corrales, con vistas a las monta?as y cenadores de madera. La comida sobre la mesa es de una generosidad en las raciones y una calidad -todo cosecha propia- que da gusto. Las intensas miradas de los anfitriones incitan a no dejarse nada en el plato.
En esta zona tambi¨¦n se encuentran al menos un centenar de iglesias de madera, construidas entre los siglos XVII y XVIII. Al igual que las visitadas en el sur de Polonia, los altos campanarios con largas agujas les dan un aire de fortaleza y sus originales tejados a dos aguas evitan que cedan con el peso de la nieve en invierno.
El pueblo de Sapanta es famoso por dos motivos: Tiene un monasterio que es la construcci¨®n de madera m¨¢s alta de Ruman¨ªa (78 metros) ; Yalberga el Cimitirul Vesel (cementerio alegre), fen¨®meno ¨²nico en Europa del Este. Sus tumbas tienen cruces azules de madera adornadas con dibujos y epitafios sat¨ªricos y simp¨¢ticos en el que se recuerda los gustos o la forma de morir de los all¨ª enterrados. Aqu¨ª a los muertos se les recuerda por lo menos con una sonrisa. Todo gracias a un artista local que entre los a?os treinta y sesenta alej¨® del cementerio la tristeza a base de humor. Lo mejor es pasarse a la salida de misa un domingo por la ma?ana.
Maramures esconde otro regalo en sus estrechas carreteras y diminutas aldeas. De sus bosques de abetos, pinos y robles han salido desde hace m¨¢s de un siglo muchas de sus casas, y las caracter¨ªsticas puertas de acceso a las parcelas, techadas a dos aguas, con tallas decorativas. En verano, los habitantes hacen vida sentados en bancos de madera junto a estas puertas. Ameniza la tarde observar a los turistas que paran para fotografiar los trabajos de madera. Amables y cercanos, se muestran orgullosos de ellas. Es parte del encanto de Maramures.
Orientamos el viaje hacia el sur, a la Transilvania de Vlad el Empalador (a posteriori convertido en el conde Dr¨¢cula en la novela de Bram Stoker de 1897), que vivi¨® en Sighisoara. Destacan en la zona la ciudadela de Prejmer, Brasov, el castillo de Bran, la iglesia fortificada de Biertan, las monta?as m¨¢s altas de los C¨¢rpatos rumanos, Sibiu y su cuidado centro, el museo al aire libre Astra, donde se pueden visitar recreaciones de edificaciones rurales e hist¨®ricas de toda Ruman¨ªa...
"He le¨ªdo que todas las supersticiones del mundo se hallan reunidas en la herradura que forman los C¨¢rpatos, como si estos fueran el centro de una especie de torbellino imaginativo...". Son las palabras que Harker escribe en su diario al principio de la obra de Stoker. Pese a la fama internacional del conde Dr¨¢cula y el aura de misterio, en Transilvania el mito se ci?e a los horteras recuerdos tur¨ªsticos que se pueden encontrar en esta regi¨®n y al personaje hist¨®rico. Incluso en la novela se deja entrever que el vampiro vive en un castillo situado en otra regi¨®n, en la Moldavia rumana, y no en Transilvania. Es el momento de viajar a Ruman¨ªa. El turismo est¨¢ todav¨ªa en desarrollo y no hay muchos visitantes, pero la bienvenida queda asegurada.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Turismo de Polonia. www.polonia.travel/es
? Minas de sal de Wielicka. www.kopalnia.pl
? Museo de Auschwitz. www.auschwitz.org.pl
? Parque de Bieszczady. www.bieszczady.pl
? Ruta de la Unesco de Malopolska. http://unesco.wrotamalopolski.pl
? Sitio oficial de Zdiar (Eslovaquia). www.zdiar.sk
? Memento Park Budapest. www.szoborpark.hu/?Lang=en
? Turismo de Maramures (Ruman¨ªa). http://www.visitmaramures.ro
C¨®mo llegar
? Wizz Air (http://wizzair.com) vuela desde Alicante, Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca, Valencia y Zaragoza a varias ciudades de Polonia y Ruman¨ªa. Sus precios oscilan entre los 60 y los 150 euros, seg¨²n la ¨¦poca del a?o y la antelaci¨®n con que se obtenga el billete.
Dormir
? Hotel Dw¨®r Wapowce (www.dworwapowce.com.pl), en Przemysl (Polonia), cerca de Ucrania. Tranquilo, en el bosque.
? Hotel Vasko, en Zdiar (Eslovaquia). Casa rural, de madera, junto al parque nacional Tatra.
? Pensiunea Teleptean (www.pensiuneateleptean.ro). En Vadu Izei (Ruman¨ªa). Pensi¨®n familiar en Maramures. Comida casera.
Comer
? Firkasz Caf¨¦ (1136 Tatra 18. Tel¨¦fono: 00 361 450 11 18). Comida h¨²ngara actualizada en Budapest.
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