Una Casa de Estados Unidos en Espa?a
Con unos 114 millones de habitantes, M¨¦xico es el primer pa¨ªs del mundo de habla espa?ola. Le siguen Colombia y Espa?a con m¨¢s de 45 millones cada uno. Una cantidad similar de habitantes de Estados Unidos, seg¨²n su Oficina del Censo, utiliza el espa?ol como primera lengua. Pero este ranking cambiar¨¢ a favor de la superpotencia en el futuro. Los hispanos son quienes empujan el aumento de poblaci¨®n en Estados Unidos, y estar¨¢n cada vez m¨¢s presentes en su pol¨ªtica y econom¨ªa. El Instituto Cervantes calcula que hacia el a?o 2050 la poblaci¨®n hispanohablante de Estados Unidos puede sobrepasar a la de M¨¦xico.
Esta es una buena raz¨®n para profundizar las relaciones entre Espa?a y Estados Unidos, pero no la ¨²nica. A pesar de sus problemas de deuda (todos los pa¨ªses ricos tropezamos en la misma piedra), Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial y su liderazgo pol¨ªtico sigue siendo necesario.
mart¨ªn ortega carcel¨¦n Debemos establecer una plataforma local para potenciar las relaciones entre los dos pa¨ªses
Hay que multiplicar las iniciativas para tener una mayor proyecci¨®n en EE UU
En la historia, desde una intervenci¨®n decisiva de las tropas y del tesoro espa?oles en la independencia de las colonias norteamericanas, los dos pa¨ªses han pasado por m¨¢s momentos de desencuentro que de simpat¨ªa. La guerra de Cuba marc¨® toda una ¨¦poca, la tibieza de Espa?a en la II Guerra Mundial molest¨® a los americanos, y las relaciones con el r¨¦gimen de Franco fueron ambiguas, desde el aislamiento hasta la amistad, como explica Charles Powell en su libro El amigo americano (Galaxia Gutenberg, 2011).
En la etapa democr¨¢tica, el problema de las relaciones entre Espa?a y Estados Unidos ha radicado en la excesiva dependencia de las actitudes personales de los l¨ªderes. Felipe Gonz¨¢lez, que era sincero admirador del pa¨ªs americano, consigui¨® cambiar el discurso tradicional de la izquierda espa?ola. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar apost¨® claramente por una alianza sin fisuras, pero lo hizo en el peor momento, cuando el presidente George W. Bush se equivoc¨® con su guerra de Irak y provoc¨® la peor ca¨ªda en la consideraci¨®n de su pa¨ªs en el mundo. Con evidentes lagunas en pol¨ªtica internacional, Rodr¨ªguez Zapatero nunca entendi¨® a Estados Unidos, y su posici¨®n ha estado siempre llena de arcaicos prejuicios. Por este motivo no pudo aprovecharse la oportunidad del cambio de Gobierno en la Casa Blanca en enero de 2009. Cuando ped¨ªa ocasiones para encontrar a Obama, a Rodr¨ªguez Zapatero se le asignaba asistir al desayuno para celebrar el d¨ªa nacional de oraci¨®n en Estados Unidos.
Desde el otro lado del Atl¨¢ntico, Espa?a es mal conocida. Hay que tener en cuenta que la presencia de otros pa¨ªses europeos (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido) est¨¢ bien asentada. Adem¨¢s, para una gran potencia como Estados Unidos, el juego es ahora global, por lo que a su proyecci¨®n tradicional en Am¨¦rica Latina y la regi¨®n euroatl¨¢ntica, se a?ade un inter¨¦s creciente por Asia. Las potencias emergentes de cualquier continente reclaman una atenci¨®n considerable desde Washington.
Pero Espa?a tiene argumentos para encontrar un espacio propio en la mente y el coraz¨®nde los norteamericanos. Aparte de una historia con espacios comunes, la realidad pol¨ªtica y econ¨®mica espa?ola la convierten en un importante socio y aliado. Aunque ha sido situada recientemente en la "periferia" de Europa, la ejecutoria de las empresas del Ibex 35 es puesta como ejemplo en las escuelas de negocios norteamericanas. Nuestra posici¨®n estrat¨¦gica a la entrada del Mediterr¨¢neo y fronteriza con ?frica sigue siendo fundamental para Estados Unidos. El entendimiento de Espa?a con los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina conlleva un potencial de triangulaci¨®n, toda vez que Estados Unidos ya renunci¨® a su antigua pol¨ªtica intervencionista en el hemisferio occidental. Por ¨²ltimo, pero no de importancia menor, la cultura espa?ola es objeto de admiraci¨®n en Estados Unidos, desde los ¨¦xitos deportivos a la moda, pasando por la cocina.
Espa?a deber¨ªa trabajar m¨¢s a fondo para explotar todas esas oportunidades all¨ª. Al mismo tiempo, dentro de nuestro pa¨ªs, deber¨ªa hacerse un esfuerzo para que la opini¨®n p¨²blica dejara de tener una imagen simplista de Estados Unidos: en realidad, es una sociedad polifac¨¦tica, donde nacen las innovaciones cient¨ªficas y t¨¦cnicas m¨¢s interesantes, donde se produce el arte m¨¢s sugerente y surge tambi¨¦n un pensamiento cr¨ªtico. La propia figura de Barack Obama ocupando la Casa Blanca, impensable hace unos a?os, tanto para la extrema derecha como para los europeos antinorteamericanos, es una muestra de la riqueza y la apertura de aquel pa¨ªs.
Para propiciar unas mejores relaciones entre Espa?a y Estados Unidos, deber¨ªamos reforzar los canales institucionales. Desde 1997 existe un Consejo Espa?a-Estados Unidos, como foro de la sociedad civil con apoyo p¨²blico, y una serie de iniciativas acad¨¦micas como las prestigiosas becas Fulbright o el Instituto Franklin de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Pero no es suficiente. Espa?a deber¨ªa multiplicar sus iniciativas para tener una mayor proyecci¨®n en Estados Unidos y, en un esfuerzo paralelo, deber¨ªamos establecer una plataforma local para potenciar esas relaciones en los m¨¢s diversos campos. Un instrumento muy ¨²til en este sentido ser¨ªa la creaci¨®n de una Casa de Estados Unidos en Espa?a.
Como herramienta de diplomacia p¨²blica, las Casas han resultado un ¨¦xito en el doble camino de ida y vuelta. La Casa Am¨¦rica, decana de todas ellas, ha visto pasar por sus aulas a numerosos pol¨ªticos, literatos y artistas, y ha permitido un rico di¨¢logo con ese enorme continente. La Casa Asia, con sede central en Barcelona, se ha convertido en un reputado think tank, que realiza estudios y actividades sobre realidades poco conocidas en Espa?a hasta hace poco. La Casa ?rabe tambi¨¦n realiza una labor encomiable, acerc¨¢ndonos a una cultura y una sociedad m¨¢s din¨¢micas de lo que muchos piensan. Con sede en Las Palmas de Gran Canaria, la Casa ?frica alimenta una relaci¨®n nueva con mucho futuro. La m¨¢s reciente es la Casa Sefarad-Israel, que nos permite conocer mejor tanto nuestro pasado sefard¨ª como la importancia del Israel actual.
Hora es de fundar una Casa de Estados Unidos en Espa?a, que sirva tanto para ofrecer un lugar de acogida e intercambio a las realidades pol¨ªticas, econ¨®micas, empresariales y culturales de ese pa¨ªs, como para estimular el estudio y la comprensi¨®n de Estados Unidos en Espa?a. Esa instituci¨®n deber¨ªa ser tambi¨¦n lugar de referencia para debatir libremente y sin complejos numerosas cuestiones globales, como los retos de la regulaci¨®n financiera, la energ¨ªa o el medio ambiente, sobre las que los dos pa¨ªses deben pronunciarse y actuar. Esta instituci¨®n ayudar¨ªa a establecer cimientos m¨¢s s¨®lidos para una relaci¨®n que debe mirar al futuro m¨¢s que al pasado.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es profesor de Derecho Internacional en la Universidad Complutense de Madrid.
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