Sangre a las puertas de Europa
Las revueltas ¨¢rabes y la guerra de Libia son motivo de esperanza, pero tambi¨¦n de inquietud por la incertidumbre sobre su futuro y la inestabilidad que han generado en un ¨¢rea tan pr¨®xima
Las grandes revoluciones constituyen un espect¨¢culo desagradable. Son largas, sangrientas y de final incierto. Por el momento, el fen¨®meno hist¨®rico que alguien bautiz¨® con el delicado nombre de primavera ¨¢rabe exhibe todos los atributos revolucionarios. Con alguna caracter¨ªstica adicional que lo hace especialmente inquietante para Europa: ocurre muy cerca, en una regi¨®n de vital importancia geoestrat¨¦gica para el planeta y en un momento en el que la poblaci¨®n europea, alarmada por la inmigraci¨®n, la crisis econ¨®mica y el terrorismo, tiende a cobijarse en ideolog¨ªas reaccionarias. Lo que en enero suscitaba cierta simpat¨ªa provoca ahora escepticismo, miedo o, en los sectores m¨¢s receptivos al fen¨®meno, reacciones de impaciencia. La primavera ¨¢rabe, sin embargo, no ha hecho m¨¢s que empezar.
Uno de los grandes temores europeos es que la primavera ¨¢rabe conduzca a una eclosi¨®n del islamismo
El riesgo principal no consiste en la guerra, sino en la guerra cr¨®nica que caracteriza el colapso del Estado
Hay consecuencias negativas de la guerra en Libia: grandes cantidades de armas han salido del pa¨ªs
El fin no era imponer la democracia a un pueblo silencioso, sino apoyar una insurrecci¨®n que ya le reclamaba
Las dictaduras solo se mantienen gracias al cr¨¦dito que se les concede, es decir, al miedo que suscitan
Es muy pronto para evaluar la magnitud del terremoto diplom¨¢tico, comercial y demogr¨¢fico, y para trazar el contorno de sus consecuencias. La ¨²ltima revoluci¨®n registrada en la regi¨®n que se extiende por el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo fue la iran¨ª, en 1979, y su onda expansiva sigue haci¨¦ndose sentir con fuerza a trav¨¦s de Hezbol¨¢ en L¨ªbano, de Ham¨¢s en los territorios palestinos y de la dinast¨ªa El Asad en Siria.
Lo que se intuye ya con alguna claridad es que el libro de referencia para interpretar estos compases introductorios no parece El choque de civilizaciones, de Samuel Huntington, donde se vaticinaba una era de conflicto permanente entre Occidente y el Islam, sino m¨¢s bien Orientalismo, de Edward Sa?d. En su obra, el ensayista palestino proclam¨® que Occidente s¨®lo era capaz de mirar el mundo ¨¢rabe a trav¨¦s de un caleidoscopio de prejuicios y de un profundo complejo de superioridad, por lo que su visi¨®n sufr¨ªa una distorsi¨®n que de alguna forma alcanzaba a la visi¨®n que los propios ¨¢rabes ten¨ªan de s¨ª mismos.
Cada vez que los pol¨ªticos y los comentaristas auguran un r¨¢pido tr¨¢nsito a "la libertad y la democracia" (las palabras son siempre esas) como hizo George W. Bush en 2003 refiri¨¦ndose a Afganist¨¢n o como acaba de hacer el brit¨¢nico David Cameron en referencia a Libia, se homenajea a Sa?d. Ni Afganist¨¢n ni Libia han tenido jam¨¢s instituciones s¨®lidas, o un sistema judicial al margen de las tradiciones cl¨¢sicas, o una clase media, y eso hace improbable que se conviertan en sociedades de tipo occidental en un futuro previsible. Ocurre que las palabras "libertad" y "democracia" funcionan en estos casos como c¨®digo justificador de las intervenciones b¨¦licas de tipo neocolonial, y encubren tanto el desconocimiento como los intereses poco confesables.
El simple hecho de generalizar y de englobar dentro de la primavera ¨¢rabe a pa¨ªses tan distantes y distintos como Marruecos, Libia, Siria, Egipto o Bahr¨¦in, unidos solamente por el idioma y los gobiernos represivos o estrictamente tir¨¢nicos, complica las cosas. Y fomenta el prejuicio orientalista. Como cuando se atribuye a las poblaciones ¨¢rabes un resentimiento antioccidental que, sin embargo, s¨®lo se percibe en la gastada ret¨®rica de los d¨¦spotas.
Los riesgos son muy grandes, tanto para las poblaciones directamente implicadas como para sus vecinos y en general para el mundo. El riesgo principal no consiste en la guerra, sino en la guerra cr¨®nica que caracteriza el colapso del Estado o su inexistencia. Y no existe una f¨®rmula que permita predecir qu¨¦ pa¨ªs va a convertirse en un fracaso, en un espacio sin ley, f¨¦rtil en bandas armadas y acogedor para el terrorismo. Somalia fracas¨®, pero Etiop¨ªa, a su lado y en condiciones similares, va tirando.
Libia, un invento de hace medio siglo cuya poblaci¨®n se dedicaba, hasta el hallazgo de petr¨®leo, a vender la chatarra militar abandonada por sus invasores, muestra caracter¨ªsticas similares a las de Somalia e induce al pesimismo.
La guerra de Libia es la primera en la primavera ¨¢rabe y muestra rasgos muy espec¨ªficos. Por primera vez desde la desastrosa invasi¨®n del canal de Suez, en 1956, Francia y Reino Unido se han aliado para una intervenci¨®n militar en el extranjero sin la tutela de Estados Unidos, escarmentado por las guerras de Afganist¨¢n e Irak y deseoso de asumir un papel muy secundario, casi invisible. Sin los bombardeos francobrit¨¢nicos, apoyados en la estructura de la OTAN, y sin los soldados de ¨¦lite enviados para ayudar a los rebeldes (aunque oficialmente no se haya hecho uso de tropas de tierra), Muamar Gadafi seguir¨ªa retozando en su jaima de Tr¨ªpoli. Pero ese apoyo militar, reclamado por los jefes rebeldes, contamina el futuro del pa¨ªs.
El Foreign Office brit¨¢nico insiste en que la intervenci¨®n era necesaria por razones humanitarias y, sobre todo, para evitar que la crisis arrojara sobre las costas europeas grandes oleadas de inmigrantes y terroristas. No existe ninguna garant¨ªa de que eso se haya evitado. Lo que se procura no nombrar, despu¨¦s de las tropel¨ªas cometidas en Irak, es el petr¨®leo. Incluso creyendo que el petr¨®leo ligero libio, uno de los mejores y el m¨¢s f¨¢cil de transportar a Europa por la evidente proximidad, no ha constituido un factor determinante en la actitud de Londres y Par¨ªs, ?qui¨¦n no interpretar¨¢ las futuras concesiones petroleras a compa?¨ªas brit¨¢nicas y francesas como una forma de pago? En los meses pr¨®ximos, ?ser¨¢ posible mantenerse al margen de una evoluci¨®n pol¨ªtica previsiblemente ca¨®tica? Libia compend¨ªa casi todo lo que puede ir mal en el proceso de cambio ¨¢rabe.
Alguna consecuencia negativa de la guerra en Libia se percibe ya en Oriente Pr¨®ximo. Grandes cantidades de armas, en parte proporcionadas por pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en estos ¨²ltimos meses, han salido del pa¨ªs y se venden en el mercado negro de Oriente Pr¨®ximo. Egipto e Israel coinciden en que cada vez son m¨¢s las caravanas de armamento clandestino vendido por grupos rebeldes libios que cruzan el desierto del Sina¨ª para dirigirse a organizaciones armadas como Yihad Isl¨¢mica. Esas caravanas no desembocan siempre en Gaza. Aunque no existe confirmaci¨®n oficial, el nuevo Gobierno de El Cairo admite que al menos tres de los participantes en los recientes ataques terroristas en Israel eran egipcios, no palestinos, y podr¨ªan considerarse la expresi¨®n de una incipiente nueva generaci¨®n de guerrilla islamista en los amplios espacios del Sina¨ª.
Lo cual no significa que la primavera ¨¢rabe conduzca por fuerza a una eclosi¨®n del islamismo y a la creaci¨®n de sistemas religiosos. Ese es uno de los grandes temores europeos, y una de las muchas paradojas de la situaci¨®n: cuesta concebir una tiran¨ªa religiosa m¨¢s severa que la impuesta por el r¨¦gimen wahab¨ª en Arabia Saud¨ª, uno de los m¨¢s antiguos aliados de lo que llamamos Occidente. Y a la vez, cierto, el principal financiador de los movimientos salafistas que preconizan la guerra santa.
Resulta complejo analizar lo que est¨¢ sucediendo en Siria, porque el r¨¦gimen de Bachar el Asad no permite la estancia de periodistas extranjeros y solo realiza alguna invitaci¨®n selectiva con fines propagand¨ªsticos. Dada la fidelidad que el Ej¨¦rcito sirio ha mantenido hasta ahora hacia El Asad, no ha estallado una guerra como en Libia sino una campa?a de protestas civiles que el Gobierno ha reprimido con mucha dureza y ocasionales arrebatos de sadismo.
La ausencia de informaci¨®n independiente y fiable ha permitido a ambos bandos, el centralizad¨ªsimo r¨¦gimen dictatorial y la difusa constelaci¨®n de comit¨¦s de coordinaci¨®n que impulsan las protestas, mentir con liberalidad. El Gobierno de Damasco, por ejemplo, insiste en que no hay manifestaciones significativas sino s¨®lo acciones terroristas de bandas armadas. Los comit¨¦s de coordinaci¨®n y los activistas que ejercen como portavoces, necesitados de atraer la atenci¨®n internacional, inventan a su vez bulos como el supuesto ca?oneo de ciudades desde buques de guerra.
La oposici¨®n siria, a diferencia de la oposici¨®n libia (cuyos dirigentes eran hasta hace poco miembros de la ¨¦lite gadafista), no ha pedido la ayuda de la OTAN ni apoyo militar alguno. Alepo, la principal ciudad del pa¨ªs, y Damasco, la capital, se mantienen en relativa calma, lo que concede al r¨¦gimen un margen vital. M¨¢s all¨¢ de un goteo informativo compuesto por recuentos de v¨ªctimas no del todo fiables (la ONU estima unas 2.500 en total, desde marzo hasta ahora) y relatos no siempre cre¨ªbles sobre la brutalidad del r¨¦gimen, hierve un debate intelectual y pol¨ªtico de gran riqueza. La revuelta de Siria carece de l¨ªderes, cosa que inquieta en Europa y Estados Unidos porque ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil cambiar a un presidente por otro y propiciar algo parecido a una reforma, y un cambio de programa. Solo aspira a derribar al dictador y comenzar de nuevo. Es decir, se aspira estrictamente a la revoluci¨®n.
La agresi¨®n sufrida el jueves en Damasco por el dibujante Ali Ferzat, el caricaturista pol¨ªtico m¨¢s popular y mordaz de Siria, es solo una muestra de que los resquicios tolerados por la censura gubernamental (se puede criticar al poder en general, por ejemplo, aunque no caricaturizar a El Asad), la facilidad con que se puede viajar a una ciudad liberal como Beirut y una cultura antiqu¨ªsima hacen que la sociedad siria sea mucho m¨¢s refinada que la libia, y que las ideas cuentan tanto como las armas o m¨¢s.
Conviene recordar, en cualquier caso, que en esta regi¨®n las paradojas son recurrentes y el fundamentalismo isl¨¢mico no es siempre monol¨ªticamente retr¨®grado. En L¨ªbano, un pa¨ªs desgajado de Siria por las potencias coloniales y tan fragmentado como Siria en grupos religiosos, se puede pasear por un barrio controlado por la milicia chi¨ª Hezbol¨¢ (Partido de Dios) y ver en las vallas publicitarias anuncios de corseter¨ªa que tal vez no se tolerar¨ªan, por exceso de erotismo o por utilizaci¨®n de la mujer como objeto sexual, en algunas ciudades europeas. L¨ªbano, que en los a?os ochenta, invadido por Israel y martirizado por una guerra civil a m¨²ltiples bandas, no solo se consideraba un pa¨ªs fracasado sino muerto y enterrado, es hoy, con Turqu¨ªa, ejemplo de que en Oriente Pr¨®ximo pueden existir sistemas pol¨ªticos capaces de conceder a sus ciudadanos una cierta libertad y una cierta representaci¨®n en el poder.
Se puede ser muy pesimista respecto a Siria. El r¨¦gimen creado por Hafez el Asad y seguido por su hijo Bachar muestra rasgos totalitarios, lo cual hace improbable una reforma controlada: si El Asad cae, y parece probable que lo haga a medio plazo por su falta de apoyos externos y su creciente fragilidad econ¨®mica, habr¨¢ que afrontar una revoluci¨®n, sin la posibilidad de que el Ej¨¦rcito asuma una dictadura te¨®ricamente benevolente como en Egipto a la espera de elecciones y Parlamento constituyente. Las minor¨ªas religiosas (los alau¨ªes que componen la ¨¦lite del r¨¦gimen, los cristianos, los drusos, los chi¨ªes) pueden sentirse avasalladas por la minor¨ªa mayoritaria de los sun¨ªes, que hoy se siente a su vez discriminada por los alau¨ªes y tal vez acumule ansias de revancha. El desastre es posible.
Sin embargo, la impresi¨®n no es esa cuando uno sigue la pol¨¦mica que se desarrolla en torno a Ali Ahmad Said Esber, m¨¢s conocido por el seud¨®nimo Adonis, poeta eximio, t¨®tem de la intelectualidad siria y candidato recurrente al Premio Nobel de Literatura. Adonis, que ha residido largo tiempo en Francia y se vincula al posmodernismo, lleva a?os pregonando la muerte de la cultura ¨¢rabe y la esterilidad de sus sociedades. El mes pasado, el escritor iraqu¨ª Sinan Antoon (profesor en Nueva York) public¨® un art¨ªculo en el que denunciaba a Adonis como un neo orientalista de los definidos por Edward Sa?d, incapaz de percibir la vitalidad de sus conciudadanos y, por su pesimismo frente a las revueltas, c¨®mplice impl¨ªcito de El Asad.
El art¨ªculo respond¨ªa a una carta de Adonis a la oposici¨®n siria en la que recomendaba cooperaci¨®n con el Gobierno para emprender reformas y preservar la laicidad del Estado. Han aflorado muchas opiniones y se ha llegado pronto a la cuesti¨®n crucial del orientalismo y del hipot¨¦tico complejo de inferioridad de las sociedades ¨¢rabes. Antoon y quienes se alinean con ¨¦l se preguntan por qu¨¦ los ¨¢rabes deber¨ªan estar condenados a la sumisi¨®n ante reg¨ªmenes tir¨¢nicos y abrumadoramente corruptos, sin dar con una respuesta v¨¢lida.
Debates como este, llenos de matices, indican que debajo de la dictadura no hay un simple magma de tribus y religiones, sino una sociedad compleja y madura.
La primavera ¨¢rabe comenz¨® en oto?o en un pa¨ªs no ¨¢rabe, T¨²nez, y es all¨ª donde permite albergar mayor confianza de ¨¦xito inmediato. La crisis econ¨®mica y la explosi¨®n demogr¨¢fica (las sociedades del norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo se caracterizan por su gran porcentaje de adolescentes y j¨®venes sin perspectivas de futuro) fueron una de las causas de la revuelta y ahora act¨²an como lastre, pero la audacia de ciertas medidas, como la obligaci¨®n de mantener la paridad de hombres y mujeres en las listas electorales, revela que el cambio es ambicioso.
Egipto, la gran potencia cultural del mundo ¨¢rabe, a¨²n ofrece numerosas inc¨®gnitas, pero la potencia ic¨®nica de las concentraciones en la plaza de Tahrir y de la ca¨ªda del ra?s Hosni Mubarak, reducido ahora a la condici¨®n de viejo enfermo juzgado por asesinato de masas, fue lo que contagi¨® a otros pa¨ªses la convicci¨®n de que los tiranos no eran invencibles y el cambio era posible. De la pr¨®xima evoluci¨®n pol¨ªtica en Egipto, muy en especial del resultado de las elecciones presidenciales y parlamentarias (a¨²n sin fecha), depender¨¢ en gran medida el rumbo de la primavera ¨¢rabe.
En Bahr¨¦in, la monarqu¨ªa sun¨ª ha aplastado sin miramientos la revuelta de los chi¨ªes y ha apelado al apoyo militar saud¨ª; la crisis permanece interrumpida pero no finalizada. En Yemen, el presidente Al¨ª Abdul¨¢ Saleh (32 a?os en el poder) fue herido y tuvo que refugiarse en Arabia Saud¨ª, pero amenaza con volver; las posibilidades de que el pa¨ªs desemboque en un caos de bandas armadas similar al de Somalia son bastante altas, aunque eso entroncar¨ªa con el turbulento pasado reciente del pa¨ªs.
?Bastar¨¢n las t¨ªmidas reformas aplicadas por el rey de Marruecos para desligar su pa¨ªs del terremoto revolucionario? ?Bastar¨¢n las promesas del rey de Jordania? ?Cu¨¢nto tardar¨¢ Argelia en recibir de lleno la onda expansiva de las revoluciones en sus vecinos T¨²nez y Libia? ?Podr¨¢n mantenerse inmunes las dos grandes potencias de Oriente Pr¨®ximo, el Ir¨¢n chi¨ª y la Arabia Saud¨ª sun¨ª? ?Caer¨¢ el r¨¦gimen sirio en la tentaci¨®n de provocar una guerra regional para sostenerse por m¨¢s tiempo en el poder? ?C¨®mo asumir¨¢ Irak la tormenta a su alrededor? ?Qu¨¦ har¨¢ Israel si alg¨²n d¨ªa se disipa su estupefacci¨®n?
Por el momento, quedan muchas preguntas sin respuesta. Y el fragor revolucionario aumenta d¨ªa a d¨ªa.
Nueve meses de primavera ¨¢rabe
DICIEMBRE DE 2010
17/12/2010. Mohamed Bouazizi prende la mecha de la revoluci¨®n tunecina al quemarse a lo bonzo cuando la polic¨ªa tunecina confisca su mercanc¨ªa.
ENERO DE 2011
12/1/2011. Zine el Abidine Ben Ali, presidente de T¨²nez, impone un toque de queda en la capital.
14/1/2011. El presidente de T¨²nez huye a Arabia Saud¨ª, presionado por los manifestantes. Asume el poder el primer ministro Mohamed Ghannuchi.
25/1/2011. Manifestaci¨®n en la plaza de la Libertad de El Cairo (Egipto) convocada por Internet contra el r¨¦gimen de Hosni Mubarak.
27/1/2011. Manifestaci¨®n en San¨¢ (Yemen) por el fin de la presidencia de Ali Abdal¨¢ Saleh.
28/1/2011. El Cairo: los polic¨ªas que se negaron a disparar a los manifestantes son tiroteados por sus mandos.
FEBRERO DE 2011
1/2/2011. Manifestaci¨®n masiva en El Cairo contra Hosni Mubarak, que anuncia que no se presentar¨¢ a las elecciones. O
El rey de Jordania, Abdal¨¢ II, disuelve el Gobierno y nombra a un nuevo primer ministro Marouf Bakhit.
3/2/2011. El presidente de Yemen se compromete a no presentarse a la reelecci¨®n y entablar un di¨¢logo con la oposici¨®n.
7/2/2011. Liberan a Wael Ghonim, responsable de mercadotecnia de Google y miembro de la oposici¨®n egipcia. Fue secuestrado el 27 de enero.
11/2/2011. Hosni Mubarak dimite de su cargo tras 30 a?os de Gobierno de Egipto y huye hacia su mansi¨®n de Sharm el Sheij en el mar Rojo.
12/2/2011. Manifestaci¨®n en Argel (Argelia) en la plaza del 1 de mayo pidiendo el cambio de sistema.
14/2/2011. Manifestaciones en Teher¨¢n (Ir¨¢n), Sana (Yemen) y Manama (Bahr¨¦in).
16/2/2011. Enfrentamientos con la polic¨ªa durante una manifestaci¨®n en Bengasi (Libia) por la liberaci¨®n de un abogado defensor de presos de conciencia. Causan tres muertos y varios heridos.
19/2/2011. Gadafi reprime las protestas libias con morteros y ametralladoras.
20/2/2011. En Marruecos miles de manifestantes piden reformas al rey.
22/2/2011. Tras 19 a?os en vigor, el Gobierno argelino deroga el estado de excepci¨®n que vetaba las manifestaciones al aire libre.
26/2/2011. El sult¨¢n de Om¨¢n, Qab¨²s bin Said, cambia a varios ministros.
27/2/2011. Dimite el primer ministro de T¨²nez, Mohamed Ghannuchi. O Se establece en Bengasi (Libia) un Consejo Nacional para dirigir el cambio.
MARZO DE 2011
3/3/2011. El Ej¨¦rcito egipcio nombra a Essam Sharaf para que forme un gobierno de transici¨®n.
4/3/2011. Decenas de muertos en el ataque de tropas leales a Gadafi a dos ciudades clave dominadas por los rebeldes (Zauiya y Ras Lanuf).
7/3/2011. T¨²nez disuelve la polic¨ªa pol¨ªtica del presidente Zine el Abidine Ben Ali.
9/3/2011. Mohamed VI de Marruecos anuncia una reforma de la constituci¨®n que recortar¨¢ sus poderes en respuesta a las protestas.
13/3/2011. Los antidisturbios marroqu¨ªes reprimen una manifestaci¨®n en Casablanca.
14/3/2011. Tropas de Arabia Saud¨ª entran en Bahr¨¦in para frenar las protestas.
19/3/2011. La coalici¨®n internacional liderada por EE UU, Francia y Reino Unido ataca Libia para frenar la represi¨®n lanzada por Muamar el Gadafi.
20/3/2011. El presidente de Yemen, Ali Abdal¨¢ Saleh, destituye al Gobierno en pleno. O Manifestantes sirios queman la sede del partido de Baaz, los tribunales y dos compa?¨ªas telef¨®nicas. O Medio centenar de ciudades marroqu¨ªes piden al rey que ceda sus poderes.
25/3/2011. Tropas sirias causan decenas de muertos al reprimir la manifestaci¨®n de Deraa.
30/3/2011. El ministro de Exteriores de Libia, Musa Kusa dimite y retira su apoyo a Gadafi.
ABRIL DE 2011
1/4/2011. Cientos de miles de yemen¨ªes se manifiestan en San¨¢, Ad¨¦n, Taiz y otras ciudades para exigir la dimisi¨®n Ali Abdal¨¢ Saleh.
12/4/2011. T¨²nez anuncia paridad de sexos en las listas electorales del 24 de julio.
13/4/2011. La fiscal¨ªa egipcia detiene a Hosni Mubarak y a sus hijos Gamal y Alaa.
15/4/2011. El presidente de Argelia anuncia una revisi¨®n controlada de la Constituci¨®n.
23/4/2011. El presidente de Yemen acepta abandonar el poder 30 d¨ªas despu¨¦s de firmar un acuerdo con la oposici¨®n.
MAYO DE 2011
7/5/2011. Siria cerca con tanques los barrios sun¨ªes del pueblo de Banias.
11/5/2011. La UE abrir¨¢ una oficina en Bengasi para apoyar al Consejo Nacional de Transici¨®n.
21/5/2011. Las fuerzas de seguridad disparan contra los asistentes a un funeral de 10 activistas Homs (Siria). Mueren al menos 11 personas.
JUNIO DE 2011
3/6/2011. El presidente de Yemen, Ali Abdal¨¢ Saleh resulta herido en un ataque a su palacio.
16/6/2011. El Gobierno espa?ol expulsa al embajador y a otros tres diplom¨¢ticos libios en Madrid como muestra de su ruptura con Gadafi.
17/6/2011. El rey Mohamed VI presenta la nueva Constituci¨®n. O Mujeres de Arabia Saud¨ª conducen pese a la prohibici¨®n de la monarqu¨ªa.
JULIO DE 2011
15/7/2011. Cientos de miles de personas se manifiestan en Hama (Siria) contra Bachar el Asad.
30/7/2011. El rey de Marruecos, Mohamed VI, adelanta a oto?o las elecciones legislativas.
31/7/2011. El Ej¨¦rcito sirio entra en la ciudad de Hama y mata a un centenar de civiles.
AGOSTO DE 2011
3/8/2011. El pueblo egipcio juzga a Mubarak.
5/8/2011. Centenares de miles de personas se manifiestan en las principales ciudades de Siria contra el r¨¦gimen de El Asad.
18/8/2011. Barack Obama exige al presidente sirio, Bachar el Asad, que abandone el poder.
21/8/2011. La Liga ?rabe insta a Muamar el Gadafi a entregar el poder al pueblo de Libia.
23/8/2011. Las fuerzas rebeldes libias conquistan el cuartel general de Gadafi y controlan la mayor parte de Tr¨ªpoli. El dictador y su familia siguen en paradero desconocido.
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