La hora de Libia
La ca¨ªda de Gadafi abre un delicado proceso en el que est¨¢ en juego la democratizaci¨®n del pa¨ªs
El r¨¦gimen del coronel Muamar El Gadafi se ha desmoronado siete meses despu¨¦s de que, en la estela de las revueltas que se iniciaron en T¨²nez y Egipto, los libios se levantaran y comenzara una sangrienta guerra civil cuyo balance definitivo de muerte y destrucci¨®n est¨¢ a¨²n por establecer. El papel de la Alianza Atl¨¢ntica ha sido decisivo para inclinar la victoria del lado de los rebeldes, desbloqueando uno de los principales obst¨¢culos a los que se han enfrentado las revueltas ¨¢rabes. Es de prever que, con la previsible ca¨ªda de la dictadura libia, y a pesar de que Gadafi siga en paradero desconocido y sus fieles defiendan sus ¨²ltimos bastiones en Tr¨ªpoli, el r¨¦gimen de Bachar el Asad, en Siria, corra una suerte semejante, y que la oleada revolucionaria que sacude la regi¨®n cobre nuevo impulso. Desde la perspectiva de los ciudadanos ¨¢rabes, el desenlace del conflicto libio significar¨ªa que las revueltas son capaces de vencer, sea cual sea la resistencia que opongan los tiranos.
La opci¨®n de la comunidad internacional, ejecutada por la Alianza Atl¨¢ntica con el aval de Naciones Unidas, fue la correcta. Cuesti¨®n distinta es que, llegado el momento, haya que extraer las lecciones sobre el retraso con el que se adoptaron las primeras medidas y la sorprendente improvisaci¨®n con la que se puso en pr¨¢ctica el dispositivo militar, que hubo que ir corrigiendo sobre la marcha. Tambi¨¦n habr¨¢ que interrogarse sobre las consecuencias de haber priorizado el recurso a la fuerza que autoriz¨® el Consejo de Seguridad frente a las disposiciones relacionadas con los fondos de los que el r¨¦gimen de Gadafi ha seguido disponiendo hasta el final, y gracias a los cuales ha podido, previsiblemente, prolongar la guerra.
El desmoronamiento del r¨¦gimen de Gadafi es una victoria de los libios sobre su tirano. Sin su decisi¨®n de enfrentarse a quien intent¨® reprimirlos mediante la fuerza, Libia seguir¨ªa siendo hoy la esperp¨¦ntica dictadura de Gadafi. Es por eso por lo que les corresponde a ellos, a los libios, decidir el futuro de su pa¨ªs. A diferencia de T¨²nez y Egipto, donde las revueltas triunfaron como resultado de protestas masivas y pac¨ªficas, Libia se enfrentar¨¢ a la dif¨ªcil operaci¨®n de organizar un liderazgo civil tras el obligado protagonismo del liderazgo militar. La admirable haza?a de los libios resultar¨ªa est¨¦ril si los jefes rebeldes cayeran en la tentaci¨®n de interpretar la revuelta como un deseo de cambios personales en la c¨²spide, no de cambios radicales en el sistema.
El periodo que se abre en Libia estar¨¢ marcado por la incertidumbre y la comunidad internacional tendr¨¢ que encontrar la posici¨®n desde la que, sin injerencias, contribuir a la democratizaci¨®n del pa¨ªs y de la regi¨®n. En esta nueva hora de Libia, nadie puede permitirse errores. Ni la direcci¨®n de los rebeldes que ha conseguido derrocar al dictador, ni la comunidad internacional que, tras varias d¨¦cadas de pol¨ªticas equivocadas hacia la regi¨®n, tiene ahora la oportunidad de contribuir al avance de la libertad.
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